Frutilla 2

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Felix lo besó. Soltó sus manos para ajustar el preservativo y sacarse la pollera, decidido a aliviar lo que estuviera molestando, y Hyunjin se acomodó medio acostado, la parte alta de su espalda apoyada sobre el caño, piernas abiertas para que Felix se ubicara entre ellas. Estaba despeinado y transpirado y tan hermoso como siempre, hermoso como flores de acuarelas, y suspiró cuando Felix acarició sus muslos.

Felix sostuvo la parte trasera de sus rodillas y las acercó a su pecho doblando a Hyunjin por la cintura, dejando su cola expuesta, rosada y ansiosa y todavía goteando lubricante. Se inclinó para distraerlo con un beso mientras se alineaba con su entrada y empezaba a empujar.

Hyunjin gimió dentro de su boca, estirando los brazos hacia atrás para agarrar el caño. Las lágrimas se acumularon en las esquinas de sus ojos cuando Felix entró un poco más, penetrando despacito, sintiendo a Hyunjin estirarse para recibirlo hasta que entró por completo. Felix clavó los dedos en sus piernas, besó su cuello dándole tiempo de acostumbrarse a la sensación, probando el sabor de los jazmines en su lengua.

—Respirá, amor —susurró, soltando una de las piernas de Hyunjin para acariciar su mejilla.

Hyunjin le hizo tanto caso como podía, tomando aire y soltándolo en un suspiro entrecortado cuando Felix salió unos centímetros y volvió a empujar. Felix lo hizo de nuevo y Hyunjin gimió, apretó alrededor de Felix como si no quisiera dejarlo ir, todo su cuerpo temblando. Cuando Felix acarició su pelo, liberando un mechón húmedo que había quedado atrapado en la esquina de su boca, Hyunjin levantó la vista y lo miró como esa vez en el patio, con curiosidad y alegría y esperanza y cierto miedo.

—Felix, amor...

Felix se inclinó para morder sus labios y siguió moviéndose dentro suyo, y Hyunjin soltó el caño con una mano para tirar de su pelo tratando de recuperar algo de control. Felix lo dejó invadir su boca con la lengua, lo dejó morder sus labios y clavar las uñas en su cintura, pero no dejó de moverse como quería, disfrutando de los jadeos que se atascaban en la garganta de Hyunjin con cada movimiento de su pelvis, cada vez que las piernas de Felix chocaban contra la cola de Hyunjin y su espalda transpirada resbalaba sobre el caño, los grititos que se le escapaban cuando Felix encontraba el ángulo ideal.

—Felix, Felix —Hyunjin sollozó su nombre como un mantra. Felix se sostuvo con una mano sobre el piso para mantener el equilibrio y balancearse más cómoda—. Felix.

—Estoy acá, amor —Felix dijo, y besó el lunarcito en el pecho de Hyunjin, que se movía irregularmente con su respiración agitada, antes de atrapar el piercing entre sus labios y tirar, el interior de Hyunjin apretando alrededor de su miembro como respuesta—. Estoy acá siempre.

Besó sus labios una vez más antes de incorporarse sobre las rodillas. Levantó la mano para acariciar el cuello de Hyunjin en un movimiento que sacudió los corazones haciéndolos volar en el aire. Cayeron bonitos sobre el cuerpo de Hyunjin, decorándolo de colores, y Felix deslizó la mano por su torso para envolver su erección, que esperaba frustrada y húmeda sobre su abdomen.

—Yo también te quiero —Felix susurró, inclinándose para darle otro besito en la boca.

Hyunjin lo abrazó. Rodeó sus hombros con los brazos y su cadera con las piernas y lo apretó contra su cuerpo, apoyando su frente sobre la de Felix, su aliento haciendo cosquillas sobre los labios de Felix cada vez que Hyunjin jadeaba, la mano de Felix alrededor de su erección aplastada entre ambos. Felix se quedó quieto y besó sus mejillas esperando a que Hyunjin aflojara el abrazo lo suficiente para moverse.

Cuando lo hizo, Felix encontró la mirada de Hyunjin con la suya y sabía exactamente cómo se estaba sintiendo.

Sabía lo que era sentirse vacío y lo que significaba abrirse para la persona que más amaba en el mundo, elegir una posición vulnerable confiando en que Hyunjin era el único que podía llenarlo de todas las formas correctas. Pero ahora también conocía lo que Hyunjin sentía cuando estaba dentro de él: el calor, el cuidado, la urgencia. La sensación de estar haciendo equilibrio en la línea entre proteger y arruinar. Las ganas de morder y lamer las heridas. Los instintos que difuminaban los límites entre el placer y el dolor; el impulso por causar ambos y la decisión de besar con amor y acariciar con amor y nada más, nada que pudiera lastimarlo.

Bubblegum [Hyunlix] 🧁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora