Coco

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En cuanto entró al departamento y cerró la puerta detrás suyo, Hyunjin se bajó los pantalones. Su erección seguía firme, frustrada y sensible por haber frotado la tela del pantalón durante todo el camino. Se había arrancado las calzas después de bailar porque no soportaba la presión, pero se había aguantado las ganas de tocarse hasta llegar a casa.

Tiró las zapatillas por ahí y terminó de sacarse el pantalón al mismo tiempo que caminaba hasta el lavamanos de la cocina. Después de lavarse las manos, se apoyó sobre la mesada y envolvió su miembro con una mano todavía mojada. Estaba fría sobre su piel caliente y la sensación lo hizo soltar un gritito de alivio.

Felix había ido a verlo. Hyunjin le había dejado la invitación a último momento, luchando contra el impulso de arrepentirse y seguir manteniendo el secreto. Se había dado cuenta, después de apoyar la carta sobre su escritorio, de lo mucho que necesitaba compartir la verdad con Felix. Felix era especial, era capaz de entender hasta las cosas más complicadas sobre Hyunjin, aceptarlas y seguir queriéndolo.

Y Hyunjin estaba seguro de que Felix había ido esa noche, aunque no tuviera manera de confirmarlo. Las personas en la audiencia eran sombras sin forma, pero saber que Felix estaba entre ellas, mirándolo bailar, pensando que Hyunjin era hermoso, la persona más linda que había visto en su vida... Hyunjin gimió.

Se masturbó con más fuerza, cerrando los ojos, todavía aturdido por la música y acalorado por las luces, y acabó dentro de su puño, con el nombre de Felix en sus labios.

El lunes hizo calor. Estaba empezando la primavera y, con el solcito y el clima cálido, todo el mundo en la universidad estaba de buen humor, aunque la presión de los próximos exámenes seguía presente bajo la superficie. Changbin no era la excepción. Se había puesto una musculosa blanca y una vincha para alejar el pelo de su cara, y se encargó de convencer a Hyunjin de ir al comedor a almorzar.

Ambos cruzaron el patio entre los grupos de gente que se habían instalado en el pasto a comer y estudiar. En el comedor, todas las puertas y ventanas estaban abiertas para renovar el aire y las mesas estaban ocupadas. Hyunjin sabía que las personas que leían sus apuntes y discutían por encima de sus bandejas del almuerzo eran todas de primer año, porque él había pasado por lo mismo.

Cuando tuvieron su comida, Changbin ubicó con la mirada a la chica que se sentaba frente a Hyunjin en clase. Había cuidado dos asientos libres frente a ella y Hyunjin siguió a Changbin hasta allá.

—Logré que Hyunjin saliera a tomar aire —Changbin le dijo con humor en el tono, apoyando su bandeja sobre la mesa. Ella se rió.

—Amo la primavera —dijo, peinando su pelo largo hacia atrás. Hyunjin se acordó de Felix—. No entiendo por qué siempre preferís quedarte en el salón —se dirigió a Hyunjin, que se había sentado frente a ella. Hyunjin se encogió de hombros.

—Es silencioso cuando está vacío —dijo.

—El silencio es muy aburrido —opinó Changbin a su lado. Hyunjin se acordó de Felix de nuevo y sonrió.

— ¿Cómo van con los exámenes? —preguntó la chica.

—Tengo los trabajos prácticos terminados —contestó Changbin, pinchando un ñoqui en su plato—. Hyunjin y yo vamos a juntarnos a repasar en la biblioteca después de comer. Podés venir, si querés.

— ¿Vos también terminaste los trabajos, Jinnie?

—Sí. —Hyunjin no la miró, partiendo un pancito al medio.

—Quería hacerte una propuesta —la chica le dijo, y Hyunjin asintió para que siguiera hablando—. ¿Qué te parece si nos juntamos a estudiar?

—Después de comer, en la biblioteca.

—No... —La chica soltó una risita incómoda—. Quiero decir... Vos y yo solos.

— ¿Para qué? —Hyunjin la miró con el ceño fruncido. La chica se había puesto colorada.

—Para pasar tiempo juntos.

—Ni siquiera me acuerdo tu nombre.

—Es...

—No te gastes —Hyunjin la interrumpió—. No me interesa.

La chica levantó su bandeja vacía y abandonó la mesa.

— ¿No fuiste un poco cruel? —Changbin susurró.

—No era mi intención. —Hyunjin se encogió de hombros, limpiando la salsa de su plato con un trocito de pan—. Le dije la verdad.

Changbin sacudió la cabeza. Cuando terminó su almuerzo, hizo las bandejas a un lado y abrió los paquetes de dos alfajores. Le dió uno a Hyunjin, que le agradeció antes de probarlo. Era de coco, y la textura seca de las tapitas combinaba perfectamente con el relleno cremoso de dulce de leche que se escapaba por los costados cuando Hyunjin lo mordía.

—Ah, mirá quién está allá —exclamó Changbin de pronto—. ¡Innie! —gritó en dirección a una mesa en diagonal a ellos. Estaba ocupada por tres personas y Jeongin era una de ellas, charlando animadamente con sus amigos.

Todos se dieron vuelta para mirar a Changbin cuando lo escucharon. Hyunjin apenas lo notó levantarse de su silla para ir a charlar con Jeongin personalmente.

Hyunjin no estaba buscando.

Al principio, no estaba buscando a nadie. Cuando empezó a buscar, estaba equivocado. Después... tuvo que olvidarse de todo lo que creía saber y empezar de nuevo. Eventualmente, había dejado de buscar a Felix por miedo, porque no sabía con qué se iba a encontrar y no quería decepcionarse.

Hyunjin se rió porque no había ninguna manera de que Felix pudiera decepcionarlo.

Se rió de nuevo porque su pelo no era del color rubio platinado que Hyunjin había imaginado, sino específicamente de color amarillo Pollito. Su flequillo caía sobre sus cejas y destacaba sus ojitos dorados, que miraban a Hyunjin con sorpresa.

Sus mejillas estaban coloradas y se inflaban cuando masticaba. También estaba comiendo un alfajor de coco y un poco de dulce de leche había ensuciado la punta de su nariz, redondita y adorable. El chico sentado enfrente suyo estiró el brazo para limpiarla con una servilleta de papel, haciéndole desviar la vista de Hyunjin y sacándole una sonrisa.

Era la sonrisa que Hyunjin había imaginado: la luz del sol a la hora de la siesta, campos de girasoles en verano, gomitas de limón cubiertas de azúcar.

Era Felix.

Felix, Felix, Felix.

No podía ser nadie más.

Y Hyunjin lo entendió, porque Felix era la persona más linda que había visto en toda su vida.

Felix dio palmaditas sobre su propio flequillo, como intentando peinarlo, sin dejar de sonreír, y Hyunjin se derritió de la ternura, la alegría llenó sus ojos de lágrimas.

Felix no parecía ni un chico ni una chica. Podía parecer ambos, en realidad, si Hyunjin intentaba definirlo, pero había prometido no hacerlo. Estaba usando una remerita de color magenta con florcitas blancas y una pollera larga y suelta de color naranja. En cualquier otra persona, Hyunjin habría creído que esa combinación era un poco ridícula, pero Felix sacudía los piecitos en el aire y la tela de la falda bailaba alrededor suyo, y se veía precioso.

O preciosa; Hyunjin no estaba seguro.

Felix no volvió a mirarlo y Hyunjin, en parte, se alegró. Se sentía un poco ridículo porque no podía dejar de sonreír. Volvió al edificio de Artes, subió al segundo piso y se aseguró de que el aula de Felix estuviera vacía antes de entrar. Se sentó en el banco de Felix para escribir una nueva carta.

La sostuvo contra su pecho mientras reía, echando la cabeza hacia atrás, la luz del sol que entraba por la ventana entibiando su nariz. Hyunjin dejó la carta ahí antes de ir a la biblioteca.

Bubblegum [Hyunlix] 🧁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora