Miel 2

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Felix le prestó una toalla limpia para que se secara cuando salieron de la ducha. Puso crema hidratante en el pelo de Hyunjin y le enseñó a colocarla en el suyo para que le devolviera el favor. Le explicó cómo limpiaba su rostro para quitar los restos de maquillaje, respondiendo las preguntas que Hyunjin hacía en un intento por conocer todas las cosas que eran importantes para Felix.

Felix abrió la ventana cuando volvieron a la pieza, para dejar entrar el sol. Revisó uno de los cajones de su ropero hasta encontrar un bóxer. Era un talle más pequeño de lo que Hyunjin usaba normalmente, pero no era fastidioso, así que se lo dejó puesto. También necesitaba una remera, y Felix le dió una de las más grandes que tenía, con un arcoiris estampado en el frente. Cuando Felix se vistió, no se puso una pollera como Hyunjin esperaba, sino una remera suelta y un pantalón de jogging gris, y Hyunjin se alegró de tener el privilegio de ver un lado más doméstico de ella.

Felix corrió directo a la cocina, gritando en el camino lo muerta de hambre que estaba a pesar de haber comido desayuno. Hyunjin la siguió sonrojado, cubriéndose la boca con una mano para evitar largarse a reír. La ayudó a espolvorear chocolate sobre la chocotorta, cortar dos porciones y servirlas en platitos antes de sentarse a la mesa.

—Mi mamá solía hacer este postre —susurró, antes de llevarse una cucharada a la boca. Años después, seguía teniendo el gusto que Hyunjin recordaba: chocolate y dulce de leche y el cariño de una receta simple que se puede compartir con alguien que uno ama.

— ¿En la casa que pintaste? —preguntó Felix, y Hyunjin asintió—. ¿Podés contarme historias?

Hyunjin habló sobre duraznos en almíbar y postres en el patio después del almuerzo y el cuartito en el que su mamá pintaba, las horas que Hyunjin pasaba ahí distrayéndose de su tarea para mirarla crear obras de arte. No le contó lo que pasó después porque la sonrisa de Felix era preciosa y tenía que durar para siempre.

— ¿Qué pasó con el libro que te recomendé? —preguntó cuando entraban de vuelta a la habitación, tazas de té dulce en la mano— ¿Hablaste con el profesor?

— ¡Sí! ¿Viste Collision? —dijo Felix, apoyando su taza sobre el escritorio antes de sentarse— Todavía tenemos un par de capítulos para leer... —murmuró, buscando la historia en la computadora— Terminé hablando con el profesor sobre la novela y una cosa llevó a la otra... Me ofrecieron venderla como un libro impreso.

Hyunjin pensó que eso era genial, pero Felix siguió explicando las razones por las que no le gustaba la idea y Hyunjin lo entendió. Se preguntó qué sentiría si todo el mundo supiera que podía bailar el caño, y se imaginó que Felix debía sentirse igual de vulnerable con su historia circulando de esa manera.

—Voy a hablar con Bang Chan para que me ayude a conseguir un trabajo cuando salga de la universidad —dijo Felix—, pero antes... no quiero nada.

Hyunjin tomó un poco de té. Acarició el pelo de Felix esperando que el gesto expresara lo que quería decirle, algo como: no importa lo que elijas, no tenés que darme explicaciones, voy a estar apoyándote siempre. Felix sonrió como si hubiera entendido.

Cuando terminaron de leer, Felix apoyó las manos sobre su regazo y jugó nerviosamente con el cordón que colgaba de la cintura de su pantalón.

—Hyunjin... —dijo— ¿Querés verme dibujar?

—Me encantaría verte dibujar —Hyunjin contestó. La respuesta hizo que Felix se ponga contento. Pegó saltitos en la silla y se sentó más erguido, tomó su tableta gráfica y se puso a dibujar.

Hyunjin subió los pies a la silla y se quedó mirándolo. Miró sus ojitos enfocados, la punta de su lengua saliendo por la esquina de su boca cuando se concentraba, la manera ocasional en la que desviaba la vista de lo que estaba haciendo para buscar a Hyunjin y cómo se ponía colorado cuando sus ojos se encontraban.

Bubblegum [Hyunlix] 🧁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora