🌺 Capítulo 33

52 11 6
                                    

🎧 Canción del capítulo: Passenger — Let Her Go.


Sienna dio otra vuelta más, soltó un suspiro frustrado y se sentó. La cama era un verdadero revoltijo incómodo después de tantas vueltas intentando encontrar una posición que le permitiera dormir.

Llevaba al menos dos horas intentando conciliar el sueño sin conseguirlo, ya era el momento de darse por vencida y aceptar que esa noche, Morfeo, no pensaba visitarla. Al menos, no por ahora.

No entendía por qué, pues la habitación era de lo más cómoda, la noche estaba envuelta en un apaciguador silencio, la plateada luna que se colaba suave por algunas rendijas que había dejado abiertas de las persianas creaba una atmósfera calmada, relajante. Además, estaba cansada por la fiesta y todos los eventos vividos durante el día y, para colmo, todavía le dolían un poco los pies por los dichosos zapatos.

Entonces, ¿por qué demonios no podía dormir? Se preguntó frustrada, enmarañándose un poco más el cabello.

Estaba demasiado lejos de casa, tal vez era por eso es por lo que no lograba dormir, el familiar sonido del mar no la arrullaba como una nana hasta sumirla en un profundo sueño. Sí, a lo mejor echaba de menos el sonido apacible del agua.

O tal vez, simplemente, todo lo ocurrido esa noche era demasiado para procesarlo adecuadamente y así conseguir descansar. Después de todo, el paseo por el laberinto con Cailean todavía daba vueltas incesantes en su cabeza llenándole el cuerpo de calor y nostalgia.

¡Cuánto lo había echado de menos! Y que breve se había sentido aquel encuentro al final...

Para colmo, el adictivo y delicioso aroma masculino se había quedado adherido firmemente a su piel, ni siquiera un largo baño de espuma sirvió para hacerlo desaparecer. El olor a enebro, a tierra fresca de los páramos, a él, lo impregnaba todo ahora; estaba en sus manos, en su rostro, lo sentía en el pelo, en las sábanas e incluso en la almohada. Era como si el puñetero Lord Antipático hubiera estado allí sin realmente haberse presentado nunca, lo había llevado con ella sin querer y ahora no podía echarlo.

Soltó un bajo gruñido de fastidio mezclado con agotamiento al mismo tiempo que se apretaba los ojos y toda la cara.

A estas alturas de la madrugada ya daba igual la razón, lo único que estaba claro era que de momento no iba a darse un paseo por el mundo de los sueños, así que tal vez, lo mejor sería despertarse completamente y hacer algo productivo, pero ¿qué?

Quizás podría dar una vuelta por el castillo, se marchaban mañana en la tarde por lo que seguramente no tendría mucho tiempo para ver nada. Claro que, sus anfitriones dormían y probablemente no les haría gracia que una desconocida estuviera deambulando por su casa a esas horas de la noche. Pero si no tocaba nada ni hacía ruido...

¡Sí! ¡Haría eso! Seguro que una pequeña caminata la ayuda a conciliar el sueño al final.

Se levantó emocionada y con energías renovadas, unas que no debería de tener a esas alturas de la madrugada, pero allí estaban. Se aplastó un poco el cabello para que no pareciera un nido, se arremetió bien los pantalones del pijama dentro de los calcetines y se envolvió en una pequeña manta que había a los pies de la cama para combatir el frío.

Allí dentro de la habitación se estaba agradablemente caliente con la calefacción adecuada, más, dudaba que a esas horas los pasillos vacíos fueran igual de cálidos. Estaba lista, pensó dejando que una gran sonrisa se adueñara de su cara.

Quince días para enamorarnos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora