🎧 Canción del capítulo: James Arthur — Maybe.
— ¿Por qué tan callada esta mañana? — Preguntó el señor Kyong, escondiendo una pequeña sonrisa. — ¿Tu agradable paseo por la playa no salió como esperabas?
— Algo así. — Aceptó Sienna, antes de dar un mordisco a su tostada con mantequilla y mermelada de fresa, sin muchas ganas. Cailean se quedó en silencio, aguardando a que dijera algo más, afortunadamente ella lo hizo sin que tuviera que insistir. — Al final no hubo paseo.
Eso explicaba porque no se los había encontrado pase a haber estado caminando de un lado a otro de la costa... durante casi dos horas. Sí, aunque no estaba para nada orgulloso de ello, lo había hecho.
Intentó convencerse de que no era buena idea. Trató de pensar con lógica, una que le decía que, si se sentía como una acosador, era porque realmente se estaba comportando como uno, pero, no pudo resistirlo. No importaba cuantas razones descubriera para no ir, porque luego, automáticamente, encontraba el doble de argumentos que le demostraban que debía verlos al menos desde lejos.
Así que, en resumen, acabó caminando por horas como un tonto y, para colmo, sin ningún resultado. No había rastro de ellos.
Todavía no estaba seguro de si esa ausencia lo tranquilizaba o lo preocupaba mucho más. Es cierto que la tarde anterior eso lo había relajado un poco, pero cuando se metió a la cama, su cabeza se llenó de agobiantes e increíblemente explícitas ideas que apenas lo dejaron dormir.
¿Por qué le importaba tanto lo que fuera que Sienna estuviera haciendo con Hayes?
Por muchas vueltas que le había dado al tema, no encontraba una respuesta. Aunque su cerebro le decía que era algo normal y, puede que incluso, bueno para la señorita Bartlett, pues seguro que Trevor sería un agradable compañero; algo lo molestaba, muchísimo. Tanto, que apenas logró pegar ojo durante toda la noche.
La pobre almohada no se merecía todos los golpes que había recibido en un intento de volverla más cómoda para poder conciliar el sueño, por tanto, como deuda por tan mal descanso, estaba decidido a interrogarla respecto a lo que sucedió.
Afortunadamente ella se adelantó, evitándole a él parecer aún más desesperado.
— Al final nos quedamos en mi habitación. — Comentó ella sin la mayor importancia.
A él se le atravesó en la garganta el sorbo de café negro que acababa de beber y se atragantó un poco.
Se apresuró a taparse la boca. Por un momento, temió acabar lanzando todo el líquido caliente en la bonita cara de la señorita Bartlett. Para suerte de ella, logró tragarse la toz, aunque se tendría bien merecida la salpicadura por soltar tan tranquilamente una noticia tan importante e impactante como aquella, sin anestesia ni aviso.
Cuando consiguió tragar el amargo líquido y respirar otra vez, pudo volver a pensar con algo más de claridad. ¿Acababa acaso Sienna de decirle que estuvieron solos? ¿En una habitación?
Al parecer sus sospechas no estaban tan desencaminadas después de todo...
— Perdón. — Murmuró rápidamente, limpiándose la boca. — ¿Me estás diciendo, mi querida doctora traviesa, que estabas preocupada por un besito de nada y al final ustedes...?
Cailean trataba de hablar con normalidad, aparentando una calma que no estaba realmente seguro de estar sintiendo en esos momentos, más su voz sonaba algo estrangulada. No sabía si porque todavía estaba algo atorado con la dichosa bebida o, por otra cosa completamente diferente, pero fuera como fuera, culparía al café.
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Quince días para enamorarnos [COMPLETA]
RomanceA Sienna nunca le ha importado mucho el amor, las relaciones de pareja y todo ese tipo de cosas románticas. Pero cuando su vida laboral se vuelve un poco caótica y necesita alejarse un tiempo de todo para reflexionar, acepta la descabellada propuest...