🌺 Capítulo 29

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🎧 Canción del capítulo: Dancing With Your Ghost — Sasha Sloan.


Sienna se despertó por la mañana despacio, tomándose un tiempo para que cada parte de su cuerpo fuera asimilando sin prisas el comienzo de un nuevo día. Se deleitó escuchando el reconfortante sonido del mar susurrando su atemporal melodía y sintiendo como la brisa tropical que se colaba a través de la ventana abierta le acariciaba la piel.

A veces se preguntaba qué hacía todavía allí.

En algunas ocasiones, cuando los días se sentían un poco más difíciles y pintados de gris, pensaba que se estaba escondiendo para lamerse las heridas, como una cobarde.

Sin embargo, otras veces, cuando se sentía algo mejor y su cielo se veía un poco más azul, se aseguraba de que lo hizo porque, al igual que se había enamorado de unos serios ojos color café, también lo había hecho de aquella tierra. De ese pequeño punto en el mapa conformado por largos paseos de arena dorada, aguas infinitamente transparentes, hermosas flores tropicales, cascadas cantarinas y enormes árboles relucientemente verdes.

Puede que fuera un poco de ambas cosas al mismo tiempo, o tal vez una provocó la otra. No podía estar segura. Quizás si nunca le hubieran roto el corazón, no habría llegado a tomar la decisión definitiva de permanecer ahí, rodeada de toda aquella agreste paz.

Su madre estaba tan encantada de que por fin hubiera decidido alejarse un poco del trabajo para descansar y disfrutar, que no se quejó ni una sola vez por permanecer tanto tiempo separadas, sin verse en persona.

Su pequeña por fin estaba dejando de ser esa niña tan rígida que siempre tenía que estar haciendo algo productivo, que debía estar ocupada en todo momento para no sentirse inservible o culpable por perder el tiempo. Era un poco más libre, decía ella. Además, creía que hacía mucho que necesitaba algo de aire, lejos de todos esos microscopios, ordenadores y batas blancas.

Jasmine estaba segura de que su adorada hija necesitaba explorar el mundo, dejarse sacudir por él y por todo lo que podía ofrecer, vivir de verdad. Pese a que ella misma bien sabía que eso no siempre salía bien. Sienna había sido siempre una niña tan disciplinada y estricta consigo misma que empezaba a temer que se quedara así para siempre, sin conocer todos los colores que puede obsequiar la efímera existencia humana.

Incluso aunque muchos de esos colores no sean brillantes o agradables. Algunos raspones en el corazón no iban a hacerle daño, acabarían curándose como siempre lo hicieron sus rodillas.

Estaba increíblemente orgullosa de su pequeña, no se cansaría nunca de decirlo, con solo verla ya se sentía admirada, encantada, por todo lo que había logrado pese a sus condiciones sociales humildes. Siempre se maravillaba de cuanto era capaz de brillar su niña en todo lo que hacía, más, temía que nunca dejara de ser esa chiquilla que actuaba siempre con racionalidad. Una, que se escondía siempre del lado seguro de la línea, alejada todo, una que se mantenía encerrada dentro de aquello que más sabía hacer y más amaba.

Deseaba que viera que existían cientos de cosas más que poder amar ahí fuera, solo tenía que atreverse a buscarlas, darse una oportunidad.

Pese a que en realidad no le había contado todo lo que sucedió con Lord Antipático, la doctora estaba segura de que ella lo sabía. Porque era una de esas mamás que siempre lo saben todo sin que su retoño tenga si quiera que abrir la boca.

No obstante, Jasmine no dijo nada, se limitó a apoyarla en todas las decisiones que tomó al respecto, como lo hizo durante toda su vida. Comprendía que Sienna acabaría relatándole todo cuando se sintiera capaz de hacerlo, así que no pensaba presionarla. Además, ella la había enviado a aquella perdida isla como una aventura, poco importaba que hubiese encontrado o no un entrañable amor, su mayor deseo era que viviera al máximo.

Quince días para enamorarnos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora