🌺 Capítulo 22

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🎧 Canción del capítulo: Paloma Faith — Only Love Can Hurt Like This.


Ese día había comenzado normal, como cualquier de los otros. Con su habitual paseo hasta el pueblo, el delicioso desayuno y luego, una entretenida actividad matutina.

En esta ocasión le tocaba el turno a un tranquilo paseo a caballo por la playa. Pero como la mayoría de los asistentes no tenía ni idea de cómo montar uno, decidieron cambiar la actividad por la que tuvieron que cancelar unos días antes debido al calor, la excursión en cuatriciclos.

Aunque tampoco eran muchos los que sabían cómo conducir uno de esos, les parecía más fácil aprender a llevar una máquina a motor que, un animal con sentimientos y carácter propio.

Efectivamente, todo había transcurrido con tranquila normalidad hasta entonces. La excursión estuvo de lo más interesante y por supuesto, divertidísima. Cailean la disfrutó más que un niño abriendo sus regalos la mañana de navidad, permitiéndose comportarse como un joven alocado que solo tenía que pasarlo bien. A fin de cuentas, precisamente eso es lo que todavía era.

Incluso el almuerzo había transcurrido con su usual y sabrosa serenidad. Las horas en general fueron deslizando por los relojes en calma, en esa quietud pacífica tan habitual en la isla.

Hasta la llegada de la invitación...

Ahí había empezado a torcerse todo.

Sienna estaba en crisis, en una tan intensa que necesitaba ayuda urgente si no quería volverse loca de la preocupación. No sabía por qué la atormentaba tanto una tontería así, pero lo cierto es que lo hacía y no podía evitarlo.

— ¡Cailean! — Susurró fuertemente, al tiempo que aporreaba la puerta de su cabaña. — ¡Cailean! ¡Señor Kyong! — Más golpes. — ¡Excelencia! — Nada, no había respuestas.

¿Será que no estaba allí? ¡Maldito hombre, justo cuando más lo necesitaba!

Iba a tocar nuevamente, para probar una última vez antes de marcharse resignada, pero no alcanzó a hacerlo porque la puerta se abrió unos centímetros. Al parecer cedió bajo la presión suave de su toque.

Metió la cabeza solo un poco, para comprobar si estaba y si era adecuado entrar, tal vez el hombre estaba ocupado. Solo esperaba no encontrarlo en una situación comprometida, ya fuera solo o acompañado, pensaba mientras entrecerraba los ojos en caso de toparse con algo que no quisiera ver.

Aunque lo cierto es que todo estaba demasiado silencioso. Qué extraño.

A lo mejor solo había olvidado cerrar la puerta al marcharse, no es que eso fuera algo realmente necesario en aquella pacífica isla.

Recorrió la habitación con la mirada solo para asegurarse y entonces le vio, frente a las grandes ventanas que daban a la playa, bañado por el calor de los últimos rayos de sol de la tarde. Estaba acostado sobre la mullida alfombra, con un cojín debajo de la cabeza y un libro abierto olvidado sobre el pecho mientras dormía plácidamente, bajo aquella niebla dorada que lo envolvía.

¿Quién habría dicho que Lord Antipático podría representar una imagen tan tranquila, casi hasta inocente?

Puede que además luciera también un poco vulnerable, allí recostado, completamente ajeno a lo que sucedía a su alrededor. Cuan relajado e incluso adorable se veía así tan dormido, con los párpados cerrados al mundo y el subconsciente totalmente abierto al país de los sueños.

Quince días para enamorarnos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora