Capítulo 33

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Joy..

—Mierda preciosa. ¿Atropellada? ¿Por qué ocurrió? Se lo responsable que sos. Por ende debió ser grave el impacto a tu alrededor para que te ocurriera esto— la parejita melosa está sentada a mi lado en el banco esperando por mi respuesta.

Me debato entre decirle la verdad o contarle a medias lo ocurrido obviando algunas partes. Pero no puedo mentirle, no cuando se que el lo descubrirá tarde o temprano. Se que lo hara mas temprano que tarde. Me decanto por decirle todo. Decirles todo, Dom es el indicado para mi hermoso amigo.

Estoy esperando la reacción de enfado de Misha.. Digo Sebastián, debo recordar que es otra persona ahora. Me sorprende la calma, aunque veo furia en sus ojos grises.

—¿Cómo dijiste que se llamaba?— pregunta forzando la voz a que salga suave. Lo conozco tan bien que sé está haciendo un enorme esfuerzo por no explotar.

—¿Por que lo nombras en tiempo pasado? Caramelito frío no me gusta tu mirada asesina. ¿Podemos respirar profundo?— si no fuece por él momento tenso en el que estamos, me reiria del apodo con que Dom lo a llamado.

Increíblemente le hace caso a Dom, ambos hacen un ejercicio de respiración calmando la tensión.

—Bien ahora dime. Pequeño melocotón, quiero nombre, apellido, donde vive, incluso grupo sanguíneo— lo miro divertida por sus palabras mientras enumera con sus largos dedos.

—¿Para qué querés saber su grupo sanguíneo Mish?— pregunto con confusión.

—Por que lo va a necesitar— la sonrisa diabolica que me lanza me da un escalofrío.

—Creí que no eras el mafioso acá— le sacó la lengua por la mirada arrogante que me da.

—Por ti cielo, traeria el infierno a la tierra si alguien te lástima, lo mismo que a mi equeco— le sonríe divertido Dom al usar ese sobrenombre que recuerdo a que se refería con eso y es asqueroso.

—El sobrenombre es asqueroso Mish, gracias por lo otro pero no hará falta, no quiero que elimines a nadie. ¿Entendido?— asiente con la cabeza antes de besar a su esposo, veo como le desliza la mano a su entrepierna, decido carraspear antes de que se desate un caos caliente.

—Lo siento. A veces no puedo tener las manos lejos de él, Ufaa ¿Puedo intimidarlo aunque sea?— pregunta esperanzado, me da risa sus sugerencias aunque sé son totalmente ciertas.

—Sólo si se acerca a mí te doy permiso— ambos aplauden y puedo darme cuenta que los dos tienen su locura.

—Biieeeeen, por cierto ¿Donde te estás quedándo?— arrastra el bien, me alegra haberlo encontrado.

—Con mamá y Tom, me quedo con ellos. Pero sinceramente me siento incomoda molestandolos, por lo que quiero recuperarme rápido para buscar mi lugar— niegan ambos con la cabeza, a veces me pregunto si estan conectados.

—¿Tom? ¿Quién es?— cierto él no alcanzó a conocerlo.

—El recientemente esposo de mamá— suelta un jadeo de sorpresa.

—¡Oh por Dios! Eso es maravilloso— mira a Dom, quien asiente con la cabeza— Ya tenes nuevo lugar, te mudas con nosotros.

Estela..

Estaciona mi chofer en la entrada de la casa de mi hijonieto y bajo rapidamente cuando apaga el motor. Veo a los gorilas formar una barrera impenetrable, pero tengo mis trucos y hoy nadie me detendrá. Saco la barilla larga la cual uso en caso de emergencia como este, cuando quiero correr a alguien, ya que tiene corriente en la punta. Me acerco e intentan detenerme.

—Señora no puede estar aquí, el señor no quiere ver a nadie— les sonrió toda dulce hasta que estiró la barilla y avanzo.

—No me interesa lo que les haya dicho, entraré y ninguno de ustedes me detendrá— los miro a cada uno haciendo énfasis en mis palabras.

Cuando se acercan a intentar sacarme les extiendo la varilla dándole una pequeña pero shoqueante descarga, automáticamente se hacen aún lado.

—Me alegra que comprendieran la gravedad del momento, por cierto pueden retirarse muchachos, estaré bien— obviamente traje mis hombres para despejar el perímetro pero lo bueno es que fue fácil. Mis hombres retroceden. Luego me dispongo a entrar a la silenciosa casa.

—Abuela— soy avasallada por unos tiernos bracitos.

—Hola corazón, ¿Como estas?— le acaricio el cabello.

—Bien, papá está durmiendo. Duerme mucho ultimamente— pobre niño.

—Bien, la Abu está aquí para patear el trasero de papi y sacarlo de la cama, ¿Querés mirar tele?— asiente con la cabeza. Lo dejo mirando sus dibujitos favoritos en el living con el volumen un poco mas alto de lo normal.

Me dispongo a subir las escaleras lentamente tomando mi tiempo. Se que se equivocó y está triste, pero esta no es manera de afrontar las consecuencias de nuestros actos.

Abro la puerta de su habitación sintiendo un horroroso olor Fétido, es un desastre de botellas por todos lados. Inmediatamente abro las cortinas y ventanas para que entre aire fresco.

—Dije que no quiero ver a nadie— lo siento gruñir en la cama, si puedo llamarla así.

Apoyo mis manos en mis caderas pegando un grito.

—¡Arriba!— aplaudo. Del susto se cae de la cama.

Atlas..

Jodida mierda que se convirtio mi vida, me duele la cabeza y la abuela no deja de gritar en mi habitacion regañandome, me froto la cara desde el piso, donde caí por el susto de muerte que me dio.

—Mierda abuela, ¿Podrias no gritar? Me duele la cabeza— la miro con ojos entrecerrados y tiene la pose, la que dice que no se movera de aqui.

—Primero, no me hables en ese tono jovencito, segundo. Te levantas ya mismo y te bañas que desde aquí se siente el asqueroso olor que largas. ¡No puedo creerlo!— reniega levantando el desastre en mi habitación.

Al mirar y detallar todo me avergüenzo del aspecto de la estancia, jamas me rebaje a esto. Todo por ella, me destruyó.

—Lo siento, ahora me baño— me levanto tomo una bata y me dirijo a mi baño privado en mi habitación.

—Me parece bien, deberias afeitarte por que pareces un vagabundo— le sonrió débilmente— tenemos una charla pendiente cuando termines, asique aquí te espero.

Hace una mueca al ver mi cama, inmediatamente comienza a sacar la ropa de cama, haciendo una mueca. Decido bañarme de una vez.

Treinta minutos después salgo renovado de mi larga ducha reparadora, aunque no logra reparar mi corazón roto.

—Bien saliste entero, ahora te sentaras en esa cama que ahora está decentemente limpia y me dirás que carajo ocurre contigo— la miro asombrado por como me habla— No me mires así, tenes un hijo al que descuidaste por un mes entero por ser un cobarde.

Sus palabras calan hondo, rompiendome más al darme cuenta de mi gran error, antes que mis mierdas está mi hijo.

Me siento en la cama con sólo una remera corta y un boxer para estar cómodo con esta charla incómoda.

Respiro profundo.

Juntando valor.

El sueño de Atlas (#3 S. Amores Tercos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora