Ethan [Psycho #1] [EN EDICIÓN]

IX: Fuerza de Voluntad.

Sábado, 10:30 am.
Kayla.

Suena el timbre de la casa.

—Es él.—digo, levantándome del sofá para abrir la puerta—¡Hola, Ethan!—saludo amablemente al abrir la puerta.

—Hola, Kayla.—saluda con su característica inexpresividad.

—Ven, pasa.—me hago aún lado para dejarlo entrar—¡Siéntete como en casa!

Él se detiene y voltea a verme, no logro descifrar su expresión.

—Ajá.—dice asintiendo una sola vez y continúa su rumbo hacia el sofá. Llega a él y toma asiento.

—¡Hey, Ethan! ¿Qué cuentas?—indaga Dylan.

—Sabes que nada... ¿Ya podemos comenzar?—evade él, noto su impaciencia y me pongo en acción, lo menos que quiero es otra discusión.

Luego de traer refrescos y snacks, los chicos y yo comenzamos a trabajar.

—No tengo la menor idea de cómo empezar, chicos.—comento sosteniendo mi libro de Química, abierto.

—Bueno, tres cabezas piensan mejor que una, así que comencemos.—habla Dylan.

Asiento con la cabeza y tomo mi lugar en el sofá. Comienzo a buscar en internet alguna idea que pueda servirnos, navego entre una infinidad de páginas sin resultado hasta que...

¡Uh! ¡Este me interesa!

Pienso al leer sobre un proyecto que estoy leyendo en químicaescolar.com, se ve sencillo.

—¡Encontré algo, chicos!—exclamo, ellos me dirigen su mirada—Escuchen: "Este experimento escolar radica en el cambio de color del fuego, dependiendo del material o sustancia química que se le agregue..."—leo el artículo—"Las diferentes reacciones químicas que se producen en cada recipiente, generará un color distinto en nuestra llama."

—De acuerdo, ¿qué hay que hacer?—interroga Ethan.

—Es muy sencillo, sólo debemos conseguir cuatro recipientes pequeños de aluminio, ácido bórico, hilo de cobre, acetona y alcohol puro.—responde tomando una captura de pantalla—El primer recipiente pondremos ácido bórico, en el segundo el hilo de cobre, en el tercero el acetona y en el cuarto mezclaremos el alcohol con unas gotas de ácido bórico e hilo de cobre.

—¿De verdad? ¿Así de fácil?—cuestiona Dylan.

Asiento con la cabeza.

—Es sólo un proyecto, no una competencia de sustancias. Es mejor que sea sencillo.—alego.

—Concuerdo.—habla Ethan, casi olvido que está aquí, estaba tan callado y quieto que dejé de verlo hasta ahora.

—Bien, ahora debemos conseguir los materiales. ¿Alguna idea de dónde encontrarlos?

—Bueno, no es tan difícil, Dylan. Los recipientes se pueden comprar en la tienda de la otra cuadra, el alcohol en una farmacia y en mi habitación tengo acetona.

—¿Y el ácido? ¿Y el hilo de cobre?

—Yo me encargo.—interviene Ethan.

—¿Los conseguirás?—pregunto.

Él asiente. Sonrío.

—De acuerdo, dame tu número. Haré un grupo para que acordemos nuestra siguiente reunión.

Él extiende su mano hacia mi celular, enseguida se lo entrego y él comienza a marcar su número en este.

—Listo.—dice regresándome el móvil—¿Es todo?