II: Prejuicios Injustos.

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Escucho a Dylan aclararse la garganta y lo miro con seriedad, sé que está a punto de hablar.

—Oye, fue muy buena la respuesta que le diste a Ángelo. ¡Eres cool!—comenta intentando llamar la atención de Ethan.

Él no dice nada.

Dylan vuelve a hablar.

—¿Cuál es tu clase favorita?

Silencio.

Suspiro y coloco mi mano sobre el antebrazo de Dylan. Voltea a verme y niego ligeramente con la cabeza, él baja la mirada y se acomoda en su silla, mirando nuevamente al pizarrón, donde la profesora ya había comenzado a anotar, hace varios minutos.

Sacamos nuestros cuadernos y lapiceras para comenzar a escribir, Ethan hace lo mismo. Noto que todos sus cuadernos son de color negro, al igual que su lapicera e incluso su mochila.

Okey, veo que le gusta mucho ese color.

Me digo a mí misma, haciendo la comparación entre mis coloridos útiles escolares y los suyos que lucen tan lúgubres.

Las horas pasan y finalmente llega el receso, la campana suena y todos cerramos nuestros cuadernos y los guardamos en nuestras mochilas. Nuestras aulas son fijas, por lo que no tenemos que preocuparnos por cargar nuestras mochilas por todos lados, también hay casilleros en los pasillos, por si acaso.

Nos disponemos a salir del salón, ya todos se han ido, o bueno, casi todos. Dylan se detiene y voltea hacia atrás para mirar a Ethan, que sigue sentado en su silla sin hacer otra cosa más que mirar a la nada, con esos inexpresivos ojos negros que destilan soledad y vacío.

—¿No vas a salir?—indaga Dylan.

Ethan niega ligeramente con la cabeza.

—¿Por qué? ¿Te sientes bien?—continúa interrogando.

Ethan deja salir un largo suspiro y por fin voltea a mirarnos.

—¿Por qué el interés?—evade él.

Dylan se encoge de hombros.

—Sólo es curiosidad.

Ethan desvía la mirada de nuevo y la fija en su escritorio.

—Me siento cómodo estando solo.

Bufo, rodando mis ojos.

—Ya vámonos, Dylan. Perdemos tiempo valioso.—espeto molesta.

Talvez lo estoy juzgando mal, pero a mi parecer, este chico es un arrogante, engreído y no cambiaré de opinión hasta que demuestre lo contrario.

—Acompáñanos, te daremos un recorrido por toda la escuela.—ofrece Dylan.

Frunzo el ceño.

—¿En serio?—pregunto, lanzándole una mirada fulminante.

Dylan voltea, me toma por los hombros y me aleja un poco de Ethan para susurrarme.

—Por favor, Kayli. No puedes enojarte sólo porque es callado. Quizá sólo necesite un empujoncito.

—Oh, por supuesto que puedo empujarlo.—sonrío con malicia.

Su semblante se torna serio.

—Sabes que no me refería a esa clase de empujón.—espeta, cruzándose de brazos.

Suspiro.

—Lo sé, lo sé. Sólo bromeo.—suspiro de nuevo—De acuerdo, trataré de ser más amable con él.

Su sonrisa regresa y me da un abrazo asfixiante, me quejo y él me suelta. Nos acercamos nuevamente a Ethan.

Tomo aire.

Ethan [Psycho #1] [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora