Ethan [Psycho #1] [EN EDICIÓN]

XLIV: Charlas Incómodas.

11:50 am.

—Okey, Ethan, cálmate, ¿sí? Respira y cuéntame qué fue lo que pasó.—me dice Kayla porque no consigo tranquilizarme.

Estamos sentados en el suelo, dentro del salón, yo de frente a ella, recostado sobre su pecho, mientras ella acaricia mi cabeza. Dylan también está aquí, me mira con preocupación, sin saber qué hacer.

—Vamos, Ethan. Si no nos cuentas no podremos ayudarte.—me dice él.

Respiro profundo como Kayla me indicó.

—Taylor...—es lo único que consigo pronunciar.

Ellos fruncen el ceño.

—¿Taylor?—replican al unísono.

Asiento.

—Lo arruiné de nuevo, Christina...—me interrumpen.

—¡¿Christina?!—vuelven a decir.

—¿No que ya se había alejado?—pregunta Dylan.

—Eso creí, pero regresó.—respondo—Se disculpó y dijo que le diera otra oportunidad.

—¿Y lo hiciste?—reclama Kayla.

Niego con mi cabeza.

—No quería, lo juro, pero no me dejaba en paz. No tuve opción más que acceder.

Ambos bufan.

—¿Y no podías sólo irte?—cuestiona Dylan.

Bajo la mirada.

—No lo pensé.—me aferro más fuerte a Kayla, ella me corresponde.

Acaricia mi cabeza.

—Está bien, ya no importa.—me dice con dulzura—¿Qué más pasó?

Trago saliva.

—Ella se sentó en mi regazo, diciendo cosas sin sentido como lo mucho que me quiere y...—me callo.

—¿Y...?—presiona Dylan.

Frunzo todo mi rostro al recordarlo.

—Me dijo que la pasó muy bien conmigo ayer en mi casa.

—¡¿Estuvo en tu casa?!—dicen a la vez.

—¡No! ¡Claro que no! Ahí fue donde entendí que algo no andaba bien.

Ambos suspiran con alivio.

—¿Y luego?

Vuelvo a bajar la mirada.

—Mientras me decía esas cosas estaba frotando su trasero en mi... eso.—digo con pena.

Ambos abren sus ojos como enormes platos.

—Dime que la apartaste.—pronuncia Kayla.

—Amm... Es que... Bueno, eso quería, pero no lo hice, es que... No me podía mover.

Ambos se golpean la frente con su mano.

—¡Me puse muy nervioso! Ya sé que debí quitarla.—me excuso.

Kayla arrastra su mano por su rostro.

—Y Taylor lo vio, ¿cierto?

Asiento.

—Sí, pero no vio sólo eso.

—¿A qué te refieres?

Mi cara está ardiendo, creo que me estoy sonrojando. Sumerjo mi rostro en el pecho de Kayla para que no me miren.

—¡Esa cosa tiene vida propia! ¡Yo no quería que se parara!—murmuro.

Un largo silencio incómodo me hace separarme del pecho de Kayla. Al hacerlo, veo a ambos fulminándome con la mirada.