L: Juego Ardiente.

31 9 2
                                    

Al día siguiente.
Ethan.

—Oye, mira, Ethan. Dibujé esto para ti.—me dice James entregándome una hoja de papel.

Tomo la hoja entre mis manos y recuesto mi espalda al respaldar del sofá, mientras observo con atención su dibujo. James se sienta a mi lado esperando por mi reacción.

Aunque sus dibujos son algo abstractos, obvio porque tiene ocho años, logro distinguir algunas cosas. Lo primero que noto es que es muy colorido, veo dos personas, una grande y una más pequeña; la grande casi no tiene color, estoy seguro de que soy yo, mientras que la pequeña está pintada totalmente de rojo a excepción de su pelo que es amarillo.

Miro a James.

—¿Somos nosotros?—pregunto, él asiente.

—Sí, ahí me estás llevando de paseo agarrado de mi mano.

Levanto mi cejas y asiento en señal de entender.

—Ya veo.—respondo con simpleza—¿Y por qué eres rojo?

—Es mi ropa, tú sabes que me gusta mucho ese color.—responde encogiéndose de hombros.

—Ah, claro, ya entiendo. Bueno, gracias, James. Es un dibujo muy bonito.—acaricio su cabeza con mi mano y él se recuesta a mí.

—Te quiero, Ethan.—me dice abrazándome.

Y esa sola frase bastó para hacerme recordar  la pesadilla de anoche.

"¡Te odio!"

"¡Es tu culpa! ¡Es tu culpa!"

Cierro mis ojos un instante, pasando saliva por mi garganta con dificultad y dejo salir el aire que no sabía que estaba conteniendo.

No es real...

Ya no lo pienses más...

Me digo mentalmente.

¿Pero y si no fue sólo una pesadilla?

Carraspeo.

—Oye, James.—le llamo, él me mira—¿Crees que exista alguna manera de que me odies? ¿Que haya algo que yo haga que te haga odiarme?—suelto la pregunta con descaro.

Él frunce el ceño.

—¿Quieres que te odie?—responde confundido.

Niego repetitivamente con mi cabeza.

—¡No! No, nada de eso. Sólo...—suspiro para calmarme—Sólo quiero saber si existe la posibilidad de que me odies por algo.

Vuelve a fruncir el ceño.

—Claro que no. ¿Ahora por qué estás diciendo esas cosas?—se cruza de brazos.

Me encojo de hombros.

—No lo sé, sólo... fue una pregunta tonta. No me hagas caso.—acaricio su cabeza, él bufa.

—Qué raro eres, Ethan.—vuelve a recostarse a mi pecho y yo me quedo en silencio.

Lo sé...

Luego de unos segundos se levanta y vuelve al suelo para seguir dibujando. James de verdad ama dibujar.

Una notificación llega a mi celular y lo saco de mi bolsillo para ver de qué se trata.

Es un mensaje de Kayla.

<<¡Hola! Oye, ¿qué tal si vienes a mi casa mañana para una pijamada? Dylan va a venir.>>

Arqueo una ceja, incrédulo.

Ethan [Psycho #1] [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora