XXI: Verdades Abrumadoras.

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—¿Qué fue lo último que dijiste antes de salir de aquí, eh? "No soy un inútil", ¿cierto? Pues sí lo eres.—reclama Roger—Ahora ya tienes antecedentes criminales, Ethan.

Bajo la mirada.

—Sabes que ninguno de nosotros puede exponerse. ¿No eres tú quien nos dice que no nos arriesguemos?—continúa.

Suspiro y asiento con la cabeza.

—Estás castigado, Ethan. No saldrás de casa por un mes, mas que para ir a la escuela.—me exhorta—Y si te metes en problemas en la escuela, no volverás, ¿te queda claro?

Asiento de nuevo.

—¿Ya puedo irme a dormir?—consulto.

—Sí, lárgate. No te quiero ver.

Me retiro en silencio, subo las escaleras y entro a mi habitación. Cierro la puerta sin seguro y me tumbo en la cama, estoy exhausto, pero sé que debo ponerme mi pijama. Luego de cambiarme de ropa, me meto entre las gruesas cobijas de mi cama, acomodándome para dormir. Son la una de la madrugada, así es, estuve cinco horas en la estación de policía, esperando que alguien llegara por mí.

Ahora en mi cama, cierro mis ojos intentando dormir, cuando alguien toca la puerta. Por la suavidad del toque, sé que es Karina.

—Cariño...—pronuncia abriendo un poco la puerta.

—Pasa.—le indico cortante.

Abre más la puerta y entra, cerrándola a sus espaldas.

—Lo lamento tanto, cielo.—se disculpa, caminando hacia mí.

Me encojo de hombros.

—Como sea.—espeto con simpleza.

Ella frunce el ceño con tristeza, sentándose al borde de la cama.

—Roger me odia.—comento desviando la mirada a las sábanas de la cama.

Karina niega con la cabeza.

—No, claro que no.—reniega—No digas esas cosas, bebé...—toma mi rostro entre sus manos con suavidad—Sé que él es agresivo contigo a veces, pero él te quiere, se preocupa por ti.

Volteo mis ojos.

—"¡Claro!"—uso el sarcasmo—Y asfixiarme casi al borde de la muerte es su forma de demostrarlo, ¿cierto?

Su mirada se cristaliza.

—No y no debió hacerlo. Se dejó llevar, pero créeme que él te quiere y quiere protegerte.

—¿Protegerme de qué?—cuestiono—¿Del mundo? Corro más riesgos viviendo con ustedes que en el exterior.

Ella suspira.

—No, no del exterior.—me dice.

Arqueo una ceja.

—¿Y entonces?

Ella toma aire, parece que va a hablar, pero no lo hace. Niega con la cabeza, soltando un suspiro.

—No hagas preguntas que no te puedo responder, cariño.

Bufo.

—¿Sabes qué, mamá? Es tarde y necesito dormir.—digo, ya molesto.

—¿Quieres que me quede y te haga compañía?—ofrece.

Niego.

—No, gracias, mamá. Quiero estar solo.

Baja la mirada con desilusión.

—De acuerdo, cariño.—se levanta y besa mi frente—Que pases linda noche.

—Ajá.—respondo con frialdad, ella sale de la habitación y cierra la puerta.

Ethan [Psycho #1] [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora