Thiago
Nunca pensé que un deporte pudiera hacerme olvidar todos los problemas que me rodeaban. Supongo que cada persona encuentra su lugar seguro cuando menos se lo espera y yo lo encontré cuando decidí tomarme el fútbol más como una profesión que un juego.
Estaba en casa de Gabriel: mi mejor amigo. Nuestros padres han sido amigos desde que somos pequeños, así que a él lo considero como un hermano para mí. Siempre ha estado cuándo lo he necesitado. Al igual que yo a él.
El pequeño problema de todo esto era su hermana. Desde pequeños, Daniela y yo éramos amigos, nos llevábamos muy bien, siempre estábamos los tres juntos, pero hace unos años, todo cambió de repente y desde ese momento dejamos de ser amigos. Nos distanciamos, nos convertimos en desconocidos y ahora ya no me caía tan bien. Mejor dicho, se me hacía insoportable y no teníamos una buena relación. Éramos enemigos o eso les hacíamos creer a todos. Siempre uno de los dos decía algo que al otro le molestaba y así nos tirábamos todo el día discutiendo.
Sus padres y Gabriel saben muy bien, que, aunque hagan lo que sea porque nos llevemos bien, nunca lo lograrán. Recuperar nuestra amistad es una misión imposible.
De repente como si la hubiéramos llamado salió su hermana por la puerta. Estaba vestida con unos tejanos negros y una camiseta del mismo color, pero también llevaba una chaqueta de cuero roja. Su cabello rubio que era del mismo color que el de su hermano le caía por los hombros.
—Gabriel me voy con Mateo—dijo Daniela saliendo de casa
—Oye rubia mejor no vuelvas—le dije y se dio la vuelta
—¿No tienes más chicas a las que molestar, idiota?—me replicó.
—Puede, pero es que tú eres la más fácil—respondí con una sonrisa.
—El problema no es que yo sea fácil de molestar, sino que tú eres insoportable
—Habló la más indicada.
—¿Siempre tienes que contestar, no te puedes quedar callado?
—Sabes muy bien la respuesta.
—¡Ugh, te odio!
—El sentimiento es mutuo.
Exactamente, lo que yo decía, no nos soportamos, no nos llevamos para nada bien. Estas discusiones que tenemos siempre son nuestras conversaciones diarias.
Me di la vuelta y vi a mi mejor amigo negar con la cabeza. En realidad, sabía que él hacía todo lo posible porque intentáramos estar en paz por unos minutos, pero es que con esa mujer no se podía. Era muy irritante.
Entonces, sin percatarme, noté en un instante que estaba empapado. Enseguida me giré hacia el otro lado y la vi con la manguera en la mano. Apreté mis dientes furioso cuando la vi con una sonrisa malévola.
—Serás...—no me dejó terminar la frase.
—¿Lista? Sí, lo soy, pero por lo que parece tú no.
—¡Daniela me las vas a pagar!
—¿En efectivo o tarjeta?
—¿Eres idiota o te lo haces?
—Ninguna de las dos.
—¿Chicos por qué no dejáis de mataros con la mirada? —ofreció mi amigo.
—Bueno hermanito me voy y tú podrías desaparecer en algún momento de mi casa—me señaló con su dedo índice.
Después salió por la puerta y se fue con su novio. Me olvidaba que seguía estando de novia con Mateo. Por eso aprovechaba de venir a la casa de mi amigo cuando ella no estaba porque no me apetecía discutir con ella. Tenía demasiados problemas cómo para que ella se convirtiera en uno más.
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Corazones en llamas ©
Teen Fiction"A veces el amor y la amistad se cruzan y a alguien le toca sufrir" Daniela Miller y Thiago Walker eran mejores amigos desde pequeños, pero todo eso cambió un día y empezaron a convertirse en dos completos desconocidos hasta el punto de detestarse...