Capítulo 2

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Daniela

Subí a la segunda planta de mi casa y Mar fue corriendo a la habitación donde entrenaba para cuando se acercaban combates o para cuando necesitaba descargar mi tristeza o frustración.

Abrí la puerta y Mar fue corriendo hacia el saco de boxeo y Grace se sentó en el suelo con la espalda pegada. Noté que estaba triste, pero no quería presionarla porque no quería hacerla sentir peor.

—Daniela quiero boxear

—Vamos a boxear

Como Mar solía venir a nuestra casa a menudo y sabíamos que le gustaba boxear le compramos unos guantes a su medida. Cogí sus guantes y se los puse.

—Ves golpeando al saco como sabes que yo ahora vuelvo

Me alejé de ella y fui hacia donde estaba Grace. Sé que apenas nos acabábamos de conocer, pero no tenía por qué cargar con esa tristeza ella sola.

—Eh, Daniela te voy a ganar cuando vuelvas—me dijo Mar y me reí

Me acerqué a Grace y me senté a su lado. No sabía muy bien que le había pasado, pero seguramente que podía ayudarla.

—Grace sé que apenas nos conocemos y aunque mi relación con el idiota de Thiago no sea buena, puedes hablar conmigo. Sé que estás triste y creo que sí me cuentas lo que te pasa quizás te sientas un poco mejor

—¿Sabes Daniela? No eres ni insoportable ni pesada como decía mi mejor amigo

—Ya. Soy buena persona, solo que tu amigo se dio un golpe en la cabeza y se volvió un auténtico capullo

Ella se río, aunque no fue por mucho tiempo, pero me alegro saber que ya no estaba tan triste.

—Estoy un poco triste porque mis padres no quieren una hija que no siga sus pasos y yo solo quiero trabajar de lo que me gusta. Y me han echado de casa porque les dije que no iba a trabajar de lo que ellos quisieran

—¿En serio hicieron eso?

—Sí

No me extraña que estuviera tan triste. Yo ni sabría qué hacer si me encontrará en su situación.

—Ven—me levanté y le ofrecí mi mano—Vamos a descargar esa furia en ese saco—indiqué

Aceptó mi mano y fuimos al saco. Le di los guantes y empezamos a golpear mientras que Mar estaba a nuestro lado.

—Grace descarga toda la tristeza y rabia aquí—le indicó Mar señalado al saco

—¿Quieres quedar mañana?—le pregunté

—Me encantaría, pero no puedo. Tengo que cuidar de ese monstruito—respondió golpeando el saco

—Bueno ese monstruito también puede venir con nosotras

—¡Sii!—dijo Mar feliz

Estuvimos un rato golpeando hasta que nos cansamos y nos sentamos en el suelo para descansar.

Más tarde cuando me levanté entraron los chicos y nos revisaron de arriba a abajo. Ellos sonrieron al ver a Mar con los mini guantes y ella fue corriendo hacia su hermano y él se agachó para estar a su altura.

—¿Te apetecía boxear, princesa?

—Sí, mucho

Me senté al lado de Grace y apoyé mi cabeza en la pared para descansar por unos minutos. Aunque no duró mucho

—¿Thiago porque no hacemos un combate?—le propuso su hermana

—¿Entre quién?—le preguntó él y sabía la respuesta

Corazones en llamas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora