Capítulo 46

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Daniela

El partido de ayer fue terrible. Me asusté bastante cuando vi a Thiago caer al suelo y perder la respiración. Pensé que de verdad lo iba a perder de nuevo y eso me dio mucho miedo. De solo recordarlo mi estómago se revolvía.

Cuando lo vi tirado en el suelo con muchos médicos a su alrededor, vi pasar todos los momentos y recuerdos que vivimos juntos. Apenas hace unas horas había estado hablándole de libros y nunca a nadie le interesó escucharme hablar de ellos, pero a él sí. Y no pude ocultar que me hizo ilusión. Incluso aunque me comporté como una cría cuando volví ebria, se quedó cuidándome.

Por eso cuando lo vi en el césped perdiendo la vida sufrí. Nada más, al saber cómo me encontraba yo de alterada, no me hizo falta saber cómo estaba su hermana. Intentamos calmarla entre todos y al final cuando él se levantó del suelo, aunque los médicos no le dejarán, sentimos alivio. Al menos, eso fue lo que sentí por unos instantes porque más tarde me invadió una ira incontrolable y no me pude quedar de brazos cruzados.

Recordé que le había pedido a Thiago que intentará evitar que el hermano de Santiago me viera, pero viendo lo sucedido y en el estado de furia que estaba no me importaba nada. Cuando se metían con él, cuando lo golpeaban, cuando su vida peligraba, era como si me hicieran daño a mí. Por eso aunque nos enfadáramos, no iba a dejarlo solo, lo protegería y lo defendería, como él siempre hacía conmigo. Estaría para él en las buenas y en las malas.

Esta vez me controlé y no salté al campo. No me molesté en avisar a mis amigos, sabían lo que iba a hacer cuando recorrí las gradas para acercarme dónde estaba él teniendo un enfrentamiento con su rival. Cuando llegué no me molesté en ocultar mi enfado por él y le advertí que no se volviera a meter con nadie que me importará porque si ya le había dado un primer aviso, no me importaría darle un último.

Finalmente, en la cena se me hizo muy difícil ocultar el miedo que seguía sintiendo por lo que había visto hace unos minutos. Él lo notó porque me conoce tan bien que sería complicado mentirle y me tranquilizó.

Había estado tan perdida en mis pensamientos que me había olvidado completamente que estaba con mis amigas en el salón. Jess chasqueó sus dedos para qué les prestará atención y dejará de estar mirando un punto fijo embobada mientras pensaba en él.

—¿Daniela, nos estás escuchando?—me preguntó Jessica

—Perdón. Es que estaba pensando en algo—le confesé

—Más bien en alguien ¿no?—me dijo Jessica guiñándome un ojo

—No sé de qué hablas—fingí demencia

—Quizás de un chico pelinegro, de ojos verdes, que es futbolista, que tiene una hermana pequeña, que te peleas a todas horas con él y que se llama Thiago y estás enamorada de él—dijo Grace y le lancé un cojín

—En ningún momento he dicho que esté enamorada de él—me defendí

—Tampoco lo has negado—me contraatacó Grace

Me levanté para conseguir salir de esta situación incómoda y mis amigas me siguieron hasta la cocina, pero no volvieron a comentar nada más de él.

—Solo somos amigos—les confesé

—Ya—añadió Jessica y se fue a atender una llamada

Me quedé con Grace en la cocina y me explicó como iba su relación con mi hermano. Mientras la escuchaba iba comiendo fresas con chocolate que había sacado de la nevera. Volvimos al salón y vimos a nuestra amiga hablando con mi hermano y Thiago.

—¿Podéis hacerme este favor?—le pidió Thiago a ellos y yo me miré extrañada con Grace

—¿Qué favor?—preguntó Grace por mí

Corazones en llamas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora