Capítulo 49

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Thiago

Eran las nueve de la mañana y estaba volviendo a mi casa. Había salido a correr por la playa hace un rato. Antes de volver a casa hice una parada en el supermercado y compré un par de cosas.

Una vez en mi casa, dejé la bolsa de la compra en el mármol de la cocina. Saludé a mi mejor amiga que estaba sentada en el sofá revisando su novela y subí a mi habitación para ducharme.

Salí de la ducha, me envolví en la toalla, me vestí y bajé a por algo de comer. Al bajar las escaleras me encontré con Daniela que estaba hablando con Grace. Sabía la razón por la cual estaba aquí y quería esconderme. Intenté ir a la cocina sin que se diera cuenta de mi presencia, pero no funcionó.

Me llamó, pero no me inmute. Seguí caminando, me apoyé en el mármol mientras me comía una manzana y me quedé viéndola cruzar la puerta y acercarse a mí.

—¿Me puedes explicar de qué va este jueguecito?—me preguntó alzando una ceja

—No sé a qué te refieres—le respondí

—¿Te gusta desaparecer y dejar a una persona tirada?—me insinuó

—No me gusta dejar a personas tiradas, solo a ti—bromeé

—Te gusta jugar con los sentimientos de los demás, es eso. Un día apareces en mi casa, al otro desapareces, te enfadas conmigo, me ignoras y para colmo me envías un regalo de cumpleaños, que es el mejor que me han hecho en mi vida. ¿Y todo para qué? Para enloquecer mis sentimientos—me dijo enfadada y sonreí

—¿Realmente ha sido el mejor regalo que te han dado?

—¿De todo lo que te acabo de decir solo has retenido esa parte?

—Sí

Se enfadó aún más, pero realmente por dentro estaba feliz. La conocía. Se puso enfrente de mí apoyándose en la otra parte del mármol de brazos cruzados y solté la fruta que tenía en la mano.

—No deberías estar aquí. No quiero tener una pelea con tu novio, no estoy de humor para tener más problemas encima

—Ya hablé con mi novio y no le molesta que venga a verte

—¿También le contaste lo que ocurrió hace un par de noches?

—Dónde quedó el bla-bla-bla lo que ocurra ahora mismo entre nosotros, será como si nunca hubiera pasado, lo olvidaremos

—Los dos sabíamos que no lo íbamos a olvidar, pero sí que voy a permanecer callado y no voy a decir nada

Daniela me miró unos instantes a mis ojos verdosos y se separó para sentarse en un taburete.

—¿Por qué te fuiste ayer?

—Sinceramente, no me apetecía hablar y pensé en que debía de darte ese regalo que tanto tiempo había escondido

—¿Y ahora sigues enfadado conmigo?

—No me puedo enfadar contigo, Daniela

—¿Entonces está todo bien entre nosotros? ¿Seguimos siendo amigos?

—Sí

Una punzada sentí en mi corazón cuándo dijo que éramos amigos. No me imaginaba ser su amigo. Era muy difícil pensar en quererla solo como un amigo. No podía fingir que no sentía otro tipo de amor por ella. De todas formas está vez no me volvería a ir. Me quedaría y estaría a su lado, la apoyaría y la levantaría si se cayera como siempre. En el fondo era lo más conveniente.

—Por cierto, ¿cómo conseguiste tres entradas para el concierto de Taylor Swift?—me pregunto ilusionada

—Conozco a algunas personas que me las pudieron conseguir—le respondí

Corazones en llamas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora