Capítulo 8

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Daniela

Sentía el viento golpear en mi cara y eso hacía que mi cabello fuera de un lado al otro. Entonces me puse la capucha de la sudadera y me abrigué bien para no resfriarme. Me gustaba sentarme en los escalones de la puerta de mi casa para ver el amanecer, me gustaba ver los colores que se formaban en el cielo.

Un rato más tarde mi mejor amiga se sentó a mi lado y me abrazó. Apoyé mi cabeza en su hombro y sentí que volvíamos a ser dos niñas pequeñas corriendo por el parque y contándonos nuestros problemas.

—¿En qué piensas?—me preguntó Nicole

—En nada, solo miraba el cielo

—Siempre te gustó ver los amaneceres

—Sí

Después entramos a casa y desayunamos. Mi hermano apareció más tarde, venía de correr y no sé paró a hablar con nosotras porque ya venía todo sudado.

—Nicole, sé te va a caer la baba como sigas mirándolo

—Perdóname que te lo diga, pero tu hermano está muy bueno

—Nicole es mi hermano y lo dices delante de mí como si solo fuera una desconocida

—Lo siento, no tengo filtro

—Ya lo veo

—Eh Dani, yo podré quedarme embobada viendo a tu hermano, pero ¿qué pasa tú con Thiago?

—¿Qué pasa de qué?

—Dani, vi como lo mirabas el otro día en la piscina. Y no te culpo no es fácil evitar de mirar esas abdominales

—No lo miraba a él

Nicole soltó una risa irónica, después se acercó a mí y puso su mano encima de la mía. Ya me iba a soltar una mini charla y no me apetecía escuchar nada que tuviera que ver con Thiago.

—Como amiga te voy a dar un consejo.

—Te escucho.

—Tú te puedes engañar las veces que quieras, también puedes ignorar lo que siente tú corazón, pero que sepas que las miradas nunca mienten.

—Nicole estás alucinando.

—Quizás el problema es que no quieres aceptar lo que sientes por él.

—No siento nada por él.

—Dani que estés con un chico y sentir cosas por otro es normal. Quizás no todas las personas tienen que acabar formando una familia con su amor de instituto.

—¿Por qué me estás dando esta charla?

—Porque quiero lo mejor para ti y creo que en la vida hay que arriesgarse.

—Nicole yo estoy muy feliz con Mateo y nos queremos mucho.

—Algún día espero que te des cuenta de que tenía razón.

Después tocaron el timbre y mi amiga fue a abrir la puerta. Al instante que abrió la puerta se giró hacia mí y me guiñó el ojo.

—¡Es Thiago y Mar!—me avisó desde la otra punta de la habitación

—¡Diles que pasen!—le grité para qué me escuchará

Mar vino corriendo hacia mí y me agaché para abrazarla, después me dio la mano y me llevó al comedor. Estuvimos peinándonos y después salimos al patio para hacer volteretas.

—¿Mar, por qué no vino Grace con vosotros?

—Le dolía la cabeza

—Espero que se recupere

Corazones en llamas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora