Capítulo 37

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Thiago

Me encontré con Jacob en el aeropuerto. Mi hermana fue corriendo hacía él y mi amigo la agarró en brazos. Yo le saludé y él seguía teniendo en sus brazos a mi hermana mientras caminábamos para ir a la puerta de embarque.  Más tarde nos sentamos juntos, le puse una película a Mar y se acabó durmiendo con la cabeza en mi regazo. Mientras tanto yo le conté a mi amigo lo que había sucedido con Daniela.

Jacob me dio una charla, me dijo que estaba siendo un inmaduro por no creer en las palabras de ella, pero tenía que entenderme lo que Daniela me había dicho era una locura. Y después de tantas mentiras y tantos secretos que nos habíamos ocultado mutuamente, no sabía qué pensar. 

Lo mejor para los dos era que nos alejáramos. Ella tenía que estar sola para poder sanar y yo necesitaba aclararme, necesitaba pensar en todo lo que había sucedido durante este tiempo. Eso no significaba que fuera fácil olvidarme de ella o mejor dicho dejar de pensar en ella. Al contrario, era difícil, pero por el bien de los dos lo tenía que intentar. 

—¿Thiago, vas a hacer como si no hubiera pasado nada entre vosotros?

—No, eso es algo que no podría negar

—Entonces, ¿por qué parece que quieras olvidarla?

—Porque quiero hacerlo y lo necesito

—No está bien lo que estás haciendo

—Lo sé y créeme que sería capaz de coger otro avión y volver con ella, pero no puedo ser tan egoísta y hacer eso

—Entonces, cuando te des cuenta de que no te vas a poder olvidar de ella, ni negar vuestro amor, espero que no sea demasiado tarde

Supongo que sí, en cuatro años no había conseguido olvidarme de ella, ni dejar de quererla, ahora sería imposible hacerlo. Pero por más que me doliera y me costará debía hacerlo. 

Unas horas más tarde, llegamos a Francia y nos alojamos en la casa que alquilamos. Estuve dando unas vueltas por la ciudad con mi amigo y mi hermana, después fuimos a comer y por la tarde nos reunimos con el equipo y nuestro entrenador en el campo.

El entrenador nos presentó a todos los miembros del equipo, los saludamos y ellos nos devolvieron el saludo con una sonrisa. Mi hermana se quedó detrás mío rodeándome la pierna y todo el equipo le sonreía. Cogí en brazos a mi hermana y ella escondió su cabeza en mi cuello porque le daba vergüenza y apenas los conocía como para tener confianza.

—Princesa, sé que todo esto es nuevo, pero te va a gustar. Solo saluda a los chicos

Mi hermana giró la cabeza para mirar a los chicos que se estaba alejando y los saludo. Ellos le devolvieron el saludo y se fueron al centro del campo. Después el entrenador se acercó a nosotros y le estrechó la mano a mi hermana y ella la aceptó.

—Entrenador, sé que mi hermana no debería estar aquí, pero no tengo con quien dejarla

—No te preocupes, Walker

El entrenador me dijo que no le molestaba que mi hermana se quedará con nosotros en los entrenamientos y en los partidos, me dijo que entendía en la situación y que no le importaría que mi hermana se quedará todo el tiempo con nosotros.

Antes de tocar un balón para comenzar a entrenar con mis compañeros, apareció una chica que parecía tener la edad de Grace, era de estatura mediana, su color de cabello era rojizo, sus ojos eran de color café y parecía maravillada al ver a mi hermana.

—Walker, esta es mi hija Julie—me dijo el entrenador

—Encantado de conocerte

—Igualmente

Corazones en llamas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora