¿Qué quieren los alumnos?

1 0 0
                                    

En el apartado anterior mencionamos a los líderes por posición. Es muy sencillo de pensar, son las personas que tienen un título o cargo dentro de una institución o empresa que los coloca en un lugar donde sus decisiones influirán en los demás. El límite de estos líderes es precisamente aquello con lo que coaccionan las acciones de sus subordinados. Por ejemplo: "quien salga antes de que toque el timbre va a firmar el libro de disciplina", o "al que falte cuando hay paro de transportes cuando yo sé que tiene otro medio de movilidad, lo voy a tener en cuenta a fin de año en la valoración". Ejemplos sobran..., durante la guerra de Malvinas los soldados que incumplían alguna orden de un superior eran estaqueados (procedimiento de atar cada extremidad a un clavo en el piso con una cuerda y mantener al soldado en esa posición durante horas). Ahora bien, si el límite de nuestro liderazgo es una mala calificación, no podremos liderar a los que abiertamente se muestran desinteresados por esto. Por eso, antes de quejarnos de que no respetan nuestro cargo, nuestra posición, olvidémosla y empleemos lo que esa posición nos permite para ir hacia el verdadero liderazgo. Pero antes pensemos, ¿por qué a esos estudiantes no les interesa la calificación? Porque no creen en ella o porque tienen otras cosas en la cabeza. Debemos vendérsela. Vender, convencer, persuadir, para tenerlo bien claro vuelva al apartado Corazón en venta y Corazón en venta, recargado y luego vuelva a este punto. Hola, ¿ya volvió?, sigamos. Debemos convencer a estos estudiantes de que las calificaciones son importantes, de que cumplir las normas de la escuela es algo importante... Es agotador, lo sé; es frustrante, también sé eso. Pero también sé que eso es educar. Educar es liderar; liderar es influir... e influir para hacerle bien a nuestros estudiantes ¿Y cómo puedo convencer a un estudiante? Sabiendo lo que quiere. Veámoslo con un ejemplo.

Apenas me había recibido cuando durante la segunda mitad del año cubrí una suplencia en un 4° año de secundaria. Era la primera vez que me enfrentaba a adolescentes. Durante la primera clase reinó un silencio de tumba y realmente pensé que me encontraba frente a zombis institucionalizados. Al finalizar esa clase, como buen profesor de manual les dejé unas actividades para que las traigan resueltas la clase siguiente. Balanceé la posibilidad de que no todos las harían. Tenía mis dudas con un grupo de chicos que parecían más preocupados por sus peinados que por lo que yo les pedía, pero podía pagar ese precio... además sería una buena manera de saber quién trabajaba y quién no, además de saber cómo trabajaban. La clase siguiente fue una gran sorpresa para mí.

- Nadie hizo lo que les pedí...-acusé, implacable-, así no nos vamos a llevar bien- dije, novato e inseguro. Nunca, nunca amenacen a sus estudiantes, ellos huelen el miedo..., y quien amenaza tiene miedo, regla básica.

Reprogramé la entrega de las actividades y agregué más, ¡qué se pensaban! Fui a la sala de profesores y le conté lo que pasó al primero que encontré. El profesor de Química, de barba blanca y anteojos gruesos me miró un rato y me dijo "Tenía un problema similar en primer año, pero lo solucioné. La directora me había pedido que los prepare para un certamen de físico-química y ellos no querían saber nada porque no era obligatorio" ¿Y cómo lo solucionaste?, le pregunté.

-Tocando la guitarra -dijo.

-¡¿...?!

- Sí..., ellos querían presentar una canción en el acto del 25 de mayo y entonces les dije que los podía acompañar con mi guitarra, eso querían así que...

- Qué bien... y cómo yo sé que los de cuarto quieren que toque la guitarra o no sé... No sé qué quieren...

- ¡Y preguntá! -dijo.

Es así de sencillo. Debemos saber qué quieren nuestros estudiantes. Y para saberlo hay muchas maneras de averiguarlo, pero una de ellas, muy efectiva es... preguntando. Aunque suene obvio, ¿cuántas veces nos rompemos la cabeza tratando de entender por qué las personas actúan como actúan? Todos quieren algo, y muy probablemente actúen para conseguirlo. Y para eso, hay cosas que no hacen, como, por ejemplo, ¡la tarea de lengua! Ahí les va el final de la historia...

La tercera vez que fui a ese 4° entré, saludé, me paré frente a ellos y me recosté sobre el escritorio del docente, puse las manos a los costados -no cruce los brazos, su lenguaje corporal será demasiado agresivo si lo hace, no es lo que queremos en ese momento- con las palmas sobre el pupitre y los dedos apuntando hacia adelante.

- ¿Qué hacen ustedes? Deportes..., ¿tenemos algún deportista? Y las chicas, qué hacen...

"A mí me gusta el animé"; "yo juego al basket"; "nosotros no hacemos nada profe..." Pero algo harán, digo yo, miran películas, series..., "ah, sí, nos juntamos los viernes a mirar películas", "ahora andamos preocupados porque no estamos juntando la plata para el viaje" Ahí está... lo descubrí, ¿usted se dio cuenta? Estaban juntando plata para su viaje de 5°, ya en 4°... eso es lo que quieren, porque digamos, es lo que nos interesa ¿qué quieren? En plural. Entonces les dije "yo les puedo dar por lo menos 10 ideas de cómo juntar plata para su viaje" Abrieron los ojos como platos...

-Diga profe, cuente...

"Primero...", dije, y levanté una carpeta que tenía a la mano. Ese día me llevé una pila de trabajos para corregir. Diez minutos antes del fin de la clase, les listé 10 ideas para que puedan lograr juntar plata para su viaje. La primera de ellas era una feria de platos, nada muy difícil, y entonces surgió la pregunta "¿y cómo sabemos qué precio ponerle a cada plato?" Recuerdo que les dije, "el precio del producto no importa, la gente no compra productos", "¿cómo que no importa, profe?; ¿Cómo que la gente no compra productos?" Saludé con un alegre "¡hasta la próxima...!"

Dijimos que para liderar la clave es influir. Pero debemos saber que influir no es convencer a los otros de que hagan cosas distintas a las que desean, sino convencerlos de que ellos lograrán conseguir lo que quieren si toman las indicaciones que usted les brinde. Una vez que confíen en que usted los guiará hacia lo que quieren, también estarán prestos a hacer lo que usted les pida, pero no porque les parezca importante o lo valoren -que puede suceder-, sino por usted. Porque si usted sigue y estudia lo que se desarrolla en este libro, sus alumnos lo seguirán como seguían a Robin Williams en aquella maravillosa película "La sociedad de los poetas muertos". Solo imagínelo, sus alumnos sobre el pupitre recitando el eterno verso "Capitán, oh mi capitán".

El libro de oro del Docente ¡Conviértase en un docente extraordinario!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora