Vocación no, compromiso

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Esto ha sido motivo de discusión más de una vez en la mesa familiar de un docente, entre amigos o colegas -maravillosamente a veces se dan ambos casos y nuestro colega es nuestro amigo. Es un mito que atraviesa la sociedad y que nos urge desterrar. La vieja pregunta sobre si un docente nace o se hace es irrelevante ya. Es obvio que la vida en la tierra, la naturaleza, la evolución humana y la historia de nuestro planeta no se va a conjugar para que en una fecha determinada una persona nazca con características inevitables para convertirse en el prospecto perfecto de lo que la sociedad considera en ese momento que es un docente. Pensémoslo de esta forma, hubo un tiempo en el que los docentes golpeaban a sus estudiantes cuando se equivocaban. Entonces, si un niño tenía la costumbre de golpear a los demás cuando se equivocaban, ¿significa que había nacido para ser docente? Quiero decir, para jugar al fútbol profesionalmente se debe desarrollar una capacidad aeróbica y una fuerza muscular especial en las piernas -velocidad, reacción, potencia- que permita soportar y jugar bien los 90 minutos del juego; para boxear profesionalmente se debe desarrollar una técnica específica, una resistencia y fuerza explosiva para poder contender durante lapsos de 3 minutos por uno de descanso, se debe acondicionar los hombros y las manos para golpear sin lastimarse y los movimientos de cadera que le permitirán al púgil evitar mayor castigo ¿Usted ha visto a un bebé de un mes hacer sombra mientras le cambian los pañales?

No quiero decir que no existan características físicas, emocionales, cognitivas o psicológicas que predispongan a un individuo o a llevar adelante una tarea específica o le ayuden a realizarla con éxito con menor preparación que otros. Todo lo contrario. Por eso le presento atributos imprescindibles para convertirse en un titán de la docencia. Lo vengo haciendo desde que comenzó el libro, aunque ahora a algunos los nombraré directamente. Lo animo a identificar cuál de ellos ya posee y en cuál de ellos todavía puede trabajar un poco más. También le voy a dar ejercicios o consejos sobre cómo ejercitarlos y fortalecerlos.

El primero de ellos es el compromiso. Déjeme contarle la historia de Oscar Ismael Poltronieri, un soldado argentino que nos demuestra que la realidad siempre supera la ficción. Poltronieri es el único soldado conscripto vivo condecorado con la Cruz al heroico valor en combate. Siendo solo un chico de 19 años que cumplía el servicio militar obligatorio en Argentina, se vio arrojado al campo de batalla durante la guerra de Malvinas. En un enfrentamiento que se conoce como Batalla del Cerro Dos Hermanas, Oscar repelió el avance de las tropas inglesas armado solo con una ametralladora. Lo hizo para cubrir la retirada de todos sus compañeros. En sus palabras.... "entonces les digo a los pibes 'Váyanse, repliéguense, que yo me quedo solo'. Ellos no querían, me decían 'Negro, vayámonos todos, a vos solo te van a matar'. Yo les contesto 'No váyanse ustedes, tienen familia, amigos, todo'. Yo también tengo familia, amigos, pero ellos siempre entienden. '¡Y váyanse de una vez, carajo, después voy a ir yo!'. Solamente quedaba cerca de mí un Sargento, pero yo sabía que la señora de él justo ese día había tenido una nena. Le había llegado un telegrama. Le digo entonces al Sargento 'Mi sargento, usted tiene un nuevo hijo en el mundo y tiene que verlo. Repliéguese. Déjeme a mí solo. Yo soy soltero y prefiero morir yo, antes que usted. Me voy a arreglar'. y me arregle..." Luego de dos días los compañeros de Oscar lo daban por perdido y a la distancia lo vieron caminando hacia ellos, con el sol echado a la espalda y la satisfacción de haber cumplido con su deber.

Nadie seguirá a un líder si no está comprometido. Nadie le hubiera hecho caso a Oscar si no hubieran confiado en que él haría lo que dijo que haría. El compromiso es algo que le ganará el entero respeto de sus estudiantes y siempre querrán colaborar con usted. Como ya habrá entendido, el compromiso empieza dentro de usted. Usted se debe preguntar si realmente está comprometido con lo que está haciendo o está por hacer. Luego, el compromiso no solo se siente, se debe poner en práctica. Es la única forma de demostrar lo que estamos dispuestos a hacer. Jean Paul Sartre decía "el compromiso es una acción, no una palabra". Jean Paul Sartre, que con 67 años y una salud en picada -y una humilde fortuna-, en un acto de compromiso con la libertad, salía a vender los diarios de sus estudiantes porque el gobierno los había prohibido. Cuentan que decía "es una lástima, me crujen las rodillas, por eso me voy a apurar a venderlos". Cuentan también que cuando lo llevaban preso por esta razón, el mismo presidente, quien era su opositor, hacía las gestiones para que lo liberasen y decía "no podemos meter preso a Voltaire". Ese era el respeto que imponía su compromiso.

Para poder comprometernos debemos tener claros nuestros objetivos. Una vez que los tengamos claros, debemos ser lo suficientemente valientes para llevar a cabo las acciones que nos llevarán a cumplirlos. Para cumplirlos siempre debemos pagar lo que valen. Recuerda usted la historia que le conté de Odín. Su objetivo era la sabiduría, el precio que tuvo que pagar fue su ojo. "Me parece un buen precio". Demostró su compromiso, se ganó el respeto de los demás dioses y consolidó su fuerte liderazgo. Pero esa es la historia de Odín, a mí me interesa la suya, vaya por sus objetivos y comprométase, solo le espera el éxito. 

El libro de oro del Docente ¡Conviértase en un docente extraordinario!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora