Para finalizar, le dejo algunas pautas que puede seguir para comunicar con firmeza y efectividad. Primero, ocupe todo su espacio. Extienda los brazos, apoye la mano sobre el escritorio, ensánchese, ponga las manos sobre las caderas y separe las piernas, si usted se ve grande, los demás lo verán grande. Segundo, tómese el tiempo para hablar, respire, haga movimientos lentos. Los movimientos lentos denotan poder y tranquilidad. Siempre termine lo que empieza a decir, aun cuando lo interrumpan. Si es necesario, repítalo. Usted debe creer en la importancia de lo que está diciendo y de su tiempo de usar la voz. Si usted no lo cree, ¿cómo lo van a creer los demás? Tercero, no conteste las preguntas antes de preguntar por qué se las están haciendo. Esto sirve cuando directamente alguien nos increpa en el aula o fuera de ella. Preguntas como ¿Qué te pasa? Son increpaciones tan directas que usted se verá tentado a responder agresivamente o a rehuir del conflicto. Es como le había dicho, o atacamos o escapamos. Bien, hay una tercera opción: tomar el control de la situación. Le voy a dar un ejemplo.
- ¿A vos qué te pasa? -le preguntan a usted, sin venir a cuento.
No responda "nada, nada" o "sabés qué pasa... estoy podrido de que...". No. Tómese su tiempo (cuente hasta tres) y calmadamente responda "¿Por qué crees que me tendría que pasar algo?", "¿Qué te hace pensar que me pasa algo?" Pueden suceder dos cosas. Una, es que la persona dé marcha atrás y diga algo así como "no, por nada"; otra, puede que la persona quiera llevar la situación a un conflicto y es cuando más usted debe desplegar su liderazgo. En este segundo caso la persona le podrá decir algo como "Tu cara me hace pensar que te pasa algo", o "es que desde que llegaste estás raro", etc., no conteste eso, no juegue su juego. Rompa el encuadre y manténgase haciendo preguntas "¿No será que a vos te pasa algo?", "¿estás nervioso por algo que hiciste?" o "¿En serio me prestás tanta atención?".
Tercero, termine usted la interacción. Hágalo bruscamente o de manera suave. Como quiera. Pero debe ser usted. No se trata de tener la última palabra, se trata de comunicar expresamente que no dirá más nada. Le aseguro que no hay nada más frustrante para una persona enojada, molesta, fastidiada o que lo quiere provocar, que no tener con quién pelear. Veamos la fuerza de este recurso en una obra de Shakespeare.
Quizá haya escuchado hablar de Otelo, el moro de Venecia. En esta tragedia, Otelo tiene un ayudante, un militar de nombre Yago, a quien niega un ascenso. Yago trama una cruel venganza contra Otelo, o eso pensamos en un principio, ya que durante la obra nos damos cuenta de que en realidad no lo motiva tanto eso como una sospecha de que Otelo estuvo con su esposa, lo cual tampoco se confirma y para ser más claros, tampoco Yago siente especial aprecio por su esposa. Queda entonces para todos preguntarnos qué llevó a este personaje a causarle tanto daño a Otelo. Yago trama un plan con el que consigue que hombres inocentes mueran, un padre repudie a su hija, logra que Otelo enloquezca de celos haciéndole creer que Desdémona, su reciente esposa, lo engaña. Conocedor del carácter de Otelo, sabe que esto le acarreará la muerte a la muchacha, más inocente que nadie. Luego de la muerte de Desdémona a manos de Otelo (quien la ama) y de que se descubra que todo fue maquinado por Yago, se le pregunta por qué hizo lo que hizo. Aquí la respuesta más escalofriante que a ningún escritor de terror o suspenso se le pudo haber ocurrido jamás. Hoy en día todavía se intenta descifrar qué quiso decir Yago, tanto así que Harold Bloom, un catedrático norteamericano y especialista en Shakespeare escribe sendos mamotretos de 800 páginas analizando este tipo de cuestiones. Cuando Otelo, antes de morir, pide explicaciones frente a Ludovico (otro personaje) dice "Pregúntenle a ese diablo ¿por qué ha enfermado así mi alma y mi cuerpo?" Yago contesta "No me pregunten nada. Lo que saben, saben. Ahora ya no diré más".
¿Recuerda cuando le dije que no debe dar explicaciones? Shakespeare, conocedor del alma humana, construyó las últimas palabras de este personaje sobre este principio. Y esa respuesta, así como el carácter firme de Yago, todavía hoy son objeto de gran análisis y admiración. Y lo serán mucho después de que usted o yo dejemos este mundo. Herbert Spencer, autor preferido de Borges, decía "La educación tiene por objeto la formación del carácter", ¿usted qué piensa?
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El libro de oro del Docente ¡Conviértase en un docente extraordinario!
Non-Fiction¿Te has preguntado alguna vez cómo mantener la atención de tus alumnos o qué hacer cuando parece que nadie valora tu esfuerzo como docente? Usted no está solo. En este libro, lo invito a un viaje donde no solo encontrará respuestas a esas preguntas...