Esquiva el golpe

1 0 0
                                    

El fantástico personaje que catapultó a Sylvester Stallone a la fama internacional, Rocky Balboa, es un boxeador que recuerda en un flashback de una de las escenas de la película Rocky III a su recién extinto entrenador. Más o menos las cosas se desarrollan así. Luego de ser vencido y haber perdido el título mundial, Rocky vuelve por la noche al gimnasio "El poderoso Mickey" -Mickey era el nombre de su entrenador- y toma del piso un guante viejo y gastado. Se pone en guardia, mueve la cabeza de lado y comienza a repetir la frase "esquiva el golpe". La escena se tiñe de un tenue gris y vemos a un Rocky mucho más joven practicando sombra bajo la supervisión de Mickey quien le repite la frase "esquiva el golpe". En un momento Rocky deja de moverse y el entrenador lo insta a seguir "oye, no escuché la campana". Ahora preste atención, es muy probable que las palabras de ese entrenador, aquellas que recuerda el héroe de la película, fueran las más representativas de la actitud que debe tener un docente frente a sus estudiantes.

Este entrenador dice "Contigo, muchacho, tengo razones para continuar y voy a estar contigo y te observaré ser bueno... y yo nunca te dejaré hasta que así sea... Porque cuando me vaya, no solamente sabrás la manera de pelear, sino que podrás ocuparte de ti fuera del Ring también, ¿estás de acuerdo?" ¿Y Por qué es representativa de la actitud de un verdadero docente? Este entrenador no se configura a partir de las características de maestro, no se encarga de enseñarle una serie de técnicas que le servirán para mejorar su cuerpo y enfrentar una eventual pelea en un cuadrilátero. No. No solamente. Tampoco es un gurú de la espiritualidad ni un maestro de la moral, no se encarga exclusivamente de darle consejos a Rocky para alcanzar su sueño de ganar la pelea que se avecina. No comporta la conducta de un pedagogo. Se preocupa por ambas cosas, se preocupa por brindar las herramientas, pero también de desarrollar a Rocky como persona "podrás ocuparte de ti fuera del Ring también". Y, de hecho, se puede observar a lo largo de las películas cómo el personaje de Rocky se va desarrollando en su vida personal y profesional hasta convertirse en un campeón dentro y fuera del ring. Es tanto así, que podríamos citar palabras del propio personaje que, años después, ya retirado, viudo y dueño de un restaurante, es capaz de brindar palabras a su hijo para ayudarlo a sobrellevar su vida. Y las cosas se desarrollaron más o menos así.

En esta entrega, Rocky VI, vemos que el boxeador ya entrado en años solicita una licencia para boxear. En poco tiempo le ofrecen pelear con el actual campeón del mundo quien es mucho más joven y está en el momento más álgido de su carrera. Es un truco publicitario y sin embargo Rocky acepta. Su hijo va a verlo para pedirle que no lo haga porque, según dice, su sombra es la que no le permite realizarse como persona. Parece que el hijo de Rocky no puede conseguir nada sin que lo relacionen con su padre y eso es lo que lo frustra. Rocky entonces le da un discurso breve, pero muy conciso sobre la manera en que las personas culpan a otras de lo que les pasa y de la necesidad de responsabilizarnos por nosotros mismos. Nietzsche dijo "a cierta edad, el hombre es responsable de su propio rostro". Luego Rocky dice "te dire algo que ya sabes, (...) ni tú ni yo ni nadie golpearán tan duro como la vida, pero no importa que tan duro lo hagas, importa lo duro que resistas y sigas avanzando, cuanto resistirás y seguirás avanzando, así es como se gana... y si sabes lo que vales, saldrás a buscar lo que mereces". Un entrenador increíble convirtió con sus acciones y sus palabras a un buen boxeador en un excelente campeón y en una persona sabia, que puede agregar valor a su vida y a la de los demás. Acerca del valor de las palabras se habló bastante en este libro y acerca de las acciones también. Ahora es tiempo de hablar de su propio valor y como dijo ese viejo boxeador, si usted sabe lo que vale, debe salir a buscar lo que merece. Mientras transita este camino, le fui mostrando lo que hicieron otros para triunfar en distintos aspectos de su vida y eso, sin duda, lo inspirará. Y si usted está inspirado, podrá inspirar a sus estudiantes. Inspirar es una forma de influir, e influir es... usted ya sabe el resto.

El libro de oro del Docente ¡Conviértase en un docente extraordinario!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora