Cuatro años más tarde.
Kendall Schmidt estacionó su Mustang negro junto a la acera. La avalancha de curiosos que ya se había dado cita en el lugar debía llevar horas allí. Seguramente, para los vecinos de aquella zona residencial de Fresno, un homicidio no era cosa de todos los días, y aquel acontecimiento, sin duda, despertaba no solo la curiosidad y el morbo esperado, sino también una gran inquietud.
Llevaba trabajando en la División de Crímenes Violentos ya más de seis años. Sin embargo, a pesar de enfrentarse a cosas que poca gente soportaría, nunca había llegado a acostumbrarse del todo. Ignoraba cuánto tiempo le llevaba a alguien habituarse a lidiar con la muerte cara a cara, casi a diario. No es que no le afectara ni mucho menos, pero en los años que llevaba en ese trabajo, había aprendido a dejar los escrúpulos de lado. Procuraba que cada escena de un crimen tuviera para él un significado particular. Se había obligado a ver cada caso con ojos frescos. Creía que era una nueva perspectiva, lo único que podía ayudarle a seguir adelante con su trabajo y con su vida.
Se abrió paso entre la multitud; pudo esquivar no solo a los curiosos sino también a la prensa que, como de costumbre, ya se encontraba en el lugar del hecho preparada para dar la primicia. Pasó junto a unos reporteros que desistieron de abordarlo para hacerle alguna pregunta. La mirada fulminante que les lanzó fue suficiente para que se sintieran amedrentados.
Caminó hacia la entrada de la residencia. El lugar ya estaba acordonado, y un par de oficiales se aseguraban de que nadie se acercara demasiado.
—Buenos días, muchachos —saludó, se agachó y pasó por debajo de la cinta policial amarilla.
—Buenos días, detective.
Raudamente, saltó los tres escalones que lo separaban de la entrada principal que estaba abierta, y busco a su compañera.
Rachel Parker venía a su encuentro, contoneaba no solo su cabello color rojo fuego, sino también sus caderas. Kendall la observó mientras se acercaba. Sin duda era un ejemplar digno de admirar, y no era raro que todos los policías giraran sus cabezas para dedicarle un par de miradas. Su altura y sus piernas interminablemente largas, sumadas a su melena ondulada y un par de ojazos grises, hacían de ella una mujer muy llamativa.
«Demasiado sexy para ser policía», pensó Kendall cuando la tuvo cerca.
—¿Cómo estás, Schmidt ? —saludó mientras se ponía una mano en la cintura.
kendall le sonrió.
—No tan bien como tú, Parker —respondió. Hacía dos años que eran compañeros, y les divertía aquel juego de usar sus apellidos para hablarse entre ellos.
Rachel frunció el ceño y le hizo señas para que la siguiera.
—¿Qué tenemos?
—Alison Warner ha sido encontrada muerta esta mañana, a las siete y treinta. —Atravesaron la sala y subieron las escaleras en medio de un par de técnicos forenses que estaban sentados en uno de los escalones recogiendo fibras de la alfombra.
—¿Vivía sola? ¿Quién la ha encontrado?
—Vivía sola, y una amiga suya, con la que supuestamente debía reunirse anoche, ha notificado el hecho. La llamó varias veces durante la noche, pero no logró comunicarse con ella.
Esta mañana ha venido hasta la casa y ha encontrado a su amiga muerta —explicó sin detenerse.
Entraron a la habitación de la víctima; a simple vista, aquella parecía ser, sin duda, la escena primaria del crimen. Un fotógrafo y un médico, ambos del equipo forense, se encontraban trabajando en el lugar. Kendall observó todo como si, analizando sus pormenores, pudiera descubrir lo que había sucedido allí. Había cosas que representaban un extraño déjà una escena que ya habían visto con anterioridad.
—Kendall, Rachel, ¿cómo estáis? —saludó el forense, a la vez que apartaba por un segundo la atención de la víctima para concentrarse en los policías.
—Hemos tenido días mejores, Steven —dijo Rachel mientras recorría la habitación con especial cuidado de no pisar los pétalos de flores esparcidos por encima y alrededor de la cama.
—Lo sé.
—¿Tienes ya la causa de la muerte? —quiso saber Kendall, aunque sabía de antemano su respuesta.
—Podré decirte más después de la autopsia. —Le indicó que se agacharan—. Pero a priori diría que es muy probable que haya sido estrangulada.
Ambos policías observaron los rastros de sangre en los ojos de la víctima.
—Hemorragia petequial —aseveró Kendall.
—Así es, amigo. —No se sorprendió ante su afirmación; después de varios años trabajando para la policía, aquellos términos exclusivamente médicos no le eran del todo desconocidos.
—Igual que la mujer asesinada hace dos semanas en el boulevard Golden State —dijo Rachel, tras lanzar un suspiro.
—Me temo que no es lo único que tienen en común, Rachel. —Sacó un par de guantes de látex del maletín del forense y se arrodilló—. Las dos víctimas llevan el mismo peinado, y ambas son castañas.
—Sí, lo había notado.
Kendall levantó el vestido de la joven y no se sorprendió con lo que vio.
—El mismo maldito tatuaje, justo debajo de la cintura; las mismas malditas flores regadas por toda la habitación —señaló Rachel contrariada. No era la primera vez que se enfrentaban a un asesino en serie, pero los dos años que llevaba en la División de Crímenes Violentos le decían que se estaban enfrentando a alguien muy diferente. Un loco demasiado inteligente como para no dejar huellas ni fibras en las escenas de los crímenes; alguien que buscaba, mediante sus víctimas, revivir la imagen de alguna mujer que, de seguro, había tenido un significado crucial en su vida.
—Debe de ser su madre —murmuró.
—¿Qué has dicho? —Kendall levantó una ceja.
—Este maldito demente seguramente pretende traer de nuevo a su madre; y lo hace con sus víctimas.
Kendall se puso de pie y así permitió que Steven continuase con los estudios preliminares.
—No creo que sea a su madre a quien trata de revivir. —Se pasó una mano por la mata de cabello negro cuidadosamente peinado hacia atrás—. Observa las trenzas, el vestido corto y de estilo juvenil; además, las dos víctimas son jóvenes; si quisiera representar a su madre buscaría a mujeres mayores, no a jovencitas.
—Sí, es probable que tengas razón. —Buscó un par de guantes para ella.
—¿Cuándo murió, Steven? —Kendall observó el rostro de la muchacha. Estaba blanco y tenía los labios entreabiertos en una mueca casi siniestra. Pero lo que más le llamaba la atención eran sus ojos; estaban muy abiertos, parecían guardar el terror y la angustia que debía de haber padecido en sus últimos segundos de vida.
—Según la temperatura del hígado, lleva unas seis horas muerta.
Kendall observó su reloj.
—Eso quiere decir que fue asesinada, aproximadamente, a las dos de la madrugada.
Steven asintió.
—¿Qué hay del tatuaje? ¿Fue realizado post mortem como en la otra víctima?
—Es muy probable; si lo hubiese hecho cuando aún estaba viva, no habría resistido el dolor y se habría desmayado; y sabemos que intentó estrangularla mientras estaba despierta. No creo que hubiese esperado a que despertase para luego estrangularla.
—Es paciente, pero no tanto —acotó Rachel mientras echaba un vistazo al tatuaje de un nudo celta grabado en la piel de la víctima a fuego vivo. Al menos, no había estado consciente cuando el desgraciado se lo había hecho.
—Quiere que lo miren a los ojos mientras las está estrangulando. Eso indica, probablemente, que siente cierta especie de conexión con las víctimas o con la mujer que trata de caracterizar a través de ellas. —Kendall lanzó una mirada a sus manos—. Le coloca las manos sobre el pecho, como si estuviera buscando una manera de redimirse ante la mujer que busca representar.
—No puede haber redención para un sádico como él —respondió Rachel a la vez que se dejaba vencer por la rabia. Sabía que debía aprender a controlar su temperamento explosivo, pero le hervía la sangre cada vez que se enfrentaba a crímenes tan crueles como aquel.
Kendall esbozó una sonrisa comprensiva. Conocía a su compañera mejor que nadie y, muchas veces, había sido él el encargado de calmar su furia.
Uno de los técnicos forenses que estaban trabajando en la escalera entró en la habitación y, con cuidado, comenzó a recolectar los pétalos de flores en bolsas de papel.
—¿Qué crees que significan? —preguntó Rachel mientras observaba al joven hacer su trabajo.
—Sin duda, es un mensaje; tal vez los pétalos de nomeolvides tengan un significado simbólico para él.
—Es un loco.
—Es más que eso —corrigió Kendall—. Sabe lo que hace, Rachel.- Es un asesino completamente organizado, no deja evidencias físicas en la escena, planea con tiempo sus crímenes, estudia a sus víctimas con minuciosidad antes de dar el gran paso, llega hasta ellas y ejerce su poder. No está loco, al menos, no en el sentido al que tú te refieres. -
—Como sea, Schmidt. Debemos atraparlo y acabar con su locura antes de que vuelva a atacar —sentenció y salió de la habitación.
Kendall asintió.
—Bajemos y echemos un vistazo al resto de la casa.
Recorrieron la planta baja en un intento por buscar el lugar por donde había entrado el asesino. La puerta principal no había sido forzada.
—¡Detective! —Un oficial lo llamó desde la cocina—. ¡Venga a echar un vistazo a esto!
![](https://img.wattpad.com/cover/351229718-288-k399872.jpg)
ESTÁS LEYENDO
NO ME OLVIDES -ADAPTADA TERMINADA- KENDALL SCHMIDT
FanfictionEs mi novela favorita. Les va a encantar. Todos los créditos al autor original.