~ CAPITULO 57~

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—La sangre con la que escribió el mensaje en el rompecabezas es de animal —le informó Rachel a Kendall
______ permanecía en silencio en el asiento trasero del Mustang y escuchaba con atención.
—Los análisis del laboratorio indican que se trata, posiblemente, de alguna especie de felino —añadió.
Rachel no mencionó nada, pero _______ sabía que era muy probable que aquel mensaje se hubiese escrito con la sangre de Otelo. Un escalofrío le bajó por la espalda y cuando Kendall la miró a través del espejo retrovisor supo que él pensaba lo mismo. Bajaron en el departamento de policía y volvieron a recurrir al helicóptero.
—Debemos atravesar la ciudad y llegar hasta las montañas. Por allí pasan las vías del tren que rodean la cabaña —dijo Kendall a _______.
—¿Cuánto falta para llegar? —No estaba impaciente, pero deseaba terminar con aquello de una buena vez.
—Unos tres cuartos de hora.
—¿Por qué no intentas dormir? —sugirió Rachel y se dio media vuelta para mirarla.
—No podría —le respondió mientras esbozaba una tibia sonrisa—. Estoy demasiado nerviosa para pegar ojo.
Rachel asintió.
—Encenderé mi radio portátil, al menos, un poco de música te relajará.
_______ asintió, aunque le daba lo mismo. Nada lograría quitarle la ansiedad que sentía en el pecho; bueno, tal vez, había solo una cosa que podría hacerla desaparecer. Un abrazo de Kendall. Pero había muchos policías y él debía guardar las formas.
Se recostó en el asiento y cerró los ojos. La melodía de una emisora de música country inundó poco a poco sus oídos. Cada vez que el locutor detenía la música para hacer algún anuncio, el corazón le daba un vuelco en el pecho. El temor de que volvieran a anunciar que alguien dedicaba una canción a una tal _____(d) seguía latente.
Abrió los ojos y notó que estaban descendiendo. Cuando el helicóptero se posó, descorrió la cortina de la ventana. Echó un vistazo fuera, Kendall y Rachel estaban conversando. Se preguntó cuánto tiempo había dormido en el aire.
Se reincorporó en el asiento y, antes de bajarse, miró a su alrededor. El lugar estaba cubierto de matorrales y un pequeño bosque se erguía no muy lejos de allí. Estaban parados al costado de lo que parecía ser un camino improvisado. Cuando _______ se bajó y se puso de pie, la divisó. Una cabaña de madera oculta tras unos cuantos pinos. Se quedó parada allí, incapaz de dar un paso.
Kendall avanzó hacia ella.
—¿Estás lista?
_______ no le respondió, tampoco lo miró. Sus ojos castaños seguían clavados en la pequeña construcción de madera que parecía que se iba a derrumbar de un momento a otro.
—Vamos. —La asió de la cintura y la llevó a través del angosto sendero que conducía a la cabaña. Kendall percibió su angustia de inmediato; caminaba a su lado, pero parecía una autómata, una muñeca que se movía sin voluntad. Miró a Rachel y ella se puso del otro lado para ayudarle a llevar a _______ hasta la cabaña.
Era el lugar, lo sabía aun antes de entrar. Durante los tres meses de su cautiverio, nunca lo había visto; sin embargo, podía sentir cómo cada milímetro de su cuerpo se estremecía de pavor con cada paso que daba.
Kendall descorrió la lona que colgaba de la puerta y _______ se soltó de su brazo. Él se dispuso a abrazarla de nuevo, pero Rachel le hizo señas de que no lo hiciera.
Ambos se quedaron muy cerca de ella y estudiaron su reacción. Aquello era algo que _______ debía enfrentar sola.
Sus ojos castaños recorrieron el lugar con cuidado. Los rincones sucios y malolientes de aquellas cuatro paredes se le impregnaron en las fosas nasales; el olor a humedad en el suelo y en el techo de madera era demasiado familiar, espantosamente conocido, y enviaba pequeñas corrientes eléctricas a su cerebro.
De pronto, todo el lugar comenzó a girar en torno a ella y su cabeza parecía dar vueltas en sentido contrario. Tuvo que sostenerse de la mesa para no derrumbarse.
—¡_______! —Kendall la sujetó por los hombros mientras Rachel le acercaba una silla para que se sentara.
Ella cerró los ojos con fuerza para intentar detener las imágenes que comenzaban a plagar su mente con la velocidad de una fuerte ráfaga de viento.
Estaba recordándolo todo. Los recuerdos se encendieron dentro de su cabeza para abandonar, por fin, la oscuridad en la que habían estado enterrados durante cuatro años.
—Es aquí, Kendall, es aquí —murmuró con los ojos todavía cerrados. Temía que, si los abría, los recuerdos volverían a desaparecer.
Ya no era solo el olor a humedad y el perfume de nomeolvides los que habían revivido sus recuerdos. Se puso de pie con la ayuda de Kendall y fue hasta donde estaba la cama. Sus ojos se posaron sobre los barrotes de hierro oxidado donde él la había esposado.
Creyó experimentar el mismo dolor que le provocaba tener los brazos en aquella incómoda posición durante días. Él la liberaba solo para comer y para acompañarla al baño.
—Él entraba por allí. —Miró hacia la puerta—. Podía sentir el calor de la luz cuando él abría la puerta. Mi cuerpo se había acostumbrado a la oscuridad y a la humedad.
Se recostó en la cama bajo la mirada atenta de Kendall y de Rachel. No la detuvieron, estaba comenzando a recordar y, tal vez, aquella misma tarde conseguirían la identidad del asesino.
—Se acercaba y se cercioraba de que las ataduras estuvieran seguras. —Se miró los pies—. Luego se quedaba a mi lado.
Cerró los ojos otra vez. Fragmentos desordenados en su cabeza comenzaron a tener sentido.
No podía verlo, la venda que le cubría los ojos se lo impedía. Lo escuchaba caminar de un lado al otro por la cabaña y sabía cuándo se detenía para observarla durante largos ratos. Todas las mañanas el ruido de una lata que golpeaba una cacerola le indicaba que era la hora de comer. Los dos primeros días no había querido ingerir alimentos, pero luego el hambre se hizo insoportable y terminó por ceder. Las judías y las patatas que él le preparaba eran un asco, sin embargo, los engullía con desesperación: sabía que aquellos alimentos eran los únicos que probaría en todo el día. La soltaba para que comiera, pero, no bien terminaba, volvía a esposarla a pesar de sus súplicas y de las marcas rojas que estaban dejando las esposas en sus muñecas. Cuando le pedía agua, él se la daba. Ella era la única que hablaba, rogaba por su vida y lo maldecía una y mil veces.
Luego, una melodía comenzaba a inundar el lugar. Una canción que se volvía a repetir, constantemente, al punto de enloquecerla. La misma que le había dedicado en la radio. De nada servía que ella le pidiera que la quitara; cuanto más le gritaba que detuviera aquella tortura, más subía el volumen para apagar sus gritos.
_______ ya había perdido la cuenta de los días que llevaba allí, solo sabía que él venía al amanecer y se marchaba por las noches. Sabía que, unos minutos después de su llegada, un tren pasaba cerca de la cabaña. Cada mañana, su traqueteo le retumbaba en los oídos, sacudía ese lugar y le recordaba que el mundo, ahí fuera, seguía girando sin ella.
Pensaba en Kevin y en Leslie cada noche antes de dormirse. Su hermano y su mejor amiga debían de estar desesperados por su desaparición. Siempre habían cuidado de ella y, en ese momento, no sabían dónde estaba. De noche, trataba de evocar los momentos que habían compartido juntos, los buenos y los malos.
Sabía que quizá nunca los volvería a ver.
Por las mañanas, volvía a invadirla el terror cada vez que él llegaba. No soportaba saber que la estaba mirando. Se quedaba haciéndolo durante horas y nunca le hablaba, tampoco nunca la había tocado.
Pero un día, todo eso cambió.
Ella estaba adormecida y de repente sintió unos dedos que subían por su pierna. Sus cinco sentidos entraron en alerta de inmediato; se revolvió en la cama e intentó quitarse esa piel áspera y sudada que rozaba la suya. Sabía que era inútil si apenas podía moverse. Lo que más había temido en todo aquel tiempo estaba sucediendo. La mano se había cerrado sobre su muslo, y _______ se agitó asustada. Prefería que la matara, que acabara con su vida en ese instante, antes de que aquel hombre continuara tocándola de aquella manera.
Pese a que en ese momento sabía que estaba a salvo y que Kendall y Rachel estaban con ella, su cuerpo y su mente sin embargo parecían haber retrocedido en el tiempo. Se movió inquieta en la cama.
Kendall quiso ir hasta ella. No soportaba verla sufrir de aquel modo.
—Déjala —le dijo en voz baja Rachel—. Necesita hacerlo.
—Pero...
—Estará bien —le aseguró.
_______ continuaba moviéndose, buscaba deshacerse de aquella mano que rozaba su piel desnuda.
—Suéltame... suéltame —pidió una y otra vez, pero él seguía tocándola.
De pronto la soltó, y _______ creyó que por fin se alejaría, pero cuando lo sintió acercarse aún más, su cuerpo se paralizó.
Su mano sudada volvió a tocarla, esa vez en la mejilla. Creyó que vomitaría cuando sintió su aliento junto a su boca. Era caliente, húmedo y hedía a cigarrillo.
Cuando creyó que él la besaría, apretó sus labios con fuerza y echó la cabeza hacia atrás. Entonces, él se acercó a su oído y habló por primera vez.
—_____(d), serás mía; aunque no hoy.
Por primera vez había escuchado su voz y, por fin, cuatro años después, volvía a escucharla.
—Su voz. —Abrió los ojos—. Recuerdo su voz.
Kendall se sentó junto a ella en la cama.
—¿La has reconocido? ¿Te es familiar?
Ella lo miró, todavía aturdida.
—No lo sé, me susurraba al oído. —Comenzó a mover la cabeza de un lado a otro para acallar el sonido de su voz—. Me decía que iba a ser suya. Me tocaba y me decía que sería suya.
Kendall la abrazó y sintió cómo su cuerpo temblaba contra el suyo. No había sido violada, de eso estaba seguro. Los informes de los médicos que la habían atendido cuando fue encontrada habían descartado un ataque sexual, pero Kendall sabía que había muchas maneras de abuso que no dejaban huellas. Se estremeció de solo pensar que aquel sujeto había posado sus manos sobre ella. Debía preguntarle, tenía que saberlo.
La apartó y le tomó el rostro con las manos.
—_______. —Acopió valor antes de preguntarle—. ¿Él te hizo algo? ¿Se atrevió a hacerlo?
Ella notó la rabia y la impotencia en sus ojos verdes.
—No, solo me tocaba y me decía que algún día sería suya.
—¿Estás segura?
_______ asintió.
—Lo recuerdo todo ahora, Kendall.
—Bien, eso es muy importante, pero quiero que vayas despacio —le pidió mientras le acariciaba el rostro.
—Es imposible, Kendall. Los recuerdos se arremolinan en mi cabeza y buscan salir a la luz; ya han estado sepultados durante mucho tiempo. Debo dejarles que me guíen.
—Está bien.
—¿Recuerdas cómo te hizo el tatuaje? —preguntó Rachel que seguía de pie al otro lado de la cama.
_______ se tocó instintivamente la marca que llevaba justo debajo de la cintura.
—Me anestesió —comenzó a decir—. El olor era el mismo que sentí cuando me raptó.
—Cloroformo —acotó Rachel.
—Puede ser; el olor era, en extremo, penetrante. Llegó una mañana y me colocó un pañuelo empapado en la boca, quedé inconsciente de inmediato. Cuando me desperté estaba recostada de lado y tenía el vestido levantado. Sentí una fuerte quemazón cerca de la cintura.
—¿Te dijo algo al respecto? —quiso saber Kendall.
—Me cogió la mano y me hizo tocarlo. —Cerró los puños, parecía que la yema de los dedos le quemaban—. Tenía una protuberancia en su cuerpo, cerca del pecho, creo. Pasó mi dedo por el contorno de aquella figura y luego hizo que tocara la que acababa de hacerme. Eran iguales. —Sus ojos bajaron hasta el tatuaje—. Me dijo que aquel nudo nos uniría para siempre.
—¿Nunca permitió que le vieras el rostro?
—No, nunca me quitó la venda. Mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad y comencé a percibir todo lo que me rodeaba a través de los demás sentidos.
Reconocía su olor y el tacto de su piel áspera.
—¿Algo en particular?
—Los cigarrillos que fumaba; el tabaco era fuerte, lo percibía apenas llegaba.
Kendall sacó una cajetilla del bolsillo de su camisa.
—Huele estos. —Le acercó los cigarrillos a la nariz—. ¿Son parecidos?
_______ aspiró con fuerza.
—No, estos son más suaves.
—Probablemente fumaba negros —aseveró Kendall.
Rachel se sentó en la cama. Había una pregunta que su compañero todavía no había formulado y era crucial.
—¿Cómo lograste salir de aquí y escaparte?
_______ la miró. Se quedó en silencio y buscó aquel recuerdo en su memoria. Estaba fresco y si cerraba los ojos podía verse a sí misma huyendo de aquel lugar.
—Una de las tantas mañanas en que me soltaba para comer le supliqué que me quitara las cuerdas que ataban mis pies. Se lo había pedido muchas veces, pero nunca me había escuchado. Me dolían mucho y creo que se compadeció de mí, aunque solo accedió a aflojarlas. Después de comer sujeté el plato con fuerza, el sonido de su voz me indicaba la ubicación de su cabeza y, sin dudarlo, le golpeé. Le escuché desplomarse al suelo. Me quité la venda de los ojos, pero mi visión era borrosa debido al tiempo que había pasado vendada. Distinguí su figura tendida en el suelo junto a la cama y, con rapidez, me desaté los pies. Tenía que salir de allí antes de que él recuperara la conciencia. Me levanté de la cama y apenas apoyé los pies en el suelo sentí su mano sobre mi tobillo. —Su respiración había comenzado a agitarse—. Logré encontrar el plato, me arrojé sobre él y le golpeé una vez más. Me dolían los brazos, los pies y cada pedazo del cuerpo; pero mis ansias de huir de allí me hicieron sacar las fuerzas que no tenía y luché contra él como una fiera. Cuando por fin me soltó y dejó de moverse, me levanté como pude y salí de la cabaña tambaleándome. Los rayos de sol me quemaban los ojos y los pies me dolían mucho, pero corrí, tropecé y me caí un montón de veces; sin embargo, mi instinto de supervivencia no permitió que desfalleciera.
—¿Te fuiste sin ver quién era? —Rachel frunció el ceño.
—Lo único que quería era salir de allí antes de que despertara —explicó _______—. Además, veía todo borroso, apenas distinguía su silueta.
Rachel asintió. No podían exigirle más de lo que les estaba dando.
—Continúa —le pidió Kendall y apretó su mano.
—Seguí corriendo en medio del bosque a pesar de que me sangraban los pies; apenas soportaba el dolor pero no podía detenerme. Entonces, escuché que me llamaba. «¡_____(d)! ¡No puedes escapar de mí, es imposible escapar de tu propio destino!» Repetía aquello una y otra vez. Estaba cada vez más cerca y sabía que si me encontraba, me mataría. Me escondí dentro de una cueva poco profunda y me cubrí con un colchón de hojas secas. Le escuché acercarse y pararse a solo unos pasos de donde estaba. Ni siquiera me atrevía a respirar por temor a que me descubriera. Luego se fue y su voz que me llamaba se fue perdiendo en medio del bosque. Me quedé allí, cubierta con las hojas, hasta asegurarme de que él ya no regresaría. Debieron de pasar horas porque cuando me destapé ya comenzaba a anochecer. Pasé la noche allí. Tenía frío, hambre y me dolía todo el cuerpo, pero al menos estaba a salvo. Los coyotes aullaban no muy lejos de allí, ni siquiera me importó; me provocaba mucho más miedo que él me encontrara. Cuando amaneció, volví a ponerme en marcha porque sabía que él regresaría a buscarme. Seguí caminando, pero mi cuerpo agotado ya no respondía. De pronto, todo a mí alrededor desapareció y ya no supe nada más. Lo siguiente que recuerdo es haberme despertado en la habitación de un hospital.
—Un niño te encontró en medio del bosque y él y su familia te llevaron hasta el hospital de Loma Linda —agregó Kendall.
—Sí, Tommy Paddington. —Esbozó una leve sonrisa—. Me gustaría buscarlo y agradecérselo nuevamente. Le debo la vida a él y a su padre.
Kendall asintió.
—Será mejor que nos vayamos, este lugar te trae demasiados recuerdos dolorosos.
_______ se puso de pie y antes de abandonar la cabaña se detuvo.
—Venir aquí me ha devuelto la memoria; he recuperado una parte de mi pasado que mucho tiempo me he empeñado en dejar oculta en algún rincón de mi cabeza, aunque me temo que no ha servido de mucho.
Kendal se olvidó por un instante de que su compañera estaba esperándolos y besó a _______.
—Has reconocido el lugar y tu memoria ha regresado. —Clavó sus ojos intensamente verdes en los suyos—. Eso es suficiente para mí.
—Pero no lo he recordado a él —se lamentó—. Su rostro todavía sigue siendo un enigma.
—Tú estás bien y eso es lo único que importa —le aseguró—. Deja que Rachel y yo hagamos nuestro trabajo ahora.
Kendall entendía su angustia, porque al igual que _______, sabía que el rostro de aquel hombre era la pieza fundamental de aquel macabro rompecabezas...

NO ME OLVIDES -ADAPTADA TERMINADA- KENDALL SCHMIDTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora