—Señorita Carmichael, espero no ser inoportuno.
_______ se quedó mirando a Peter Franklin sin decir nada. Había olvidado por completo que iba a ir esa mañana para comenzar con la dichosa entrevista.
—Disculpe, señor Franklin —dijo mientras se aseguraba de que el nudo de la bata siguiera en su lugar—. Pase.
—Gracias; por lo que veo, había olvidado que iba a venir —comentó mientras observaba el interior del loft con interés.
—La verdad es que sí, señor Franklin.
—Peter, habíamos quedado en que me llamaría Peter —le recordó.
—Tiene razón.
Sam se acercó a ellos y prestó atención al extraño que acababa de invadir su territorio.
Peter Franklin se agachó y le acarició la cabeza.
—Simpático.
—Es Sam, el perro de Kendall.
Sam se apartó de inmediato y se puso al lado de _______.
—¿Está sola?
—Sí, mi hermano acaba de irse. Ha debido de cruzarse con él en pasillo.
Él asintió.
—Seguramente.
—¿Por qué no se pone cómodo mientras me termino de vestir? Estaré con usted en un instante —le dijo y se fue hacia la habitación.
—Está bien.
La observó desaparecer detrás de la puerta corredera y se sentó en el sofá. Sacó unos papeles del interior del maletín que llevaba y, mientras esperaba, se dedicó a estudiar el lugar.
Unos cuantos minutos después, _______ regresó más presentable.
—Espero no haberle hecho esperar demasiado —le dijo y le sonrió—. ¿Le gustaría un café?
—No, quizá más tarde.
—Bien. —Se acercó y se sentó junto a él.
—Antes que nada, le agradezco que haya aceptado que la entrevistara. He seguido el caso del Asesino de las Flores desde el principio y quedé fascinado con los crímenes. —Hizo una pausa—. No me malinterprete; lo que quiero decir es que lo que realmente me parece extraordinario en este caso, es lo que se esconde detrás, la motivación que tiene ese hombre para cometer semejantes actos.
—Entiendo.
—He recopilado mucha información a través de las entrevistas y las conferencias de prensa que ha dado la policía y el alcalde. Incluso he conseguido hablar con un par de oficiales que me han comentado algunos aspectos del caso que no fueron revelados a la prensa. Pero cuando Leslie me contó que usted estaba relacionada con esos crímenes, supe que tenía que conocerla.
—Querría no estar relacionada, créame.
—La entiendo. Debo confesarle que apenas supe de su existencia me puse a investigarla a usted y a su pasado. Entonces, me dije a mi mismo: «¿Por qué no contar su historia?» Así surgió la idea de escribir esta novela basada en su caso de secuestro y en su conexión con los crímenes del Asesino de las Flores.
—Veo que le fascina este tema.
—No se imagina cuánto, _______.
—Me ha dicho que ha investigado mi vida; entonces, no habrá mucho de mí para contarle.
—Se equivoca. Estoy seguro de que tendrá mucho que decirme.
_______ se sintió incómoda de repente. No le gustaba hablar de su vida privada y aquel hombre parecía dispuesto a invadir a fondo su intimidad.
—Comenzaré a hacerle preguntas; si no se siente con ánimo de responderlas, solo me lo dice y cambiamos de tema. No quiero que se sienta obligada a contestar algo que no quiera —dijo y se acomodó las gafas.
—Me parece bien.
Sacó entonces una grabadora de su maletín.
—Espero que no le importe que grabe nuestras conversaciones. Es más práctico para mí que estar tomando notas —le explicó y apretó el botón de rec—. Además, no quiero pasar nada por alto.
_______ asintió, no había otra cosa que pudiera hacer.
La escena primaria del crimen de la quinta víctima oficial del Asesino de las Flores no fue ninguna sorpresa para nadie, mucho menos para Kendall y Rachel.
Una joven, con las mismas características de _______, tendida cruelmente sobre su cama con pétalos de nomeolvides alrededor. El vestido de algodón, los pies descalzos y la trenza eran los detalles que parecían completar la obra de aquel psicópata. Sin embargo, ellos sabían que había mucho más. Rachel se acercó y la observó.
—¿Son ideas mías, o cada vez se parecen más a _______?
Kendall tenía un nudo en la garganta. Era imposible no advertir que las dos últimas víctimas eran casi la viva imagen de _______.
—Sigue colocando las manos cruzadas sobre su pecho; después de las víctimas que se ha cobrado, parece que experimenta cierto remordimiento después de asesinarlas —comentó con los ojos clavados en sus manos.
—Me parece patético que sienta remordimiento y siga matando —respondió Rachel y echó un vistazo a la habitación.
—¿Cómo se llamaba?
—Lisa Rogers, tenía veintisiete años y vivía sola con su perro. Trabajaba en un banco como contable. Su jefe y sus compañeros han comenzado a preocuparse cuando esta mañana no ha llegado a su trabajo, la han llamado y, al ver que nadie respondía, uno de ellos ha llamado al 911. Cuando la han encontrado, su perro no estaba en la casa. Luego lo han oído lloriquear del otro lado de la puerta de calle —explicó Rachel.
Kendall no pudo evitar pensar en Sam y en lo que había pasado en el lobby de su edificio.
—¿Dónde está el perro ahora?
—Se lo han llevado los de Sanidad Animal. Lo tendrán allí para los estudios de rutina y luego se lo devolverán a la familia.
Kendall asintió mientras levantaba la sábana que cubría el cuerpo sin vida de Lisa Rogers de cintura para abajo.
Creía que estaría listo para lo que vendría a continuación, pero cuando vio aquellas palabras grabadas en su piel, sintió que los músculos de su estómago se tensaban.
«_____(d), estoy acercándome.»
La mano de Rachel se apoyó en su hombro.
—¿Estás bien?
Él asintió.
—Sera mejor que echemos un vistazo a la escena; Steven se encargará del cuerpo apenas llegue —sugirió Kendall y apartó la vista del cadáver.
—No dejes que esto te afecte demasiado, Kendall.
—¿Cómo lo hago? —le preguntó aturdido.
—Tal vez deberías alejarte del caso.
—¡Ni siquiera lo menciones! ¡Voy a atrapar a ese maldito, aunque sea lo último que haga en mi vida! —le aseguró.
Rachel no le dijo nada, pero era exactamente eso lo que temía, que arriesgara su propia vida en afán de detener al asesino. Y ya no se debía solo a su deber como policía y para cerrar el caso que había acabado con la vida de su padre. Sus razones iban mucho más allá; Rachel comprendió que el amor que sentía por _______ Carmichael era lo que realmente lo motivaba a querer atrapar al Asesino de las Flores. Dejó escapar un suspiro, debía resignarse, no había nada que ella pudiera hacer para impedírselo, solo permanecer a su lado y cuidarle las espaldas. Era imposible hacer entrar en razón a un hombre enamorado, mucho más cuando la mujer amada se encontraba en peligro.
—Iré a revisar la sala —le dijo y lo dejó solo en la habitación—. Cuando hemos llegado había dos tazas de café, tal vez, la víctima lo dejó entrar porque lo conocía.
—O fue lo bastante hábil para que ella le permitiera la entrada —alegó Kendall mientras hurgaba en el armario.
—Si bebió del café, podremos obtener su ADN —le gritó Rachel desde la sala.
Kendall lo dudaba, y cuando Rachel le avisó de que solo una taza estaba medio vacía no se sorprendió. Ni siquiera había bebido el café para no dejar rastros. La inteligencia de aquel sujeto no dejaba de inquietarle. Pensó en Jack Gordon, el hombre que habían atrapado y que se había convertido en el principal sospechoso. Él no poseía esa capacidad intelectual y, sin embargo, se habían encontrado algunas evidencias en su contra. Con ese quinto crimen, no tenían más opción que dejarlo ir.
El verdadero asesino era demasiado sagaz, incluso para ellos. Más que nunca se convenció de que Jack Gordon no había sido más que una distracción, una pieza importante en un juego de ajedrez que el asesino estaba jugando con ellos. Deseaba desviar la atención hacia alguien más y por esa razón, había plantado el bisturí en su casa. Eso estaba claro, pero lo que lo desconcertaba más era el asunto del anillo. Era obvio que el asesino lo había usado porque sabía que Jack Gordon tenía uno y sería fácil identificarlo. Sin embargo, estaba convencido de que no sería nada sencillo conseguir un anillo como aquel. La fraternidad a la que pertenecían los que lo usaban ya no existía en la Universidad Estatal de California. Se había disuelto un par de años atrás, después de un escándalo sexual en medio de una ceremonia de iniciación.
—¡Kendall, ven aquí!
Kendall salió de la habitación y se unió a su compañera. La encontró sentada en el sofá mientras hojeaba un anuario escolar.
—¿Qué sucede?
—Tienes que ver esto. —Se puso de pie—. Observa esta foto.
Kendall fijó su mirada en la fotografía que Rachel le había señalado.
—Es... es _______ —balbuceó impresionado.
En la foto estaban _______ y Lisa Rogers abrazadas y riendo; ambas estaban disfrazadas de brujas en lo que parecía ser una fiesta durante la celebración de Halloween.
Debajo de la foto, había una pequeña nota escrita en negro: «_______ y Lisa, mellizas de corazón.».
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NO ME OLVIDES -ADAPTADA TERMINADA- KENDALL SCHMIDT
FanficEs mi novela favorita. Les va a encantar. Todos los créditos al autor original.