~ CAPITULO 62 ~

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En la comisaría se había organizado un importante grupo de hombres para comenzar la búsqueda. Todos sabían que sería como buscar una aguja en un pajar pero contaban con el recurso humano y la tecnología suficiente para lograrlo.
Kendall, junto con Rachel y su jefe, organizaba todo desde la oficina. Él habría preferido lanzarse a las calles y buscar a _______ hasta encontrarla, pero su compañera lo había convencido de que lo mejor era que se quedara allí. No era bueno que actuara bajo aquella presión emocional.
Estaban revisando el expediente de Peter Franklin Massey para encontrar un dato que pudiera guiarlos hasta el lugar al que se había llevado a _______; sin embargo, Kendall se sentía más impotente que nunca.
—Deberíamos haber sido más inteligentes que él —murmuró mientras revisaba unos papeles.
—No te lamentes, Kendall —le dijo Phil—. Nadie lo pudo prever
—¿Por qué diablos habrá salido con él? —despotricó Kendall y cerró de un golpe la carpeta—. ¡Hacía las entrevistas en el loft, nunca se movían de allí!
Rachel lanzó un suspiro. Conocía a Kendall y sabía que la desesperación lo estaba aniquilando.
—Ha debido engañarla con alguna cosa.
Kendall movió la cabeza de un lado a otro. ¡Maldito bastardo! Había sacado a _______ de un sitio seguro para llevarla a su territorio; un territorio que desconocían por completo.
Phil Conway se sentó en la esquina del escritorio del hijo de su mejor amigo.
—¿Qué has encontrado en su expediente?
Kendall abrió una vez más la carpeta y comenzó a leer.
—Peter Franklin Massey, nació hace veintinueve años en Tulsa, Oklahoma. Su padre abandonó a su madre antes de que él naciera y cuando tenía seis años su madre, una alcohólica, lo envió a vivir con unos tíos en San Bernardino, a 450 kilómetros de Fresno. Al parecer, sus tíos eran un matrimonio extremadamente religioso y tuvo adaptarse a vivir bajo sus reglas. —Frunció el ceño—. Aquí dice que lo castigaban y lo encerraban en el sótano de la casa cada vez que cometía alguna falta. Lo dejaban allí durante días hasta que se aseguraban de que había aprendido la lección.
—¡Por Dios! —exclamó Rachel.
—Asistió a un colegio exclusivo para varones hasta terminar la secundaria. Cuando cumplió la mayoría de edad sus tíos lo echaron de casa.
—¡No puedo creer que exista gente así todavía! —comentó Rachel, indignada.
—Sigue leyendo —pidió Phil.
—Consiguió un empleo en una gasolinera y luego se mudó a Fresno.
—¿Qué pasó con sus tíos? —preguntó Rachel.
Kendall buscó en el expediente alguna información más sobre ellos.
—Su tío murió de cáncer hace seis años y su tía sigue viviendo en la misma casa. —Volvió al punto en donde había dejado de leer—. Al parecer, la universidad cambió su visión de las cosas. Fue arrestado un par de veces por disturbios y peleas; cuando ingresó en la fraternidad Delta Omega, su vida pareció dar un vuelco total. Fiestas, descontrol y su educación de pacato religioso se fue por la borda.
—Allí conoció a _______ Carmichael —acotó Phil.
Kendall asintió.
—Él estudiaba periodismo y, al parecer, tenían clases en común. En algún momento, la vida de ese miserable se cruzó con la de _______ y allí comenzó su pesadilla. —Volvió a clavar la mirada en la carpeta—. Todo comienza a encajar, de un modo patético, ahora.
Phil Conway frunció el ceño.
—¿A qué te refieres con exactitud?
—Las escenas de los crímenes, los mensajes que dejaba. Todo. —Esbozó una sonrisa amarga—. Olvido: eso es lo que no pudo soportar. La idea de que _______ lo hubiera borrado de su mente fue demasiado para él. Ha sido ignorado y menospreciado durante toda su vida, y _______ se convirtió para él, quizá, en el único motivo importante para seguir adelante. Su obsesión por ella solo alimentó el mundo de fantasía en el que vivía inmerso; un mundo en donde alguien, al fin, lo amaba.
—Una obsesión mortal —musitó Rachel. Comenzaba a entender las motivaciones de aquel sujeto. Después de haber vivido bajo el yugo de sus tíos, el mundo nuevo que se abría ante sus ojos debía de haberlo deslumbrado, hasta el punto de no saber distinguir entre la realidad y la fantasía.
Kendall asintió.
—Se sentía insignificante y necesitaba hacer algo grande para no ser olvidado. Por eso, las flores durante el cautiverio de _______ eran una forma de pedirle que no lo olvidara. Podía soportar todo, pero no que ella no lo recordara.
—Y por eso decidió recordarle a _______ el tiempo que habían pasado juntos y recreó la misma escena con cada una de sus víctimas —acotó Rachel—. Para no ser ignorado nuevamente debía dejar una huella, se valió de los tatuajes para ello.
—¿Y qué hizo durante el tiempo en que _______ estuvo desaparecida? —preguntó Phil.
—Cuando fue secuestrada estaba terminando el semestre, por lo que nadie notó sus ausencias prolongadas. —Hizo una pausa—. Estaban en época de vacaciones.
Phil Conway los observó a ambos.
—¿Dónde creéis que la habrá llevado?
Kendall se pasó una mano por la cabeza y se reacomodó unos mechones de pelo en su lugar.
—La casa de su tía está demasiado lejos; además, no creo que quiera regresar allí. Aquella no fue una época muy feliz para él. —Centró su atención otra vez en el expediente—. La cabaña ya no es un lugar seguro.
—Tampoco la ha llevado a su casa, hemos enviado un par de hombres al lugar y está vació. De todos modos, pondremos vigilancia permanente por si decide volver —dijo Rachel.
—No lo hará. Es demasiado astuto como para arriesgarse a ir hasta su casa.
—¿Entonces, adónde puede haberla llevado?
Kendall se puso de pie y caminó hacia la ventana. Observó hacia el exterior con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones.
No lo sabía. Desconocía la respuesta a aquella pregunta crucial y eso lo estaba volviendo loco.
Fuera, el bullicio y el ajetreo de Fresno seguían su curso. Mientras tanto, en algún lugar de aquella ciudad, _______ luchaba por su vida.

_______ se asió del picaporte y no se sorprendió de que la puerta cediera con tanta facilidad. Entró y la cerró tras de sí aunque comprendió que sería inútil. No tenía cerradura. Buscó algo para colocar contra la puerta y de ese modo impedir su entrada, pero no lo halló.
El lugar donde se encontraba no era tan grande como la sala atestada de viejas máquinas; del techo colgaban cortinas blancas que llegaban hasta el suelo.
Comenzó a caminar y se abrió paso entre ellas. Eran unas cuantas y, cuando traspasaba una, otra volvía a surgir. De pronto, las cortinas parecieron rodearla y no supo en qué dirección seguir. Parecía estar en medio de un laberinto de tela, debía encontrar la salida, de algún modo, debía encontrarla.
Las cortinas la envolvían y, por fin, distinguió un halo de luz delante de ella. Se detuvo. Era la última; sabía que si traspasaba aquella cortina, lograría salir. Ignoraba lo que le esperaba del otro lado. Respiró hondo y comenzó a caminar nuevamente.
Corrió con cuidado la última barrera y comprendió que seguía atrapada. El laberinto solo había dado paso a una prisión más aterradora. _______ comprendió en ese instante que su pasado la arrastraba sin remedio hacia un círculo vicioso, donde su vida parecía estar condenada a repetir lo mismo, una y otra vez.
Su cuerpo se desplomó de rodillas. El suelo de cemento era áspero y la lastimaba, pero ni siquiera le importó. Sus ojos castaños estaban clavados en la escena que él había preparado para ella.
El lugar no tenía ventanas; la luz que había percibido provenía de una claraboya que había en el techo. Había una cama junto a una de las paredes y unas esposas colgaban de los barrotes de la cabecera. El perfume de nomeolvides inundaba el lugar. _______ vio los pétalos esparcidos sobre la cama y el suelo.
No había nada más; solo la cama, las esposas y las flores. Tres cosas que su mente había enterrado por tanto tiempo y que, sin embargo, habían esperado pacientemente por ella, para acecharla y recordarle que había un destino que cumplir. Un destino del que ya no podría escapar.

NO ME OLVIDES -ADAPTADA TERMINADA- KENDALL SCHMIDTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora