Kendall observó el rostro pálido de Tessa Hodgins, tan blanco como la sábana que cubría su cuerpo ya sin vida.
—Sí, tiene su mismo cabello, sus ojos son muy parecidos. —Los ojos abiertos de la joven miraban hacia el cielorraso.
—Es escalofriante.
—Sí. —Kendall deslizó la sábana para cerciorarse de que el nudo celta estuviera tatuado debajo de su cintura, pero lo que apareció ante los ojos asombrados de ambos policías fue más perturbador.
—¡Por Dios! ¡No me digas ahora que este tipo no está loco de remate!
Kendall no le respondió. Sus ojos verdes seguían clavados en el vientre de la muchacha muerta. Un nombre había sido tallado, de manera cruel, sobre su ombligo. Sintió que se le helaba la sangre al leer lo que aquel hombre había escrito. Letras, garabatos perfectamente legibles en letra de imprenta. «_____(diminutivo).» Repitió el nombre en su cabeza decenas de veces para convencerse de que no era una alucinación.
—¿Qué crees que ha usado para hacer eso? —preguntó Rachel mientras observaba a su compañero, que estaba absorto mirando el cadáver.
—No lo sé; sabremos más cuando Steven realice la autopsia.
—He escuchado que alguien mencionaba mi humilde nombre. —Steven Colby irrumpió en la habitación con su habitual maletín.
Rachel se puso de pie y le sonrió apenas.
—Tienes trabajo, Steven —le anunció y devolvió la libreta a su lugar.
—¿Otra más, verdad?
Ambos asintieron al unísono.
—Hay algo diferente esta vez, Steven. —Kendall le mostró el mensaje que el asesino había dejado en el cuerpo de su tercera víctima.
—¡Cielos! —Steven abrió su maletín y después de calzarse los guantes tocó los surcos rojos que había dejado la incisión en la piel de Tessa Hodgins—. El corte es casi simétrico, parece estar hecho con una especie de daga pequeña o un bisturí —indicó.
—Rachel, dile al fotógrafo que venga a sacar las fotos antes de mover el cuerpo.
—Enseguida, Schmidt.
Se dispuso a abandonar la habitación cuando algo llamó poderosamente su atención, junto a la ventana, algo blanco relucía bajo los rayos de sol que se filtraban por el cristal. Caminó hasta el lugar y se agachó para observar mejor. Lo reconoció de inmediato: era maquillaje en polvo; alguien lo había pisado y se había impregnado en la alfombra. Se levantó y caminó hacia el tocador de la víctima. Como había imaginado, la polvera no estaba. Se inclinó, había más polvo en aquel lugar; echó un vistazo debajo del armario y encontró la polvera abierta y casi vacía. La levantó y la sujetó con cuidado.
—Kendall, ven aquí.
—¿Qué sucede?
—¡No te lo vas a creer! —Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su rostro.
Lo llevó hasta donde había encontrado la huella parcial cerca de la ventana.
Kendall no quería ilusionarse demasiado; la huella de calzado que el polvo había desvelado solo era parcial, y tal vez pertenecía a la víctima.
—Busca al fotógrafo, y que luego hagan un molde de la huella —le indicó. Rachel asintió.
—Quizá tengamos suerte, y haya cometido el primer error —auguró.
—Esperemos que sea así; por el momento, no podemos adelantarnos.
Rachel fue en busca del fotógrafo, y Kendall regresó junto a Steven.
—Esto es completamente nuevo, Kendall. La primera vez que deja un mensaje —le comentó el forense.
—Lo sé. —Se pasó la mano por la nuca y trató de relajarse con una respiración profunda, pero no le sirvió de nada—. ¿Cuánto hace que murió?
—El rigor mortis ha alcanzado ya su máxima rigidez —indicó mientras movía el cuerpo—.
Lleva muerta entre seis y doce horas; sabré más cuando tome la temperatura de su hígado. La incisión fue post mortem, no hay rastros de sangre.
Kendall lo observó mientras sacaba un largo termómetro del maletín y lo colocaba en el costado derecho de la víctima.
—La temperatura apenas alcanza los trece grados centígrados. —Quitó el termómetro—. Eso nos da un parámetro más exacto: diez horas.
Kendall miró su reloj de pulsera. —Significa que murió a las diez y media de la noche, aproximadamente.
—Exacto.
El fotógrafo forense y uno de los peritos llegaron. Tras tomar algunas fotografías del cuerpo y de la escena del crimen, el fotógrafo se marchó, no sin antes avisar a Kendall de que su compañera había salido de la casa para interrogar a los vecinos.
—Debe de ser abrumador para ella cada vez que se enfrenta a una escena como esta —comentó Steven mientras extraía unos tubos de plástico de uno de los tantos compartimientos de su maletín de trabajo.
—Creo que, sencillamente, está acostumbrada —repuso Kendall mientras observaba cómo el perito volcaba el yeso sobre la huella.
—¿Lo crees de verdad? No considero que alguien pueda acostumbrarse a la muerte una y otra vez, y salir indemne después.
—¿Y lo dices tú?
Steven asintió mientras levantaba las cejas.
—Parece ilógico, pero es así, llevo más de siete años haciendo esto y creía que, con el tiempo, me acostumbraría. Por supuesto que me he habituado a los cadáveres, porque convivo con ellos —sonrió—, ya sé que «convivir» no es el término adecuado, pero paso la mitad del día entre ellos. Solo que es a esto a lo que nunca podré adaptarme —señalo el cuerpo inerte de Tessa Hodgins— personas inocentes que caen en las manos equivocadas y terminan siendo asesinadas de manera demasiado cruel.
Kendall le sonrió con comprensión. Entendía a lo que se refería, él podía fingir que no lo afectaba, pero era inútil hacerlo. Había elegido ser policía no solo para complacer a su padre, sino porque creía en lo que hacía. Proteger y salvaguardar la vida de las personas era lo que siempre había considerado su principal regla a seguir, aunque en la academia no le habían enseñado qué hacer con el resentimiento y la impotencia que lo aturdía cada vez que era testigo de una escena grotesca como aquella.
—Estrangulada como las demás muchachas —afirmó Steven.
—Sí. —Los ojos verdes se desviaron otra vez hacia el vientre de la muchacha.
—¿Quién será «_____(d)»? —preguntó Steven y se rascó la barbilla. No tardó en llegar a una conclusión—. ¿Es ella, verdad? ¿La mujer a la que intenta representar a través de sus crímenes?
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NO ME OLVIDES -ADAPTADA TERMINADA- KENDALL SCHMIDT
FanfictionEs mi novela favorita. Les va a encantar. Todos los créditos al autor original.
