~ CAPITULO 25 ~

5 0 0
                                    

—¿Por qué no te recuestas e intentas dormir? Puedo darte un tranquilizante para que logres conciliar el sueño.
_______ miró el desorden de la cocina.
—No te preocupes, yo ordeno todo, sabes que mi manía no me permitirá irme a la cama a sabiendas de que la cocina está hecha —observó alrededor— un pequeño desastre.
—Lo siento, quería preparar el risotto con queso, porque creía que Kevin se quedaría a cenar.
—No tienes que justificarte, _______. —La ayudó a levantarse—. Vamos, te vas a dar un baño caliente que te relaje y luego te meterás en la cama. Después, te llevo el tranquilizante y si ves que no puedes dormir, te lo tomas.
_______ asintió sin protestar y dejó que su amiga cuidara de ella, al menos por esa noche.
El timbre de la puerta le impidió dar un paso más.
—¿Quién será a estas horas?
—Deja que yo vaya.
_______ miró a su amiga caminar hacia la puerta con cautela y espiar a través de la mirilla antes de abrir. ¿Quién insistía en tocar a esas horas de la noche?
—Es el detective Schmidt—le anunció antes de abrir.
Efectivamente, Kendall Schmidt estaba plantado junto a la puerta de su casa con una amplia sonrisa enmarcando su rostro.
—Disculpe que me aparezca a esta hora, pero necesitaba hablar con la señorita Carmichael. —Dirigió la mirada hacia _______ que no le había quitado los ojos de encima desde que su amiga había abierto la puerta. La luz que alumbraba el porche iluminaba solo parte de su rostro y el brillo que emanaba de sus ojos verdes hacía destacar aún más la profundidad de su mirada. Llevaba el cabello húmedo y unos rizos caían en desorden sobre su ancha frente. Los ojos de _______ bajaron por la línea de su mandíbula y recorrieron la nuez que se acentuaba en su garganta cada vez que respiraba. Un poco más abajo, un poco de vello oscuro y rizado se asomaba a través de la camisa en tonos grisáceos que llevaba puesta.
El trance en el que parecía haber caído _______ se desvaneció al escuchar la voz de su amiga.
—Pase, detective.
—Gracias.
_______ continuaba sin pronunciar palabra a tan solo un par de pasos de él.
—Bueno, si me disculpan, hay trabajo que me espera en la cocina. —Dio media vuelta y desapareció de la sala mientras sus labios se curvaban en una sonrisita traviesa.
—¿Quiere tomar un café? —Se estaba poniendo nerviosa y sus manos comenzaban a sudar.
—No, gracias, no se moleste. —Kendall procuró ignorar la emoción que bullía en su interior al volver a verla.
—Siéntese —le indicó.
Kendall la observó mientras se ubicaba en la orilla del sofá. No supo si sentarse frente a ella o a su lado; siguió sus deseos y se sentó junto a ella.
—Usted dirá —dijo ella finalmente, e hizo añicos el silencio que comenzaba a hacerse cada vez más tenso.
Kendall estiró su brazo por encima del respaldo del sofá y sus dedos casi tocaron el cabello de _______ que caía sobre su espalda en una cola de caballo. Se preguntó qué se sentiría al enterrar los dedos en aquella mata de suave cabello castaño y lentamente liberarlo de la banda de goma que lo contenía para dejarlo caer libre sobre sus hombros.
_______ se movió inquieta. Cuando lo hizo, su rodilla desnuda rozó la tela áspera de los vaqueros que Kendall llevaba. La suave fricción provocó en él una marejada de sensaciones que subieron hasta su garganta. Entonces ella lo miró y Kendall apenas pudo contener el impulso de tomarle el rostro y besarla. Respiró hondo un par de veces; debía concentrarse en su trabajo y pensar en la protección de _______. Sin embargo, inevitablemente, sus pensamientos se desviaban en otra dirección.
—He querido venir y saber cómo estaba. —Sus ojos se posaron en los labios entreabiertos de ella.
_______ intentó procesar en su cerebro lo que aquellas palabras significaban. Sabía que, tal vez, solo formaba parte de su trabajo como policía. Después de todo, era uno de sus deberes velar por el bienestar de las personas, pero la manera en que él la había mirado mientras se lo decía le hizo pensar otra cosa. Estaba preocupado por ella y por su seguridad, preocupado por lo que pudiera pasarle, y había venido hasta su casa, en medio de la noche, para saber cómo se encontraba. Descubrir aquello no la incomodó; muy por el contrario, la hizo sentirse más segura.
—No voy a mentirle —empezó a decir—. He tratado de aparentar fortaleza ante mi hermano y mi amiga, pero por dentro, estoy destrozada. No solo es la muerte cruel de Otelo, sino todo lo demás; los crímenes, mi secuestro, ese hombre, usted...
—¿Yo?
—Sí, usted pretende cosas de mí y no sé si podré dárselas. Aparece en mi vida y me dice que necesita mi ayuda para detener a un asesino; me pide que recuerde una época de mi vida que preferiría no desenterrar nunca de mi memoria.
—Lo siento; nunca he querido presionarla, _______.
—Sé que lo siente y que solo está tratando de hacer su trabajo, pero le pido que me entienda a mí también. —Lo observó mientras él apartaba un mechón de cabello todavía húmedo de su rostro.
—Créame que nunca habría deseado que se involucrara en todo esto, pero lamentablemente hay alguien más, allá afuera, que desea todo lo contrario. —Se moría de ganas de abrazarla y de probar esos labios que se movían inquietos de un lado a otro mientras lo escuchaba. Probar el sabor de su boca y embriagarse con él hasta perder la razón.
Si _______ no se hubiera puesto de pie, en aquel preciso momento, habría terminado por ceder a sus instintos; y sabía que luego se arrepentiría de una locura como esa.
Caminó hacia la ventana que daba al jardín; la cercanía de aquel hombre la inquietaba y sus ojos parecían tener la clara intención de querer hechizarla. Necesitó apartarse de él y poner un poco de distancia entre ellos. Sabía que continuaba sentado a un par de pasos de distancia, pero percibía la intensidad de su mirada pegada a su espalda. Se pasó la mano por el cuello: su pulso se había acelerado. Lo que el detective Kendall Schmidt provocaba en ella era algo nunca antes experimentado; una sensación que la dominaba por completo y nublaba sus cinco sentidos.
Se dio media vuelta y cuando volvió a enfrentarse con sus ojos pudo sentir el temblor en sus piernas.
—Detective, es tarde.
Kendall se levantó de un salto y avanzó hacia ella.
—Es verdad, ni siquiera sé qué estoy haciendo aquí —respondió y esbozó una sonrisa.
—Lo acompaño. —Pasó a su lado y, por un segundo, creyó que él la detendría y la besaría apasionadamente. Pero no fue así.
Salió con él hasta el porche y trató de mostrarse lo más serena posible.
—Nos vemos —dijo él y le lanzó una última mirada antes de echarse a andar hacia su automóvil.
_______ se quedó en silencio mientras observaba cómo se subía en su Mustang negro y ponía distancia entre ellos.
Se recostó contra la puerta y contempló la luna un instante antes de entrar en la casa.
Una silueta se mezclaba entre las sombras que esa misma luna dibujaba caprichosamente aquella noche.
Nadie escuchó el nombre que esa silueta pronunció, casi en un susurro, una y otra vez.
_____(d), _____(d), _____(d)....

NO ME OLVIDES -ADAPTADA TERMINADA- KENDALL SCHMIDTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora