~ CAPITULO 58 ~

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—Tu hermano vino a hablar conmigo —soltó Kendall, mientras cenaban en la terraza en compañía de Sam.
El trozo de salmón gratinado que _______ se había metido en la boca dos segundos antes, se le atravesó en la garganta. Bebió un poco de agua y se limpió los labios húmedos con la servilleta de papel.
—¿Cuándo, dónde, por qué? —inquirió atónita y levantó la voz. ¿Cómo había ocurrido aquello y ella no se había enterado?
—¡Ey, dispara más despacio! —le respondió él mientras levantaba las manos.
—¡Kendall, responde!
Él dejó la copa de vino y apoyó ambos brazos sobre la mesa.
—Te has equivocado de profesión, deberías haber ingresado en la academia de policía. —Le sonrió divertido—. Tus métodos de interrogatorio son bastante especiales.
Ella no dijo nada, sus dedos comenzaron a tamborilear por encima de la mesa impaciente por escucharlo.
—¿Cuándo? Ayer por la tarde. ¿Cómo? Apareció en mi trabajo. —Hizo una pausa—. Y el porqué, te lo debes imaginar.
—No juegue conmigo, detective Schmidt —le advirtió.
Kendall le acarició el dorso de la mano con el dedo índice.
—No me pidas eso, _______ —dijo con la voz ronca.
Ella retiró la mano.
—¡Estoy hablando en serio!
—¡Está bien, está bien! Te lo diré. —Dejó escapar un suspiro—. Kevin vino a hablar conmigo como tu hermano mayor.
—¿Y qué diablos significa eso? —_______ estaba comenzando a sospechar los motivos de la sorpresiva visita de su hermano a Kendall, pero quería que él mismo se lo confirmara.
—Según sus propias palabras, vino a preguntarme qué intenciones tengo contigo.
_______ se quedó boquiabierta. Sabía que la aparición de Kevin en el loft podría tener una consecuencia como aquella. ¡Dios! ¿Qué le habría exigido su hermano a Kendall? Y lo que era más importante aún, ¿qué le habría dicho él? Intentó imaginárselos en aquella conversación y tuvo que reconocer que, a pesar de la sorpresa y la vergüenza que estaba experimentando en ese mismo momento, no dejaba de tener su lado cómico. Kevin indagando las intenciones de Kendall para con ella y el pobre Kendall, enfrentándose a un hermano mayor posesivo y demasiado protector.
Comenzó a reírse para ocultar su nerviosismo.
—Lo siento, Kendall. Debió de ser una situación extraña para ti. —Seguramente no estaría acostumbrado a que los hermanos mayores de alguna de sus conquistas se presentaran ante él para exigirle explicaciones acerca de sus intenciones.
—En realidad, no lo fue —respondió muy tranquilo.
—¿No?
Él negó con la cabeza y volvió a acariciarle la mano.
—Tu hermano es un hombre sensato y se preocupa por ti.
—A veces, creo que demasiado. —Esbozó una sonrisa.
—No puedes culparlo.
—Lo sé, pero haber ido a hablar contigo para exigirte...
—¡Espera! Tu hermano no me ha exigido nada. —La sacó de su error—. Solo conversamos y aclaramos las cosas.
«Conversamos y aclaramos las cosas.»
_______ estaba más confundida que antes.
—¿Qué quieres decir?
Kendall se puso de pie y la invitó a que hiciera lo mismo.
—Ven. —La condujo hacia el balcón y le hizo girarse hasta darle la espalda. La rodeó con los brazos y dejó sus manos apoyadas sobre las suyas—. La vista desde aquí es bellísima.
_______ asintió. Las luces de Fresno titilaban inmersas en la profundidad de la noche y la oscuridad que los rodeaba hacía aquel momento único, mágico. Cerró los ojos y recostó su cabeza en el hombro de Kendall.
—No deberías preocuparte por lo que tu hermano y yo hayamos hablado —le dijo al oído.
—No me preocupo, solo es curiosidad.
—Bien, entonces, para saciar tu curiosidad, te diré que Kevin se quedó bastante conforme con mi respuesta.
_______ sabía que estaba jugando con ella al cargar aquel instante de misterio.
—Solo dilo, Kendall.
Él le hizo girarse y le pasó el dedo pulgar por la boca húmeda.
—Le dije que te amo y que si él estaba de acuerdo, quería pasar el resto de mi vida contigo.
El corazón de _______ comenzó a latir con más fuerza.
—¿Qué te dijo Kevin?
—¿Tú qué crees?
—¡Solo dilo, detective!
—Aceptó ser el padrino de la boda, solo si Leslie es la dama de honor.
El rostro de _______ se iluminó.
—¿Es esta tu manera de pedirme matrimonio?
Él asintió con timidez.
—¡Oh, Kendall! —_______ se arrojó a sus brazos, hundió su cara en la mata de cabello dorado y comenzó a besarle el cuello.
—Bueno, supongo que esa es tu manera de decirme que aceptas.
Ella buscó su boca y la encontró. Él le brindaba su amor y su protección y era todo lo que ella necesitaba. Alrededor podía existir la maldad, la locura y la muerte, pero _______ sabía que las podía enfrentar, siempre y cuando Kendall estuviera a su lado.
Aquella tarde _______ esperaba a Brandon para seguir trabajando en el proyecto «Art & Pleasure» que se lanzaría, de forma oficial, en dos semanas. Estaban dando los toques finales y todos en la editorial estaban satisfechos con los resultados. Jennie no se cansaba de elogiar la excelente labor que estaban haciendo y hasta había deslizado la posibilidad de que ambos podrían formar un equipo de trabajo para llevar adelante varios proyectos más que Sunrise Press tenía programado lanzar ese año. Tanto Brandon como ella estaban encantados con la idea y sabían que todo dependía del éxito de «Art & Pleasure».
Estaba leyendo unos artículos que Jennie le había entregado sobre los maestros del arte italiano y, como solía sucederle, se había quedado maravillada por las geniales obras de los grandes maestros. Cuando llamaron a la puerta estaba admirando una lámina de Aníbal Carracci y otra de Caravaggio, exponentes del arte barroco en la Italia de fines del siglo XVI.
Maldijo en silencio y caminó con paso cansino hacia la puerta.
No había nadie y cuando miró en dirección al suelo comprobó, aterrada, que había una caja con un enorme lazo rojo por encima. El miedo la paralizó. Observó si había alguien en el pasillo, pero no vio a nadie.
De pronto, la caja comenzó a moverse y la tapa, que apenas estaba superpuesta, se levantó. Una pequeña bola de pelo color fuego asomó la cabeza y comenzó a maullar.
_______ se agachó y tomó al gatito entre sus manos.
—Hola, precioso. —Se lo llevó al pecho y volvió a inspeccionar el pasillo. Buscó dentro de la caja pero no había ninguna nota. Dio un paso hacia atrás cuando Sam saltó sobre ella para olfatear la cosa peluda que sostenía entre sus brazos.
_______ volvió a agacharse y acercó el gato hasta el hocico curioso de Sam con cuidado.
Congeniaron de inmediato; Sam le lamió la cabeza y el pequeño le tocaba los mofletes con la punta de sus patas delanteras.
—¿Quién te ha traído hasta aquí? —le preguntó mientras frotaba su nariz.
—Parece que le agradas.
Brandon apareció en el rellano de la escalera.
—¿Has sido tú?
Él se acercó y acarició la cabeza del gatito que comenzó a ronronear.
—¿Te gusta?
—¡Es precioso! —Le dio un beso en la mejilla—. ¡Gracias, Brandon!
—Entremos para que tu nuevo amiguito conozca dónde vives. —Dejó su maletín sobre el baúl—. Parece que se lleva bien también con el perro.
—Sí.
—¿Crees que el detective se molestará?
_______ ni siquiera se había puesto a pensar en la posibilidad de que tal vez, a Kendall no le agradara tanto la idea de tener un gato en casa.
—No lo sé —respondió y se mordió el labio.
—Supongo que sabrás cómo convencerlo —dijo él.
_______ soltó al gatito para que se fuera familiarizando con el lugar. El comentario de Brandon la había ruborizado y, cuando se aseguró de que el tono de su cutis se había normalizado, lo volvió a mirar a la cara.
—¿Nos ponemos a trabajar? —sugirió.
—A eso he venido.
Dos horas después, seguían revisando artículos de arte y eligiendo cuáles usarían y cuáles sería mejor descartar. Mientras ellos trabajaban, Sam y su nuevo amiguito descansaban en la terraza.
Kendall llegó al atardecer y ya no le sorprendía encontrarse al tal Brandon en su hogar. Deseaba que aquel proyecto terminara; no podía evitar sentir celos de aquel hombre. Sabía que no tenía motivos pero le molestaba que estuviera tan cerca de _______.
—Kendall, tengo algo que decirte —le dijo _______ apenas puso un pie en la casa.
—¿De qué se trata? —preguntó y saludó, con un leve movimiento de cabeza, a Brandon Tanner.
_______ no alcanzó a explicarle nada. Sam y el gatito entraron al salón y se pavonearon frente a él.
—¿Y eso?
_______ notó la sorpresa en su rostro.
—Es un regalo.
—De parte mía —aclaró Brandon.
Kendall los miró a ambos después de observar, durante un buen rato, al gatito color fuego que jugaba con la cara de Sam.
—¿Te ha regalado un gato?
_______ asintió. Percibió cierta vacilación en su rostro. Parecía que la idea no le entusiasmaba tanto.
Adivinando tal vez lo que estaba pensando, Brandon se apresuró a hablar.
—Espero que no le moleste, detective.
—No, claro que no.
_______ suspiró aliviada, aunque al mismo tiempo, sabía que algo le estaba molestando.
—_______, yo me retiro. Hemos trabajado suficiente por hoy —dijo Brandon y recogió sus cosas.
—Te acompaño. —Observó a Kendall meterse en la cocina—. No le ha gustado.
—No te preocupes, chérie. Sam no permitirá que lo separen de su nuevo amiguito —le sonrió y, con un beso en la mejilla, se marchó.
Cuando entró en la cocina, Kendall estaba bebiéndose una cerveza. Se dio media vuelta y la observó; ella estaba de pie en el umbral con los brazos cruzados sobre el pecho.
-continuacion-
—Si te molesta que el gato se quede, solo tienes que decírmelo. —No soportaría que le dijera que debía deshacerse de él.
—No me molesta que el gato se quede, _______.
—¿Entonces, por qué tengo la sensación de que sí te molesta?
Dejó la lata a medio beber y se apoyó contra el fregadero.
—Lo que me molesta es que haya sido él quien te lo haya regalado —soltó por fin.
_______ no podía creer lo que estaba oyendo.
—¿Estás celoso de Brandon porque me ha regalado un gato?
—Estoy celoso porque quien iba a regalarte uno era yo.
—¿Tú? ¿Me ibas a regalar un gato? —Un sentimiento de ternura la invadió.
—Sí, de eso estaba hablando con Lewis McKey el otro día —le explicó—. Una de sus gatas acaba de tener gatitos y le pedí que reservara uno para ti; sin embargo, tu amigo se me ha adelantado.
_______ sintió unas ganas inmensas de correr hasta él y abrazarlo. Solo un hombre como Kendall podía ser tan recio, aparentar una fortaleza de hierro y tener un gesto tan tierno como aquel.
—¿Por qué me miras de ese modo? —quiso saber él.
—Eres único, Kendall Schmidt.
Él alzó una ceja.
—¿Por qué no me lo demuestras?
Una media sonrisa curvó los labios sensuales de _______. Le dio la espalda un instante, solo para cerrar la puerta corrediza, y avanzó hacia él contoneando sus caderas.
Él la recibió con los brazos abiertos y _______ comprobó, una vez más, que Kendall Schmidt podía ser el hombre más tierno y más apasionado del mundo.

NO ME OLVIDES -ADAPTADA TERMINADA- KENDALL SCHMIDTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora