_______ bajó hasta el segundo piso y, cuando la puerta del montacargas se abrió, Rachel Parker caminaba hacia el loft de Kendall.
—Detective Parker —la llamó—. Acabo de verla por la ventana.
Rachel alzó las cejas.
—¿Desde dónde me has visto?
—Desde el tercer piso. —Notó el desconcierto en el rostro de la mujer—. Tengo mi taller de pintura allí —explicó.
—¿De veras?
_______ asintió mientras caminaba hacia la puerta.
—Kendall ha alquilado el lugar para mí. —Se volvió para mirarla—. Pase.
Rachel entró. Seguía más sorprendida que antes; Kendall no le había mencionado nada al respecto. Se preguntó cuántas cosas más había preferido callar su compañero.
—Busco a Kendall.
—No está —respondió _______—. Esta mañana me ha dicho que tenía una reunión importante y que no regresaría hasta la noche. Creía que estaría con usted.
—No, no ha aparecido por la comisaría y no he podido localizarlo; por eso he venido hasta aquí. —Echó un vistazo al interior de la vivienda.
—¿Es extraño, no cree?
Rachel estaba de acuerdo con _______ y comenzaba a preocuparse, Kendall no era la clase de persona que desaparecía y no decía nada de su paradero.
—¿No te ha dicho dónde estaría?
—No, solo que tenía una reunión; he deducido que estaría con usted. —Estaba intranquila, la detective le había trasmitido su preocupación.
—Puedes tutearme, _______ —le dijo—. Después de todo tenemos casi la misma edad.
_______ esbozó una tibia sonrisa, no se atrevió a decirle que prefería guardar un poco de distancia con ella.
—¿Quiere... quieres tomar algo? —Caminó hacia la cocina—. Puedo preparar un poco de café.
—Me encantaría —contestó mientras la seguía de cerca.
_______ preparó dos tazas de café y las colocó sobre la encimera. Se quedaron en silencio sin saber qué decir; la tensión entre ellas era evidente.
_______ no podía imaginarse de qué podían conversar. Era obvio que tenían un tema en común y ese era Kendall Schmidt, pero no estaba dispuesta a discutir ese asunto con ella. La observó mientras se ponía dos cucharadas de azúcar y revolvía su café con lentitud. De pronto, Rachel Parker levantó los ojos y _______ notó su mirada inquisidora.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
_______ se encogió de hombros.
—Supongo que sí, tú eres la policía aquí.
—¿Qué tienes en contra de mí?
_______ se atragantó con el café caliente.
—¿Perdón?
—Has entendido muy bien la pregunta, _______ —dijo con tranquilidad—. Sé que no te caigo muy bien y quisiera saber el motivo.
_______ dejó la taza encima del plato y buscó en su mente una respuesta convincente a aquella pregunta, aunque sabía que Rachel obtendría de ella la verdad. Después de todo, era policía y sabía hacer muy bien su trabajo.
—No es así. —Hizo una pausa mientras pensaba lo que estaba a punto de decir—. Estaba convencida de que era yo la que no te caía bien a ti.
Rachel sabía que _______ estaba tratando de confundirla para no contarle realmente cómo estaban las cosas.
—Estás equivocada, _______. No te conozco lo suficiente como para juzgar si me agradas o no.
—No sé si debería creerte —respondió con recelo.
—Mira, comencemos por el principio. —Se acomodó mejor sobre el taburete—. ¿Por qué crees que no me caes bien?
Irremediablemente, aquella conversación las estaba llevando a hablar de Kendall y si Rachel Parker quería saber la verdad, entonces ella misma se la proporcionaría.
—Creo que Kendall es el culpable de eso —soltó al fin.
Rachel abrió sus ojos exageradamente.
—¿Kendall?
—Sí, Kendall —repitió.
—¿Por qué no me lo explicas mejor? —Tenía curiosidad por lo que _______ Carmichael tenía que decirle. Presentía que tenía una idea muy equivocada de lo que estaba sucediendo.
—¿Es realmente necesario? —Sentía que aquella mujer le estaba tomando el pelo.
—Me temo que sí.
Muy bien, si eso era lo que quería, le diría lo que pensaba sin pelos en la lengua.
—Sé que la idea de que me mudara aquí no recibió tu aprobación.
—Eso es verdad —la interrumpió.
—Supongo que es comprensible pero no es mi culpa. —Sonrió con ironía—. Yo no pedí venir a vivir aquí.
—Estoy de acuerdo.
_______ pensó que la detective seguía burlándose de ella, pero su rostro seguía tan serio como al principio de aquella conversación.
—No debe ser sencillo para ninguna mujer aceptar que su pareja comparta la casa con otra mujer, creo que si yo estuviera en una situación similar, también sentiría lo mismo que tú.
—¡Espera, espera! —Levantó las manos y la obligó a callarse—. ¿De qué hablas?
—De ti y de Kendall. Es normal que no te guste verme aquí, supongo que los celos deben ser terribles y...
—¡No sigas! —le ordenó y, antes de preguntárselo, tuvo que reprimir una sonrisa—. ¿Tú crees que Kendall y yo tenemos una relación? —Ahora entendía muchas cosas.
—No lo creo, Kendall y tú tenéis una relación —respondió con un claro énfasis en la palabra «tenéis». Estaba segura de lo que estaba diciendo.
Rachel se cruzó de brazos y se apoyó en la encimera.
—¿Acaso él te lo ha dicho?
—No ha hecho falta que lo hiciera.
—Digamos, entonces, que tú lo has deducido. —La detective Parker usó un tono burlón para «deducido».
—No ha sido difícil descubrirlo.
—Me gustaría saber cómo has llegado a esa conclusión —dijo, curiosa.
—No creo que sea necesario. Lo importante aquí es que puedes estar tranquila, porque no hay nada entre Kendall y yo —respondió y esperó sonar natural.
—No, te equivocas. Lo importante aquí es saber por qué estás diciendo eso. Creo que si tuviera una relación con Kendall yo tendría que estar enterada, ¿no lo crees?
Su respuesta la sorprendió. Creyó que se moriría de la vergüenza, todo ese tiempo había estado equivocada y, allí estaba, haciendo el papel de tonta una vez más.
—Yo creía que...
—Pues creías mal. —Esbozó una sonrisa comprensiva—. Kendall y yo trabajamos juntos desde hace dos años; y no solo somos compañeros también somos muy buenos amigos, pero nuestra relación nunca ha llegado más lejos que eso. Al principio, cuando acababa de conocerlo, no voy a negar que me sentí atraída por él. —Hizo una pausa—. Kendall es un hombre sumamente atractivo y creo que tú lo debes saber mejor que yo.
_______ se sonrojó.
—Pero con el tiempo ese sentimiento cambió y se transformó en cariño. No podría tener un mejor amigo y en el trabajo nos complementamos a la perfección. No sé qué haría sin él y creo que a él también le pasa lo mismo respecto a mí.
—¿Entonces, entre ambos nunca...?
—Nunca. Eso habría significado traspasar una línea que solo hubiese estropeado nuestra amistad. Creo que hay hombres y mujeres que funcionan mejor como amigos que como amantes. Kendall y yo tuvimos eso siempre en claro —explicó.
_______ asintió. La había escuchado con atención y entendía lo que Rachel le decía, pero si no existía un romance entre ellos, ¿qué era lo que provocaba que Kendall se acercara a ella para luego alejarse? Entonces, una idea cruzó por su cabeza. El hecho de que Rachel y él no tuvieran una relación amorosa no significaba que Kendall estuviera libre. Podría tratarse de otra mujer, una mujer de quien no sabía nada en absoluto: la dueña del sujetador que había encontrado debajo de su cama.
—Parece que mi explicación no te ha dejado muy convencida. —Le tocó el brazo—. Créeme, no hay nada entre nosotros.
—Ahora lo sé y agradezco que me hayas sacado de mi error.
—Veo un «pero» asomando de tu boca —le dijo con una sonrisa.
_______ se levantó de un salto y le pidió que la acompañara al cuarto de baño.
Rachel la siguió sin chistar.
—¿Qué es lo que quieres mostrarme? —preguntó intrigada.
_______ abrió el cesto de ropa y estiró su brazo hasta el fondo. Logró rescatar el sujetador negro de debajo de un montón de otras prendas.
—Ya sabemos lo que es, pero, ¿por qué me lo estás mostrando? —Rachel la miró desconcertada.
—Lo encontré debajo de la cama de Kendall el primer día que llegué aquí.
—Y creíste que era mío.
—Sí.
—No lo es.
—Ahora lo sé —respondió _______ arrepentida de haber pensado lo que no era.
Rachel observó el sujetador con atención para luego arrojarlo nuevamente dentro del cesto de la ropa.
—_______, no deberías preocuparte por eso. —Se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja—. No podemos precisar el tiempo que llevaba bajo su cama juntando polvo y además ya sabemos cómo son los hombres...
—No me preocupo —le aclaró.
«¡Oh, sí lo haces, y no te imaginas cuánto!», pensó Rachel mientras la observaba caminar hacia la habitación.
—Está bien, no lo haces —le dio la razón.
—Lo que Kendall haya hecho o haga con otras mujeres no es de mi incumbencia, pero...
—¡Me encanta cuando esas palabras salen de tu boca! ¡Te escucho!
_______ comenzaba a pensar que había juzgado mal a la detective pero también recordaba que ella se había opuesto a que Kendall la llevara a vivir con él.
—Hay ciertas actitudes suyas que no comprendo; realmente llegan a desconcertarme mucho. —No quería comentar con ella detalles íntimos, pero tal vez Rachel tuviera una respuesta para ella.
—¿Qué tipo de actitudes? Nadie conoce a Kendall Schmidt mejor que yo.
_______ se quedó en silencio un momento. ¿Cómo podía contárselo sin revelarle demasiado?
—Pues... ha habido cierto acercamiento entre nosotros —comenzó a explicar.
—Continúa.
—No es fácil hablar de esto —dijo y desvió la mirada.
—No te preocupes por mí, seguramente he oído cosas peores. —Le sonrió divertida para intentar relajarla.
—No logro entenderlo, en un momento se me acerca y se deja llevar, luego parece arrepentirse y se aparta de mí. Es como si existiese algo que le impide —buscó la mejor manera de decirlo— dar el siguiente paso.
Rachel se mordió el labio. Sabía que aquello después de todo sí era culpa suya.
El golpe de la puerta que se cerró con fuerza les indico que ya no estaban solas.
—Es Kendall—dijo _______ e intentó ocultar su nerviosismo.
Salieron a su encuentro y él se sorprendió de ver a su compañera allí.
—¡Parker! ¿Qué haces aquí?
—Te estaba buscando. _______ ha sido muy amable y me ha invitado a tomar un café.
Kendall las observó a ambas; tuvo el extraño presentimiento de que se estaba perdiendo algo.
—Pues me has encontrado.
—Le he dicho a Rachel que no regresarías hasta la noche —comentó _______.
—Sí, pero necesitaba unos papeles. —Fue la primera mentira que se le ocurrió. En realidad había regresado porque quería verla—. ¿Ha pasado algo? —preguntó y dirigió su atención de nuevo a su compañera.
—Archie ha revisado la cinta y no hemos obtenido nada que nos ayude a identificar la voz, pero sí se ha logrado rastrear la llamada.
El rostro de Kendall se iluminó.
—Eso es bueno.
—He mandado a un grupo de peritos para que examine la cabina telefónica desde donde se hizo la llamada.
_______ los escuchaba con atención sin interrumpir.
—No obtendremos mucho de una cabina telefónica —señaló Kendall; comenzaba a desanimarse—. ¿Dónde está ubicada?
—Espera. —Rachel sacó su pequeña libreta de notas—. Fulton, el nombre de la calle es Fulton.
—¿Fulton? —preguntó _______ de repente.
Rachel asintió.
—_______, ¿qué sucede?
—Jack Gordon, el chico con el que salía antes de mi secuestro, vivía en esa calle..
El Mustang negro de Kendall dobló en la intersección de la avenida Olive con la calle Fulton. Apenas quince minutos antes, _______ les había dicho a él y a Rachel que Jack Gordon, su ex novio, vivía en aquella calle. La misma desde donde habían llamado a la emisora de radio para dedicarle a _______ una canción.
Kendall no creía en las coincidencias y aquel dato era una pista certera y real.
Por el rabillo del ojo observó a su compañera. Aún seguía intrigado por su presencia en su casa; había notado cierto nerviosismo tanto en ella como en _______ cuando lo vieron llegar, y si su instinto no le fallaba aquellas dos mujeres le estaban ocultando algo.
—¿Crees que vivirá todavía aquí? —preguntó Rachel, sin mirarlo a los ojos.
—No lo sé. _______ dejó de verlo hace tiempo; según el expediente del caso la última vez fue la misma noche en que fue secuestrada —dijo con seriedad.
—Y ahora, cuatro años después, alguien llama a la radio para dedicarle una canción de amor, justo desde una cabina cercana a su casa.
Kendall asintió en silencio.
—¿Crees que es él?
—No lo sé, hablaremos con el sujeto y veremos qué es lo que tiene que decirnos. —No quería precipitarse y cometer un error, pero no podía pasar por alto que en la investigación de su padre del secuestro de _______, Jack Gordon había sido considerado desde siempre el primer sospechoso. Pero tenía una coartada y como _______ había perdido la memoria la investigación se había quedado estancada hasta terminar en el cajón de los casos sin resolver.
—Es allí. —Rachel señaló una casa blanca con techo azul ubicada justo en la esquina. Unos metros más adelante distinguieron la camioneta que pertenecía al laboratorio de criminalística.
—Parece que los muchachos ya están haciendo su trabajo —comentó Kendall y estacionó su automóvil frente a la casa de Jack Gordon.
Atravesaron un camino estrecho de grava y llegaron al porche que estaba iluminado por la tenue luz que despedía una lámpara de gas.
Kendall dio unos cuantos golpes a la puerta mosquitera. No se escuchaba ningún sonido proveniente de la casa pero un par de minutos después un hombre joven, ataviado en pijama, les abrió.
Kendall y Rachel sacaron sus placas.
—Somos los detectives Parker y Schmidt, deseamos hablar con el señor Jack Gordon —anunció.
El hombre se rascó la cabeza y retrocedió.
—¿Qué es lo que quieren?
—¿Es usted Jack Gordon? —preguntó Rachel. No cabían dudas de que el hombre se estaba poniendo nervioso.
—Lo soy —respondió finalmente—. ¿Qué quieren hablar conmigo?
—Necesitamos hacerle algunas preguntas; le solicitamos que nos acompañe a la comisaría de policía para interrogarlo con más calma. —Kendall percibió de inmediato la palidez en el rostro afilado de Jack Gordon.
—¿De qué se trata?
—Preferiríamos hablar en la comisaría, señor Gordon.
—¿Y si me niego? —dijo desafiante.
—No se lo recomendaría, señor. Obtendríamos una orden y volveríamos a por usted en un par de horas. —Ladeó la cabeza—. Le conviene cooperar con nosotros.
Jack Gordon masculló un par de maldiciones mientras entraba en la casa a cambiarse de ropa.
—¿En cuánto tiempo te ha dicho el juez que nos conseguirá esa orden de registro?
—Debe de estar en mi escritorio en este preciso momento —respondió Rachel.
—Perfecto. —Se llevó las manos a la cintura—. Ocúpate tú mientras yo me encargo de interrogar al simpático señor Gordon.
_______ revisaba sus anotaciones mientras Brandon escribía en su portátil.
—¿Qué te parece si continuamos con el arte griego y romano? sugirió Brandon con la mirada atenta a la pantalla—. Podríamos enfocarlo desde la parte mitológica.
_______ seguía con la nariz metida entre sus papeles a pesar de que su mente hacía rato que no estaba allí.
—Puedes fingir que en realidad estás leyendo tus notas y que escuchas lo que te digo, pero, chérie, ambos sabemos que no es así.
—Lo siento, Brandon. Estaba distraída.
—No me extraña después de todo lo que has tenido que pasar. —Le rozó la mano—. ¿Por qué no hacemos una pausa? Los griegos y los romanos pueden esperar.
_______ le sonrió.
—¿Te gustaría conocer mi taller?
—¡Me encantaría!
_______ le tomó la mano.
—¡Vamos, entonces! —Le lanzó una mirada fugaz a Sam—. Cuida de todo aquí, Sam. Regresaremos en un rato.
El perro apenas levantó las orejas al escuchar pronunciar su nombre.
—Creo que está demasiado cansado para vigilar —comentó Brandon y sonrió.
Tomaron el montacargas y en unos segundos ya estaban en el loft que Kendall había alquilado para transformarlo en su pequeño taller.
—Interesante —comentó Brandon mientras observaba el lugar.
—No es igual que el que tenía en casa, pero no me puedo quejar —dijo y abrió los brazos.
—Tienes una vista preciosa. —Brandon señaló y miró a través de la ventana—. Se ve casi todo el Tower District desde aquí.
_______ se unió a él.
—Sí. —Miró hacia abajo—. Kendall ha sido muy amable al conseguirme este lugar. El dueño es amigo suyo.
—Entiendo. —Brandon la observó de soslayo, había notado cierta turbación en ella al nombrar al detective Schmidt—. Dime, ¿en qué estás trabajando?
_______ volvió al centro de la habitación.
—Nada en especial. —Su voz denotaba un poco de tristeza—. Vengo aquí a pintar e intentar olvidar mis problemas, pero últimamente no lo he logrado.
Brandon se acercó por detrás y apoyó ambas manos en los hombros de _______. Ella se sorprendió.
—No deberías dejar que lo que está pasando anule tu talento. Apuesto a que detrás de esos cuadros envueltos en papel escondes obras maravillosas. —La hizo girarse y le sonrió—. ¿Me permitirías verlos?
_______ titubeó un instante. Siempre había sido reacia a que los demás vieran sus trabajos terminados; incluso el propio Kevin se había quejado de su recelo a la hora de mostrar sus pinturas.
—Nadie los ha visto antes —respondió y señaló los grandes lienzos cubiertos con papel marrón.
—¡Yo no soy nadie, chérie! —exclamó y fingió estar ofendido—. Por lo que veo en estas pinturas que has decidido no ocultar, eres muy buena.
_______ dirigió su mirada a las cuatro obras inconclusas que descansaban contra una pared. Las cuatro tenían algo en común: los pétalos de nomeolvides esparcidos casi compulsivamente sobre todo el lienzo. Las flores que le enviaba su secuestrador, las mismas que dejaba en las escenas de los crímenes. Un escalofrío le recorrió la espalda.
—¿Estás bien?
—Sí, Brandon. —Caminó hacia los cuadros envueltos y comenzó a retirar el papel con cuidado—. Serás el primero que los vea.
—Es un honor para mí, chérie —respondió y se puso una mano en el pecho.
_______ descubrió la media docena de cuadros con la ayuda de Brandon y al fin sus secretos quedaron develados. Siempre había creído que Kevin o Leslie serían los primeros en ver aquellas pinturas; sin embargo se las estaba mostrando a un extraño, pero no le importaba.
—¡_______! ¡Son maravillosos! —dijo Brandon con marcado entusiasmo.
—No exageres, Brandon.
—No lo hago, chérie. —Observó uno a uno los cuadros de _______—. Nunca he tenido dudas de tu talento y ahora, con esto, solo confirmo lo que ya sabía...
_______ estaba emocionada; que alguien como Brandon Tanner elogiara su trabajo no era poca cosa.
—¿Realmente lo crees? —Necesitaba que se lo repitiera una vez más.
—¡Por supuesto! —Se cruzó de brazos—. Me gusta la combinación de colores y las formas abstractas que les das a las cosas tan cotidianas como a esta manzana —dijo y señaló una de las pinturas.
_______ asintió; pero ella veía algo más que la manzana con forma retorcida. De una manera u otra, las flores aparecían en cada una de sus obras; seguramente Brandon también lo notaría.
—Son estupendas, _______. —Paseó sus ojos verdes por aquellas obras de arte una vez más.
—¿No notas nada extraño? —preguntó _______ de repente.
Brandon se volvió para verla.
—Si te refieres a las flores, sí lo he notado.
—¿Qué piensas? —quiso saber.
—Le dan cierto toque naïf, pero me gusta —dijo finalmente.
—¿No te parece extraño que aparezcan de manera constante en mis obras? —No podía ser que solo a ella le pareciera una cosa irracional su obsesión por aquellas flores.
—Lo veo como algo subliminal. —Hizo una pausa—. Un recuerdo escondido debajo del umbral de tu subconsciente y que se manifiesta en tus pinturas.
_______ lanzó un suspiro.
—Comencé a pintarlas después de mi secuestro; aun sin saber por qué, seguían apareciendo una y otra vez. —Se cruzó de brazos—. Era como si no tuviera control sobre lo que pintaba.
—Ven. —La asió del hombro y la invitó a sentarse sobre dos cajones altos de madera que _______ había convertido en sillas—. No deberías preocuparte tanto por eso.
—¡Pero esas flores son las que el asesino deja junto a sus víctimas! —Se detuvo para mirarlo a los ojos—. ¡Son las mismas que dejó sobre mi almohada mientras yo dormía!
—Lo sé y entiendo cómo te sientes; pero solo son flores impresas en una pintura. Nada más que eso.
—Sin embargo, yo siento que son algo que me atan a mi pasado y a los recuerdos que están enterrados en mi mente.
—Es muy posible. —Apretó su mano con fuerza—. Sin embargo, no hay nada que puedas hacer, ¿o sí?
—Kendall quiere llevarme a un psicólogo, quiere someterme a un tratamiento de hipnosis —le explicó.
—¿Hipnosis?
_______ notó cierto escepticismo en su voz.
—Así es.
—¿Crees que eso te ayudará a recuperar la memoria?
—No lo sé. —Respiró hondo—. Al principio, cuando Kendall me habló del tema, no quise saber nada, pero tal vez sea la única solución posible; él dice que debo intentarlo al menos.
—¿Confías mucho en él, verdad?
_______ asintió sin dudarlo.
—Pues si confías tanto en él deberías someterte entonces a ese tratamiento —dijo y esbozó una sonrisa—. Solo espero que esas sesiones de hipnosis no terminen por agotarte física y mentalmente; Jennie y yo te necesitamos.
_______ le devolvió la sonrisa y le aseguró que no se preocupara.
—Sacaremos adelante nuestro proyecto y «Art & Pleasure» será un éxito.
—Me alegra escucharte decir eso, chérie.
—Será mejor que regresemos al trabajo, entonces —sugirió.
Brandon asintió y, minutos después, estaban de nuevo inmersos entre los papeles y el portátil que habían dejado abandonados en el loft bajo la desatenta vigilancia de Sam.
—¿Sabías que hay una leyenda medieval relacionada con esas flores? —dijo de pronto Brandon, con los ojos clavados en la pantalla de su portátil.
_______ negó con un leve movimiento de cabeza.
—Escucha esto. —Brandon se acomodó las gafas sobre el puente de su nariz—. Un caballero y su dama estaban caminando cerca de la orilla de un río. Él recogió un manojo de flores pero, por causa del peso de su armadura, cayó en el río. Mientras se estaba ahogando arrojó el ramillete de flores a su amada y gritó: «No me olvides.» Desde entonces, esta flor está conectada al romance y al destino trágico. A veces era usada por las damas como señal de fidelidad y amor eterno.
_______ había escuchado la historia con atención, aunque algunas palabras le habían impactado. «Destino trágico. Amor eterno.»
—Escalofriante —dijo.
—Yo creo que es solo una historia de amor malograda. —Cerró el archivo—. En fin, tal vez ni siquiera sea verdad.
_______ asintió. Volvió a poner atención en los papeles que sostenía en su mano pero tardó en concentrarse en su trabajo. No podía apartar aquella leyenda de su cabeza. Una historia que, como había dicho Brandon, tal vez solo era un cuento medieval.
Sin embargo la sensación de ansiedad que había experimentado al escucharla no la abandonaba.
Destino trágico. Amor eterno.
Aquellas palabras tampoco.
Kendall colocó los dos vasos de café sobre la mesa. El suyo, junto a la grabadora. Se sentó del revés en la silla y apoyó los brazos sobre el respaldo de madera.
Observó con atención al hombre que esperaba al otro lado de la mesa y que no dejaba de golpear los pies contra el suelo. Aquel ruido parecía tranquilizarlo; en cambio, a él solo le causaba fastidio.
—¿Está nervioso, señor Gordon? —preguntó y alzó una ceja.
—Cualquiera en mi situación lo estaría —dijo a la defensiva.
—¿Y cuál es su situación?
—A nadie le agrada que la policía se presente en la puerta de su casa de improviso y exija interrogarlo —respondió y se movió en su silla pero sin dejar de golpetear los pies contra el suelo.
—Supongo que no. —Kendall encendió la grabadora y lo volvió a mirar.
—Diga su nombre completo y su dirección —le indicó.
—Jack Lee Gordon, vivo en el número 49 de la calle Fulton de la ciudad de Fresno.
—Bien, señor Gordon. Tengo entendido que, hace cuatro años, la policía lo interrogó por el caso del secuestro de _______ Carmichael.
Los ojos de Jack Gordon se entrecerraron.
—¿Esto tiene que ver con _______? —Se rió nervioso—. Hace cuatro años que no la veo.
—¿Fue interrogado sí o no? —reiteró Kendall.
—Sí; la policía vino a buscarme cuando supo que yo era la última persona que había visto a _______ esa noche.
—Continúe.
—Me dejaron en claro, de inmediato, que yo era el principal sospechoso; sobre todo considerando que _______ y yo habíamos sido novios durante una temporada. Creyeron que no les estaba diciendo la verdad y que no la había dejado en la parada de autobuses como había declarado. Los detectives decían que yo la había raptado porque ella no quería volver conmigo. —Hizo una pausa, pero la risa no se había borrado de su rostro—. Si me hubiese empeñado, ella habría regresado a mi lado con un solo chasquido de dedos. Estaba loca por mí, no había necesidad de secuestrarla para tenerla de nuevo.
Kendall sintió asco por aquel sujeto; hablaba de _______ como si fuera un objeto que podía obtener y desechar a su antojo.
—Según el expediente del caso usted tenía una coartada para esa noche —dijo Kendall e hizo un esfuerzo enorme por no golpear a aquel sujeto.
—Sí, estaba en casa durmiendo. Mis padres lo confirmaron; gracias a eso, la policía me dejó en paz.
—¿Viven sus padres, señor Gordon?
—¿A qué viene todo esto, detective? El secuestro de _______ ocurrió hace cuatro años y ella apareció sana y salva.
—Limítese a responder —lo interrumpió.
—Mi padre murió de un ataque al corazón el año pasado; mi madre vive conmigo —explicó—. Espero que no vuelvan a molestarla con todo ese asunto de nuevo.
—No puedo prometerle nada, señor Gordon.
—¿Por qué me ha traído aquí? ¡Yo no tuve nada que ver con el secuestro de _______!
Kendall se volvió hacia la puerta al escuchar que alguien llamaba.
—Vuelvo enseguida.
—¡Tómese el tiempo que quiera! —respondió Jack Gordon con sarcasmo.
—¿Qué sucede?
—Tiene una llamada de la detective Parker en su oficina —le anunció un oficial—. Dice que es urgente.
Kendall atravesó el pasillo en tres zancadas y corrió hasta su escritorio para levantar el auricular.
—Parker, ¿qué sucede? —El corazón le latía muy rápido.
—¡No te lo vas a creer, Schmidt!
—¡Dilo de una vez! —La ansiedad lo estaba matando.
—Hemos encontrado un bisturí escondido en una de las gavetas de su habitación. Lo he enviado al laboratorio.
Kendall sonrió satisfecho; era la primera buena noticia que recibía en mucho tiempo.
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NO ME OLVIDES -ADAPTADA TERMINADA- KENDALL SCHMIDT
FanfictionEs mi novela favorita. Les va a encantar. Todos los créditos al autor original.