Mi nombre es Kamado Tanjiro y mi estado actual es: Adoptado por Zenitsu y su novio, Tengen Uzui.
ya sé... unos dicen "¿para cuándo Tanjiro? 18 años de edad y nunca te hemos visto una pareja, ni como travesura o rebeldía para los jóvenes de ahora".
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— hermanito! — gritaba un Rokuta apunto de tirarse de aquel tobogán — mídame, mídame, estoy muy alto!
— Woo, increíble!, Rokuta — animaba Tanjiro supervisándolo ahora desde el lado por donde descendería el pequeño.
Primero lo ayudó a subir las escaleras.
No era un tobogán precisamente alto, sino más bien convencional, de otro modo el de aretes no lo hubiese dejado subir.
Aún así, para el pequeño era una travesía.
Una inmensa montaña que debía escalar como un gorila, un gigante y colosal gorila, y bajar tan rápido como un velociraptor, un dinosaurio prehistórico.
— Te tengo! — lo abrazaba en sus brazos para darle unas vueltas en el aire.
El niño reía tan feliz de poder pasar esa tarde con su hermano mayor.
Ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado con él, precsiamente allí en el parque.
Usualmente, también venía con Hanako y Shigeru, pero estaban castigados por dos semanas sin juegos por haber ocultado sus tareas escolares.
Una semana por cada uno.
Un día Tanjuro, sacando la basura, se encontró con un bulto armado de actividades sin completar. Ambos padres los supervisaban, pero de no haberse roto el bolsón negro, no hubiesen visto la existencia de nuevas hojas de demás deberes que tiraban antes de que revisaran sus cuadernos.
¿Jugaban en la hora de hacer deberes?
Bien, entonces los juegos estarían suspendidos y volverían luego de asegurarse de mantenerles la rutina.
Debían aprender, para ellos y para con la familia, apreciar el valor de respetarse mutuamente.
— hermanito, quiedo ir a jugar allá! — apuntó un grupo de niños de su edad y algunos mayores de 5 años.
Estaban jugando entre ellos, riendo, haciendo ronda y corriendo. En los bancos de los lados se veían adultos cuidándolos.
Deberían ser sus familiares o mayores a cargo.
— Está bien, ve con ellos — lo dejó apuntando uno de los bancos — Estaré allí, ten cuidado.
No terminó de hablar que Rokuta ya corría con los infantes, que al parecer fue bien recibido, enseguida lo incorporaron a la ronda sin problemas.
