Mi nombre es Kamado Tanjiro y mi estado actual es: Adoptado por Zenitsu y su novio, Tengen Uzui.
ya sé... unos dicen "¿para cuándo Tanjiro? 18 años de edad y nunca te hemos visto una pareja, ni como travesura o rebeldía para los jóvenes de ahora".
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— Oh, ya veo — se cruzó de brazos el de ojos transparentes — entonces, es un profesor exigente.
— Sí, mis piernas duelen por eso — se quejó lloriqueando — el profesor Akasa no se anda con bromas, te lo aseguro, Sabito.
— Hacer 30 minutos de trote como resistencia es bastante para una actividad escolar — palmeteó sus muslos — mis piernas están trabajadas y lo resisten bien, pero si no estás acostumbrado, te dejará doliendo un par de días.
— Pude aguantarlo, en sí no me desagrada tanto — acomodó un mechón bordó detrás de su oreja.
Su cabello estaba creciendo un poco, no lo había cortado aún.
— Eso es bueno — le sonrió — significa que podemos hacer calentamiento juntos cuando quieras.
Pre calentamiento deportivo, pues claro.
— No suena mal — miró a su hermanito jugar con los niños de la ronda.
Estaban jugando a los castillos de arena.
Eso le dejaría mucho que limpiar una vez de regreso a casa. Suspiró ya cansado por su futura tarea.
¡Pi!, ¡Pi!, ¡Pi!
— Bueno — apagó la alarma en su reloj — me tocan unas flexiones más, ¿Me lo tienes?
Le entregó su botella térmica.
— Sí, por supuesto — respondió ya incorporándose de la banca con él camino a la barra entre medio de los juegos.
Allí habían algunos equipos de juego deportivos, utilizables para quien quisiera.
Tanjiro se quedó parado mientras, como si nada, Sabito de un salto se tomaba de la barra color amarillo con ambos brazos. Una vez acomodado bien sus músculos para evitar desgarros y sus manos hacia el otro lado, es decir, sus palmas de cara hacia él sosteniéndose del hierro, empezó a subir, presionando e inflando sus bíceps.
Era notorio por su musculosa blanca, fina.
Lo hacia ver tan sencillo, pero era una actividad complicada.
Sabito exhalaba fuerte haciendo su respiración de manera correcta, el de aretes sólo observaba bastante admirando por su gran dedicación.
Subía y bajaba en el hierro con un impulso bastante duro, tosco.
