Capítulo XXV

121 23 6
                                    

—¿Aún no están listos los grupos de búsqueda?

Minato se dejó caer en su silla y resopló con cansancio. El trabajo estaba acumulándose a niveles ridículos, no era posible que nadie hubiera resuelto un asunto de seguridad tan simple como ubicar a un par de forasteros que rondaban las afueras de la aldea. En serio, ¿Qué estaba haciendo el clan Uchiha? Su tarea era simple: mantener a salvo el perímetro. Dentro y fuera de las paredes de Konoha. Y ellos lo habían estado haciendo tan bien.

—Me temo que no Minato-san. El comandante Fugaku-san no ha enviado a ningún elemento.

Minato gruñó. Algo inusual en él.

Shisui lo habría terminado en un instante.

—Si no se reportan en dos horas yo me haré cargo.

Le dio instrucciones al chico nuevo que lo asistía, aunque podía llegar a ser torpe era eficiente. Todavía le temblaban las piernas y tartamudeaba cuándo lo veía, Minato se echó a reír, ¿Qué le habían dicho sobre él? ¿Qué su especialidad era atormentar a los chicos nuevos? Cielos, allá afuera había toda clase de rumores. Una vez escuchó que dos ancianas decían que él solía beber la sangre de sus víctimas acabada una batalla.

«¿Acaso soy un vampiro?» Volvió a reír. Las personas llegaban a tener mucha imaginación.

—Espere, no puede pasar, el Cuarto está ocupado. Le digo que no puede atenderlo ahora.

Escuchó una discusión al otro lado de la puerta. Ni siquiera pudo levantarse a ver quién era, alguien ya había entrado en su oficina.

—Disculpe mi falta de modales, Minato-san, pero lo que tenemos que hablar no puede esperar.

Había sido duro contener sus emociones y plantarse allí para enfrentarlo. Sobretodo cuando lo que más quería era saltarle encima y sacarle la mierda. Inmovilizarlo y bloquear todos sus puntos de chakra.

—Cuarto, perdóneme él...

Minato hizo una seña con la mano, pidiéndole que se fuera y los deje solos.  

—Adelante. Tome asiento por favor.

Por su mirada furiosa y los puños en sus manos, se dio una idea de lo que estaba pasando. Dios, estaba apretando sus dientes intentando reprimir la rabia, él podía escuchar cada crujido, tenía que ser cuidadoso.

—No es necesario.  

«No tardaré mucho» Odiaba jugar, fue entrenado para usar otros métodos, sin embargo, él no podía. No con Minato.

—Usted sale con mi hija. Aléjese de ella de inmediato, o si no...

Genial, acababa de lanzarle una amenaza, o al menos, un intento de ella. Hiashi no bromeaba, nunca lo hacía. Era conocido por perseguir sus objetivos, acorralarlos hasta herirlos de muerte. Era un tipo duro. Le gustaba cazar.

—No me gusta ser una presa, Hiashi-san. Yo prefiero ser el cazador.

De haber tenido otra actitud, Minato podría haberlo entendido y dialogado con él. Podría haberle explicado que si estaba con Hinata era por amor, no había nada más.

Dulce y verdadero amor.

Él pudo haberse puesto en su lugar y comprenderlo de un padre a otro.

—¿Qué busca? ¿Por qué mi hija?

Minato rio bajo. No sabía si estaba menospreciándolo a él o a su preciosa hija. Como si no fuera suficiente el amor y el soporte que le había brindado ella, la risa, la confianza, las conversaciones incómodas. Como si eso no fuera suficiente para enamorarse.

—Es precisamente porque es Hinata. Es por ella que me atrevo a empezar de nuevo.

—No juegue con mi paciencia, mucho menos con mi hija.

Esta vez, Minato fue capaz de notar la preocupación en su tono de voz. Una grande y verdadera preocupación, entonces supo que ella realmente le importaba. Pero, ¿en serio lo pensaba de ese modo? El tipo la echó sin piedad cuando más lo necesitaba. La dejó mojarse en la lluvia y le cerró la puerta en la cara mientras le decía que no volviera jamás.

«Ya no eres mi problema» Hiashi frunció el ceño. La culpa seguía golpeándolo.

—Esa no es mi intención. Voy en serio con ella, me importa mucho. Yo la quiero.

Y más o menos para qué. Hiashi se tragó esas palabras.

—No me gusta en absoluto.

Bien, ahora había sonado como un niño caprichoso en lugar de como un padre angustiado. No podían pedirle tanto, después de todo Hiashi siempre fue el tipo de padre dominante y negligente, él estaba acostumbrado a tener control y decidir por sus hijas.

Ya no era así. Hinata creció.  

—A quien tiene que gustarle es a Hinata. Y en todo caso, a mí.    

Porque así funcionaban las relaciones.

—Por última vez, aléjese de ella.

Hiashi fue más agresivo, sin llegar a la violencia física. No fue necesario hacerlo. Lanzó su  advertencia y esperaba, con todo su ser, que Minato captara el mensaje.

Que se fuera de la vida de su hija.

—No voy a dejarla.

Minato no sabía si era correcto desafiarlo de frente, pero honestamente no había otra manera. No con un hombre como Hiashi Hyuga.

La luz que me guía [MinaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora