Capítulo IX

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«Por favor mátenme y entiérrenme lejos de aquí»

Naruto casi pierde el sentido al ver a Mikoto en la cocina, terminando los últimos detalles de los bocadillos. Minato lo previno «La invité a cenar con nosotros, sé amable» Para evitar futuros desastres, básicamente. No servía de nada, el miedo ya le recorría toda la piel, en sus diecinueve años de vida ella había tomado el lugar de Kushina en todos los aspectos.

—No me dijiste que estaría la mamá de Sasuke.

Oh sí, olvidó decírselo. A propósito. Por una buena causa: no quería doblar los nervios que sentía. Ella comenzó a arreglarse el cabello, otra vez. Y si Naruto no se sintiera igual le habría parecido adorable, completamente normal porque bueno, también moriría en el instante en el que se presentara a su padre y le dijera «Hola ¿cómo está? Soy el novio de su hija» Su preciosa y perfecta hija, un huracán andante que le iluminaba la vida. El terror lo controlaría, impidiéndole moverse a cada hueso de su cuerpo.

—Estás hermosa.

Más que hermosa, perfecta y se había jurado a sí mismo hacérselo saber cada instante de su vida juntos, porque sí, deseaba compartir todo. Naruto la tomó de la mano, para ayudarla a continuar, como lo había hecho ella hace un tiempo cuando se le desmoronaba el alma.

Minato perdía poco a poco el sentido de su vida y eso lo hacía pedazos, su padre se derrumbaba y esa noche no tuvo más que palabras de aliento. En medio de la desesperación estaba ella.  

—Yo no, no puedo, simplemente no. Quiero irme a casa.

Él se detuvo a mirarla, por fuera proyectaba esa imagen de mujer segura y extrovertida, una guerrera. Ahora no era más que una niña asustada, intimidada.

—Mírame —hizo girar su barbilla—. Lo harás bien, lo haremos bien juntos. Tú me lo dijiste ¿ya lo olvidaste?

«Si confías en mi saldremos adelante juntos» Cuando se puso sentimental y le dijo que no quería un final. Ella movió la cabeza con lentitud. Por supuesto que podrían enfrentar grandes retos, siempre y cuando se tuvieran el uno al otro.

—¡Me hace tan feliz que hayan llegado!

—Hola mamá.

Naruto se acercó para abrazarla, cada vez que lo hacía Mikoto era capaz de transmitirle un amor tan inmenso e incondicional que aliviaba cualquier dolor en su pecho, cuando cumplió cuatro empezó a llamarla de ese modo, solo cuando Sasuke no estaba presente. Él amenazaba con matarlo si volvía a hacerlo.

—Dios eres tan guapo.

Al borde de las lágrimas acarició una de sus mejillas, con suavidad. Como una madre solía hacerlo, ella lo amaba sin importar que no compartieran los mismos genes o llevaran el mismo apellido. Lo crió al lado de Sasuke, estuvo presente cuando perdió su primer diente. Era su hijo.

Absolutamente nadie tenía el derecho de decir lo contrario. 

—¿Me viste bien?

—Sí, te vi bien. Tu padre está arriba, ya no debe tardar.

Mikoto se talló los ojos con fuerza, sus lagrimales iban a traicionarla, de continuar así se llenarían por completo.

—Es ella tu novia, ¿verdad? Discúlpame cariño, es que él ya no me visita como antes. Soy Mikoto Uchiha, llámame mamá también —le obsequió una sonrisa discreta—. Estoy segura de que te he visto antes en alguna parte ¿son compañeros?

Y bien, ¿dónde estaba la Mikoto fría y seria de la que le habían estado hablando? No parecía encontrarla por ningún lado, se trataba de otra mujer, una que dejaba salir su lado más tierno al ver a Naruto. Le habían mentido en la cara.

La luz que me guía [MinaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora