Capítulo XXI

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Los oídos de Minato estaban invadidos por una música tan envolvente, no estaba del todo familiarizado con ella pero su ritmo parecía esconder algo; melancolía mezclada con arrepentimiento. Había una chica que tocaba un instrumento con mucha pasión pese a la tristeza de su sonido, se dejó atrapar desde el primer son.

—Suena trágico, ¿no?

—Creo que sí.

—Es el himno de nuestro pueblo. El líder lo compuso después de una guerra que casi nos deja en ruinas.

Minato pudo ver a través de esa mujer, lo que salía de ella no era más que pesar y soledad. Él no se atrevió a preguntar el motivo, había cosas que era mejor no saber.

—¿Qué haces? No le contagies tu tristeza, ellos están aquí para olvidar sus propios problemas.

Otra chica se coló en su corta conversación, tenía razón, estaban ahí para olvidar. Y por irónico que suene, recordar. Recordar el motivo de su felicidad y todo eso que los mantiene en pie. Todo eso que los sacó del abismo.

—Toca algo lindo —le dijo al hombre que dirigía al grupo—. Una canción de amor.

—¿Estás bien? —preguntó Hinata con preocupación. Ella lo miró con calma.

En todo el camino al Festival Cultural de una península ubicada en el País del Rayo, Minato se había mostrado calmado, afable y ahora... parecía haber cambiado algo.

—Estoy bien —él tomó su mano y le dio una sonrisa que la tranquilizara.

Realmente lo estaba, simplemente se dejó llevar por el ambiente de pesar y nostalgia del lugar.

Al notar la reacción del público el grupo optó por cambiar a una canción más relajada y romántica, una que pudiera traer paz y bienestar a su alma. Esperanza. Todos necesitaban mucho de eso.

—Ustedes deberían bailar sí o sí esta canción.

—¿Bailar? Oh no, no creo que...

—Aquí no aceptamos un no por respuesta, ¿no te has dado cuenta de eso? —ella no le permitió terminar de hablar.

Minato meditó un poco, quizá tenía algo de razón, en el puesto de peluches casi que lo obligaron a jugar tres veces hasta que ganó un lindo cachorrito para Hinata. El hombre estaba a punto de enfurecer cuando pretendieron seguir su camino.    

—¿Pero cómo se supone que bailemos esto?

Hinata no tenía idea, él tampoco.

—El corazón los guiará. Sientan el ritmo, interpreten el canto.

Minato aclaró su garganta, tomándola de la cintura con suavidad le hizo saber que estando juntos podían ser fuertes, enfrentar lo que fuese si se tenían. Entonces la canción comenzó a envolverlos con delicadeza, calma.

Contigo me quiero quedar

Si estás conmigo nada puede salir mal

—Estoy empezando a agradecer —murmuró en su oído—. El que estés en mi vida y aparecieras en el momento justo.

Hinata no era partidaria de traer al presente recuerdos amargos que le hicieran doler el alma sin embargo habían dado un paso adelante, uno grande y poderoso, ambos reconocían el caos en el que estaban sumergidos y tenerse, quererse, les había dado fuerza para salir de ello.

—Yo soy el más agradecido, eres mi amor, mi cariño. Mi luz.

Más que un bello resplandor, ella significaba la luz preciosa y cálida que guiaba sus pasos. Que alimentaba su alma.  

La luz que me guía [MinaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora