Capítulo I

2.5K 201 88
                                    

Hace mucho que la luz se había largado de ese lugar, se fue apagando poco a poco llevándose a su corazón, dejándolo preso en una profunda tristeza y una vez más tuvo que fingir una sonrisa ante el mundo. La más falsa.

Como de costumbre se obligaba a sí mismo a ver la televisión y trataba de llevar una vida normal. Imposible, los intentos fallaban uno tras otro.

—Diablos, esto se ve peor que mi cuarto.

Naruto con mucha suerte pudo llegar hasta la sala, la mesa estaba llena de comida inacabada, una bebida a medio tomar y un montón de ropa regada por doquier. Asqueroso, casi insalubre.

—Oh esto, lo limpiaré más tarde.

Otra sonrisa falsa, de nuevo. Se limitó a mirar el rostro expresivo de Naruto, la angustia se instalaba con gran descaro, todas sus emociones siempre brotaban de forma natural y, aunque quisiera esconderlas él no podría hacerlo jamás. Naruto era un libro abierto, justo como había sido él.

—Lo juro, hijo. Tuve un pésimo día y lo único que quiero ahora es descansar.

Eso era totalmente cierto, Kakashi le había pedido, no, rogado que se quedara a su lado para que pudiera ayudarlo a dirigir la aldea. No comprendía la razón, ¿por qué quería mantener cerca a un hombre muerto en vida? Simple, Kakashi se daba cuenta de lo que sucedía, sabía que se consumía lentamente y quería salvarlo.

Ingenuo.

No tenía salvación, no quería.

—Si continúas viviendo de este modo yo... —cerró los ojos un instante—. No me iré.

Dejó en el suelo las maletas que sostenía, no podía simplemente irse sabiendo que nada estaba bien.

—¿Qué? —dijo, atónito—. No, no, no, no Naruto. Tomarás tus maletas, cruzarás esa puerta, irás a tu nueva casa y serás muy feliz.

Quería que lo fuera, lo deseaba más que a nada. Naruto lo merecía, había trabajado duro, más que nadie para obtener lo que poseía, con el sudor de su frente pagó la mitad del costo de una linda casa a las afueras de la villa, pequeña, modesta y acogedora pero era suya. No sería un obstáculo para su vida, independiente y prometedora. Lo que le era imposible tener, él lo tendría.

—No voy a dejarte así.

Terquedad, pura y enorme.

—Sí, lo harás.

Se levantó con ímpetu y lo obligó a cargar con su equipaje, entonces comenzó a empujarlo hasta la salida. Puso resistencia, como esperaba.

—¡Oye!

«No te quedes aquí, no quiero arrastrarte a mi infierno»

—Espera, papá.

Sus oídos iban a volverse sordos, lo protegería de cualquier forma y estar a junto a él terminaría por contagiarlo de la oscuridad que tenía en el alma.

—Vete —siguió empujándolo—. No te quedes con este viejo.

Después de esto Naruto permitió que lo empujara dejándose llevar y comprendió lo difícil que había sido para su padre continuar luego de tanto dolor.

—¿Viejo? Estás bastante conservado para tu edad y... no es como si fueras un anciano. ¡Tienes más admiradoras que yo!

Estaba exagerando demasiado, su padre aún era joven y guapo, según las palabras de muchas de las chicas con las que había conversado alguna vez. Al menos una cuarta parte de la población femenina de Konoha matarían por estar con él, a decir verdad no las culpaba.

La luz que me guía [MinaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora