Capítulo XXXIII

73 6 0
                                    

Hanabi no pudo sostener la mirada ante su padre, Hiashi Hyuga odiaba la desobediencia y la cobardía de entre todas las cosas, él ordenó su presencia y sus órdenes tenían que cumplirse.

Ahora tenía que enfrentar su ira y pedir disculpas, tenía que convencerlo de que no iba a huir para siempre, era algo temporal, solo necesitaba poner en orden sus pensamientos y la resginación eventualmente llegaría. Si es que los ancianos la elegían a ella sobre Neji.

—¿Por qué te fuiste así?

Hiashi la examinó de pies a cabeza, Hanabi estaba delante suyo esperando un castigo que no podía darle. Cada centímetro de su cuerpo estaba lleno de miedo y angustia entonces él pudo sentirse culpable. No le había dado la suficiente confianza para contarle lo que le sucedía y ahora empezaba a lamentarse por eso. Había fallado como su padre.

—Quería pensar cosas.

—¿De qué tienes miedo? ¿De mí? ¿Del concejo? No quieres que te elijan.

Eran tantas preguntas y él ya conocía todas las respuestas. Tenía miedo de su padre, de que no pueda renunciar a un cargo impuesto porque de hacerlo las consecuencias serían fatales.

—Si me eligen yo... me iré. Aún si eso significa ser perseguida hasta la muerte.

Hanabi no supo de donde salió todo ese valor para sincerarse, ser una hija rebelde, vivir como una traidora, deshonrosa, ella podía hacerlo, no iba a encadenarse a un puesto que no deseaba.

Hiashi tragó duro su saliva, era algo que ya sabía y aún así dolía escucharlo.

—Ningún padre en el mundo se queda quieto cuando van tras su hija.

Sorprendida dirigó su vista hacia su padre, lo que halló la dejó completamente desconcertada. Hiashi estaba mirándola de un modo tan suave, tan diferente, como si la comprendiera y deseara protegerla de todos.

—Padre —susurró bajo. Estaba delirando, esas palabras jamás las había escuchado antes y probablemente eran producto de su imaginación.

Su infancia estaba llena de recuerdos amargos, en su mente no vivía otro que un padre estricto, duro, rígido, uno que no admitía errores ni otorgaba perdón ni clemencia, Hiashi estaba lejos de ser un hombre que cedía. Y ahora...

—Quiero que me escuches atentamente: voy a poner a Neji en esa silla.

Al principio no entendió el hecho de que haya querido hablar con ella cuando la junta de concejo estaba por empezar, le ordenó a su escolta que no permitieran la entrada a nadie mientras se encerraban en la Sala Principal entonces supo que había perdido la batalla.

Solo tenía dos opciones: ser la sucesora de su padre o huir.

—Él va a ser el próximo líder del clan Hyuga.

Hiashi había estado preparándose durante meses poniendo a los miembros más influyentes de su lado, estaba convenciéndolos de que las cosas tenían que cambiar. Había tradiciones que ya no servían, estaban obsoletas y morirían si no se renovaban.

—¿Por qué?

Para ella era difícil asimilarlo, los mayores eran testarudos y anticuados, su abuelo fue el principal causante de muchas reformas aconsejado por personas que no querían perder su poder. La rama principal era la estirpe dominante, ellos estaban destinados a reinar, no permitirían que un insecto secundario se sentara en el trono. Seguía sin entender cómo llevaban las riendas con una ideología que terminaba atormentando a sus semejantes.

—Es lo que el clan necesita, por años hemos sometido a la rama secundaria dándoles un lugar que no merecen. Ellos son como nosotros.

Él tenía razón, habían doblegado y oprimido a los suyos mediante la violencia y esa horrible técnica de sellado que los hería de modos indescriptibles, no tenían voz, Neji iba a dárselas.

La luz que me guía [MinaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora