Capítulo V

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Podía notar el miedo que le invadía el cuerpo, lo conocía bien. De hecho lo hacía demasiado para su gusto, sabía de la decepción y la amargura, había tenido que aprender a vivir con eso. A pesar de ser joven la vida la obligó a crecer y enfrentarse de una manera horrible a los problemas, sola o casi siempre, Neji se encargaba de protegerla y lo hacía bastante bien mejor que nadie a decir verdad pero sabía que no tenía que depender de él, de su fuerza, de su tiempo ni abusar de la noble intención entonces decidió comenzar por sí misma, aceptando sus debilidades, reconociendo que debía partir de sus imperfecciones, el primer paso. Minato no estaba solo, muchos lo querían verdaderamente y honestamente quería incluirse en ese pequeño círculo, él sería capaz de salir adelante aún conservaba una chispa en su interior por eso se empeñaba tanto en querer sacarlo de la oscuridad.

—Es algo difícil —dijo Minato débilmente.

Salir de la burbuja en la que vivía, era como si pusiera una barrera de hierro impidiéndole el paso, impidiéndole ver algún destello.

—S-sí pe-pero ya está dando el primer paso.

Del otro lado estaba ella, esperándolo. Lista para brindarle su mano y ayudarle a levantarse, se lo había dejado claro y se sentía bien con eso.

—¿Segura que es una buena idea?

—L-lo es, aunque si no está seguro po-podemos volver.

Minato la miró por el rabillo del ojo, el optimismo con el que había llegado tocando la puerta de su hogar estaba desvaneciéndose, por culpa suya, por seguir flaqueando. Quería que sus heridas sanaran, quería que ella estuviera en el proceso. Y eso era lo que más le asustaba, el hecho de tenerla cerca porque cuando aparecía empezaba a rodearse de tranquilidad.

—Mírame.

«Tú puedes ver a través de mí, yo quiero ver a través de ti» Si ella tenía ese don, él quería ver más allá de lo aparente, de lo simple. Lo que le gustaba y lo que ocultaba. Quien es.

—Confío en ti, Hinata-chan.

En serio lo hacía. Estaba poniéndose en sus manos para que lo reparara, con mucha constancia lograrían llegar al final del túnel, juntos. Cantarían victoria cuando se convirtiera en una realidad, cuando deje atrás las ideas de terminar con su existencia y encuentre un motivo para luchar, uno por sí mismo, por y para él sólo hasta entonces celebrarían una victoria, la más grande y compleja.

Y si lo necesitase, él haría lo mismo por ella. Ir al infierno, sacarla de allí, darle vida como se la estaba dando.

—Y y-yo confío en usted.

Recuperó la sonrisa brindándole el empujón interno que tanto le hacía falta. Confiaba en esas lindas y sinceras palabras, llenas de esperanza, hermoso de no ser por la forma en la que continuaba hablándole, de usted. No era un anciano, bueno lo hacía como muestra de respeto, se lo reprocharía después cuando no se sintiera nervioso ni le temblaran los pies.

¿Cómo lo hacía? La serenidad parecía seguir habitando en ella, aun así se atrevió a pensar que también estaría nerviosa quizá triste por lo que vivieron anteriormente, un trago amargo, el peor.

—¿Cuál fu-fue s-su primer pensamiento al despertar?

Rompió el hielo gracias al cielo.

—¿Mi primer pensamiento?

Jamás se había detenido a contemplar esos detalles, de hecho la vida para él era mecánica, fría, sin sentido. De casa al trabajo, del trabajo a casa, no importaba que tan bello y brillante fuera el sol, ni las flores que adornaban los jardines, no se permitía disfrutar. Absolutamente de nada.

La luz que me guía [MinaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora