Capítulo XI

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—Me encanta.

—¿De verdad?

—Sí. Es increíble.

Él omitió media sonrisa mientras la miraba con atención, Hinata había estado contándole la historia de su nuevo apartamento y la forma en que su madre se las había arreglado para que lo heredara sin que Hiashi lo supiera, él solía decirle cosas como «No es necesario que transfieras tus posesiones, nada le faltará a nuestras hijas» o su favorita «Estarán bajo mi protección, siempre» Por suerte no creyó ninguna de sus palabras y elaboró un testamento para que ella y Hanabi dispusieran de una generosa fortuna en el momento que lo necesitasen.

Y el momento había llegado, de una manera dolorosa y cruel. Hinata se llevó una mano hasta su pecho, en lo profundo del corazón guardaba el recuerdo de Hōrai, la mujer que más la había amado, a pesar de que había fallecido cuando era muy pequeña podía recordar la voz suave que tenía. Sus cuidados, sus palabras amables. Llenas de amor y comprensión. 

—¿Cómo era ella? 

Tuvo que buscar en su mente por un instante, podía describirla con gran cantidad de adjetivos. 

—Maravillosa, bondadosa y muy hermosa. Papá decía que soy igual a ella. 

Hiashi pensaba que Hinata y su esposa eran dos gotas de agua, ambas eran benevolentes, apacibles. Muy humanas. 

—Ya lo creo. No sé cómo es pero si tú te pareces a ella puedo darme una idea.

Oh, lo hacía. Su madre era igual en todos los sentidos, incluso tenían el mismo color de cabello, piel blanca, tersa. 

—¿Murió cuándo eras niña?

—Sí. 

—Lo siento, no debí.

Hinata negó con suavidad.

—Está bien, puedo hablar de ello sin problema.

Después de su muerte y de que Hiashi fuera golpeado por la cruda realidad de tener una vida sin ella, Hinata supo que las personas tenían un ciclo y que el de su madre había terminado. Tenía una hermana pequeña que proteger.  

—Eres increíble.

—Solo aprendí.

—¿Y tu hermana cómo es? ¿Igual a ti?

—No, Hanabi es como papá. Ella es más dura y realista para su edad. 

Tal vez esa era la razón por la que Hiashi la favorecía, se identificaba y veía en ella la posibilidad de hacerla a su imagen, él iba a convertirla en su sucesora. Aunque eso implicara obligarla a hacer algo con lo que no estaba de acuerdo, Hanabi accedería. Ya lo había hecho. 

Y no había marcha atrás.

—Ya veo. Aun así debes sentirte orgullosa de ti misma, eres tú. Nadie podrá superarte jamás. 

Él tenía conocimiento de las comparaciones que hacían entre ella y su hermana, no solo Hiashi sino casi todo su Clan, Hinata era demasiado clemente para dirigir una extensa familia de guerreros. Los comentarios habían ido lejos, llegado hasta el Hokage.

—Creo que sí, además cu-cuento con personas valiosas.

Estaban Neji y Kou. Los protectores más extraordinarios que pudo tener, ellos darían la vida para que estuviera a salvo, sin dudarlo.

—¿Estoy incluido? 

—Sí. 

«Gracias al cielo» Él más que muchas otras personas lo estaba. Y quería que no se fuera nunca.

La luz que me guía [MinaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora