Capítulo 33

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𝗣𝗮𝘀𝗲𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗝𝗮𝘆𝗱𝗲𝗻
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Muevo constantemente mi pierna contra el piso. Jayden me invitó a recorrer la manada y yo al principio desistí pero él insistió.

Escucho toques en la puerta y me despido de mi pequeña familia.

— Hola — Saludo distraída viendo la manija.

— Hola — saluda él y sonríe con un brillo extraño en los ojos. Forzo una sonrisa y doy un paso hacia afuera y cierro la puerta tras de mí. — Te ves bien — frunzo el ceño y me veo a mi misma. Tengo la misma ropa de siempre a excepción de la blusa pegada a mi piel con un escote que deja a descubierto un poco mi pecho.

— Gracias tú... — lo escaneo. Tiene una chaqueta de cuero negra y jeans del mismo color y una playera blanca con un colgante a su cuello. Se parece a Derek. — Tú también te ves bien — sonrío un poco aunque Derek se ve mucho mejor con esa combinación. Él se hace a un lado dejándome pasar frente a él y me invita a subir a su auto. El viaje al pueblo es silencioso y yo a decir verdad me siento incómoda.

— ¿Qué tienes pensado hacer éstas vacaciones? — dice para romper el silencio y nos acercamos a un parque.

— A decir verdad — busco algo en mi mente — Nada interesante probablemente venga Axel a entrenarme — me encojo de hombros y él parece pensar en algo

— ¿Todas las vacaciones?

— No tengo idea — confieso — Pensaba en ir a hacer ejercicio pero fuera de eso nada que hacer — detallo los grandes y bonitos árboles que decoran la calle. Nos detenemos en el parque. Él baja y yo copio su acción.

— Pensé en que no estaba mal caminar un poco — menciona avergonzado y yo solo asiento. — ¿Cómo te sientes respecto a que tu loba está dormida? — suspiro.

— Me siento un poco inútil y desearía estar con Derek — algo en mi pecho se presiona — Pero sé que lo hace para protegerme — eso más bien me lo digo para mi misma.

— Él te ama — susurra — Eso hacen las almas gemelas — asiento confusa hacia tu cambio de tono de voz.

— ¿Has tenido novia, Jayden? — él sonríe ante mi pregunta

— Ninguna Luna Edwards — tuerzo el gesto ante eso — ¿Y tú?

— Uno pero no tiene porque saberlo — sonríe. — ¿Esperas a tu mate?

— Puede ser pero si surge alguien más... — deja la oración en el aire y me giro a él aún caminando. Los Juegos infantiles se hacen presentes y niños corren por aquí y por allá. La brisa es agradable y respiro hondo. — Tus ojos... Parecen buscar algo. — dice derrepente.

— ¿Yo? — digo confusa — No busco nada.

— Lo buscas a él ¿no? — parece hasta triste — No te conozco pero veo en las personas la tristeza — desvío la mirada cuando nuestros ojos se encuentran. Sus ojos me penetran y no puedo con eso.

— Me siento sola — admito — Pero trato de no pensar en eso — Fijo ni atención en los niños. — Tengo un camino por delante y no sé si lo vaya a hacer bien. — nos detenemos y posa su mano, dudosa, en mi hombro.

— Cada Luna gobierna a su manera — sus ojos se vuelven cálidos — No busques adoptar la misma manera de otra... Sabrás hacerlo a tu manera y sin pensarlo verás como el pueblo se enorgullecerá de su Luna. Podrás hacerlo — sus palabras de aliento me quitan un peso de mis hombros

— Gracias — él sonríe sin quitar sus ojos de los míos. Desvío la mirada.

— Creo que merezco saber que te gusta — nos sentamos en el césped que está algo alejado de los niños.

— ¿Para qué quieres saber tanto de mi? — él me mira.

— Para saber si tenemos cosas en común.

— Bien — cedo — Me gusta cualquier helado menos el de chocolate — su cara cálida se transforma a una de horror.

— Creo que yo te desterraría — comienzo a reír y él también — Es mentira pero ¿Porqué? — pregunta curioso.

— No lo sé simplemente no me gusta — me encojo de hombros. — Di algo tuyo. — él sonríe de lado y busca en su mente.

— No me gustan las peliculas de terror — es mi turno de poner cara de espanto — ¿Qué?

— Son las mejores que hay — señalo y él niega

— Prefiero las de acción, misterio o comedia — niego con la cabeza sin creermelo — Tú turno.

— No me gustan las bebidas ácidas — él asiente comprendiendo.

— Me gusta el arte y el diseño — se encoge de hombros

— ¿Tú decoraste tu casa? — pregunto sorprendida ante la teoría. Él niega con la cabeza.

— A mi madre le encanta la remodelación de interiores — vaya — Ella la decoró a su gusto

— Entonces el gusto por el diseño viene de familia — analizo en voz alta y él ríe un poco.

— Podría decirse — asiente con la cabeza — Tú turno.

— Me gusta leer y la fotografía— frunce el ceño — Ya — pido ante su rara mirada.

— Podrías estudiar fotografía o algo relacionado a las letras

— Desde que Derek me dijo que iba a ser su Luna y que es tiempo 24/7 pensé en solo terminar el Instituto y ser líder — Desvío la mirada — No encuentro algo que me guste por completo — Él pone su mano sobre la mía.

— Tal vez te falta averiguarlo — entonces se acerca a mi y yo me alejo lentamente.

— Pues sé que la decisión que tome, él me apoyará — me pongo de pie sacudiendome mi pantalón. — Es estresante que tengo que hacer muchas cosas dentro de un año. — suspiro. — Tal vez ni siquiera termine el Instituto — él me observa con atención

— Si quieres terminar el Instituto lo más recomendable que yo considero es que lo hagas en línea — se encoge de hombros — Tendrás más tiempo para todo.

— Necesito pensarlo — digo para cortar el tema. Para terminar el Instituto me faltan dos años. — ¿Tú cuando serás líder?

— Cuando termine el Instituto — su cara se muestra impenetrable — Mi padre me está dando decisiones que tomar y eso me estresa mucho pero es lo que todo líder debe hacer. — suspira. — No es sólo liderar un grupo sino satisfacer o cumplir las necesidades de los miembros del mismo. — mira a los niños que juegan — Solo espero que no haiga tantos problemas — Dice en un susurro.

— ¿A qué te refieres?

— Hay cazadores — su cabello rubio se mueve acorde al viento y me tienta a peinarselo. — Nos cazan y nos venden como si de carne se tratara — dice con cierta rabia en su voz — Hay tratados con ellos de paz pero si hay alguno que rompe esas reglas... Todo se va en picada y se hace la guerra. — me mira. — Y es ahí donde el alpha necesita a su Luna. El pueblo comienza a enloquecer y su Luna es la única que puede calmarlos.

— ¿Cómo?

— Las feromonas — dice simplemente — Y su voz.

— ¿Y el alpha? — pregunto.

— Él se dedica a proteger a su manada y defender a los suyos — vaya — Si él siente ira de alguna forma todo su pueblo estará a la defensiva.

— Es una cadena — murmuro.

— Algo así — asiente — Por eso es importante para un alpha contar con su mate — me observa — Juntos la manada se vuelve más fuerte y organizada

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