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Esta noche, Regulus está blandito, cariñoso y dispuesto, su cuerpo reacciona enseguida para darle a él lo que está buscando, ríe con incredulidad ante la sensibilidad que él mismo demuestra a cada caricia.

James se acerca a él para besarlo, y el príncipe le murmura al oído:

-Estoy listo para cuando tú quieras, amor.

Potter toma aire y aguanta la respiración. Está preparado. O eso le parece.

Regulus levanta una mano para acariciarle la cara, la línea de nacimiento del pelo empapada de sudor, y el americano se coloca entre sus piernas y deja que el príncipe entrelace los dedos de su mano derecha con los suyos de la izquierda.

Observa fijamente el rostro de Black, porque en este momento no se imagina mirar ninguna otra cosa, y ve que su expresión se torna tan blanda, tan asombrada y feliz que, sin permiso, le sale un ronco: «Cariño».

El inglés hace un gesto afirmativo, tan imperceptible que pasaría inadvertido para todo el que no conociera los tics del príncipe, en cambio él sabe con toda exactitud lo que significa, así que baja la cabeza, toma entre sus labios el lóbulo de la oreja del pelinegro y vuelve a llamarlo «cariño».

-Sí- responde Reggie-, por favor- Y se aferra a la raíz de su pelo.

El americano le deposita un beso superficial en el cuello, apoya las manos en sus caderas y se hunde en la cegadora euforia de estar tan imposiblemente próximo a él, de poder compartir su cuerpo.

No sabe cómo, pero todavía lo asombra que todo esto dé la impresión de ser tan increíblemente, singularmente maravilloso para Regulus como para él.

El rostro del príncipe debería ser ilegal, como también la manera en que está vuelto hacia él, ruborizado y desmadejado.

El primer hijo, admirado y orgulloso, siente que sus propios labios se distienden en una sonrisa de placer.

Después, va volviendo poco a poco a su propio cuerpo: a sus rodillas, todavía hundidas en el colchón y temblorosas; a su estómago, húmedo y pegajoso; a sus manos, retorcidas entre el cabello de Reggie, acariciándolo con suavidad.

Rojo, Blanco y Sangre Negra// JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora