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-Oye-le dice al tiempo que acerca la boca al oído de Regulus-puedes quedarte todo el tiempo que quieras, pero tengo que advertirte de que probablemente sea mejor para los dos que en algún momento de la noche regreses a tu dormitorio.
A no ser que quieras que los guardaespaldas cierren la Residencia y vengan a sacarte por la fuerza de mis aposentos.

-Ah-Contesta Black. Se aparta de él y vuelve a tenderse de espaldas otra vez con la vista fija en el techo, como quien suplica penitencia a un dios iracundo-Tienes razón

-Si quieres, puedes quedarte durante otra ronda más- propone James.

Regulus emite una tos y se pasa una mano por el pelo.

-Me parece que será mejor que... que regrese a mi dormitorio- James lo contempla mientras recupera su calzoncillo, caído a los pies de la cama, y empieza a ponérselo.

Después se pone de pie y sacude los hombros. Es mejor así, se dice; de este modo nadie se hará una idea equivocada de qué es esto exactamente.

No van a pasar la noche haciendo la cucharita, despertar el uno en los brazos del otro y desayunar juntos.

-¿Sabes James? No puedo permitir que te enamores de mí- comentó mientras se terminaba de vestir.

-¿Ah sí? ¿Yo?

-No puedo ser gay para la corona.

Las experiencias sexuales mutuamente satisfactorias no definen una relación.

Y aunque él deseara una relación, hay un millar de razones por las que eso jamás será posible. James lo acompaña hasta la puerta. Regulus se vuelve y permanece unos instantes en el sitio, sin saber muy bien qué decir.

-Bueno, esto... -habla James nervioso. No entendía sus sentimientos y...

-Por el amor de Dios, acabas de meteme tu polla hasta los intestinos, bien puedes despedirte dándome un beso.

James levanta la mirada, boquiabierto y con una expresión de incredulidad, y de pronto echa la cabeza hacia atrás y suelta una carcajada. Ha vuelto a ser él, el ricachón ñoño, neurótico, dulce e insomne que constantemente le manda fotos de su perro, y de repente todo encaja. Potter se acerca, lo besa intensamente, y él, con una ancha sonrisa, sale por la puerta.

[...]

-¿Cómo te fue?- preguntó su Pandora corriendo en la cinta de la habitación.

-¿Qué haces?

-Yo pregunté primero.

-Bien, yo... ¿Sabes que puedo tomar para poder caminar mejor?

-Prueba no ponerte un pene tan grande dentro- rió mientras corría más.

-Mi turno. ¿Ejercicio a las 3 am?

-Necesito bajar los postres.

Regulus la miró triste. Estaba triste. Triste por ambos.

-¿Y esa cara de tristeza? ¿Piensas wn James?

-Es lo que toca. Tengo  la corona a cargo.

-Ajá.

Rojo, Blanco y Sangre Negra// JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora