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-Aquí está- anuncia tirando de la mano de James hacia la izquierda, donde hay una inmensa arcada de la que sale un chorro de luz- He llamado a Gavin para decirle que dejase una luz encendida. Esta es mi sala favorita.

Potter ha ayudado personalmente en varias exposiciones del Smithsonian y duerme en una habitación que antiguamente estuvo ocupada por el suegro de Ulysses S. Grant, pero todavía se queda sin respiración cuando Regulus lo hace pasar entre estas columnas de mármol.

En la penumbra, la sala cobra vida. El techo abovedado da la impresión de estirarse infinitamente hacia el cielo de Londres, negro como la tinta, y la sala está distribuida como una plaza urbana de Florencia, con elegantes columnas, altares y arcadas. En el suelo, entre las estatuas subidas en robustos pedestales, han colocado fuentes de tazas muy hondas, y se ven diversas efigies yacentes detrás de unos pórticos de pizarra negra en cuya superficie se muestra en relieve la Resurrección. Dominando toda la pared del fondo se encuentra la colosal portada de un coro, de estilo gótico, trabajada en mármol y adornada con estatuas de santos, en negro y dorado, imponente, sagrada.

Cuando Reggie  vuelve a hablar, esta vez es con voz suave, como si no quisiera quebrar el hechizo:

-En esta sala, por la noche, uno casi tiene la sensación de estar paseando por una piazza de verdad -susurra- Pero sin que haya a tu alrededor nadie que te toque, o se te quede mirando embobado, o te haga una foto a escondidas. Uno puede ser simplemente el que es.

El americano lo mira y ve que su expresión es de prudencia, como a la espera de algo, y cae en la cuenta de que es la misma que tenía cuando él lo llevó a la casa del lago, el lugar más sagrado que posee él. Le aprieta suavemente la mano y le dice:

-Cuéntamelo todo.

Así lo hace, lo va guiando de una pieza a otra.

Hay una escultura a tamaño real de Céfiro, el dios griego del viento del oeste, que cobra vida bajo la mano de Francavilla, con una corona en la cabeza y un pie posado en una nube. También está Narciso, con una rodilla en tierra, hipnotizado por su propia imagen reflejada en el estanque; antiguamente se creía que era el Cupido perdido de Miguel Ángel, pero en realidad es obra de Cioli.

-Fíjate en este detalle de aquí: tuvieron que repararle los nudillos con estuco. Continúan hacia Plutón raptando a Proserpina para llevársela al inframundo, y después hacia Jasón con su vellocino de oro. Terminan dando la vuelta hasta la primera estatua: Sansón asesinando a un filisteo, la que dejó sin habla al de lentes nada más entrar en esta sala.

Nunca ha visto nada igual: la lisura de los músculos, las hendiduras de la carne, la intensidad y el realismo del conjunto, todo tallado en mármol por Giambologna. Si pudiera tocarlo, juraría que esa piel desprendería calor.

-Resulta un tanto irónico- rie levemente el menor, contemplando la obra escultórica-que yo, el maldito heredero gay, esté aquí, en el museo de la reina Victoria, pensando en lo mucho que le gustaban a ella las leyes sobre la sodomía-Esboza una media sonrisa' De hecho... ¿recuerdas que te hablé de Jacobo I, el rey homosexual?

-¿El que tenía un novio un poco lerdo?

-Sí, ese. Bueno, pues el favorito al que más amaba era un tal George Villiers. El «cuerpo más atractivo de toda Inglaterra», decían. Jacobo estaba perdidamente enamorado de él. Todo el mundo lo sabía. Un poeta francés llamado De Viau escribió un poema basado en su relación-Se aclara la garganta y empieza a recitar- «Un hombre fornica con monsieur le Grand / otro fornica con el conde de Tonerra / y es bien sabido que el rey de Inglaterra / fornica con el duque de Buckingham».

James debe de estar mirándolo con los ojos como platos, porque agrega...

- Bueno, en francés tiene mejor métrica. ¿Sabías que la razón de que exista una traducción de la Biblia hecha por el rey Jacobo es que, viendo que la Iglesia de Inglaterra estaba tan disgustada con él por airear su relación con Villiers, encargó dicha traducción para aplacarla?

-No hablas en serio- Se plantó delante del Consejo Privado y dijo: «Cristo tenía a Juan, y yo tengo a George».

-Dios. Exactamente.-  Reg todavía está mirando la estatua, pero Jaimie no puede dejar de mirarlo a él y a la forma en que sonríe, sumido en sus pensamientos

- Y el hijo de Jacobo, Carlos I, es el motivo de que tengamos a nuestro querido Sansón. Es la única obra de Giambologna que salió de Florencia. Fue un regalo que le hizo a Carlos el rey de España, y Carlos cogió esta gigantesca obra maestra, de valor absolutamente incalculable, y se la regaló a Villiers. Y unos cuantos siglos más tarde, aquí la tenemos nosotros. Es una de las piezas más hermosas que poseemos, y ni siquiera la hemos robado. Tan solo nos hizo falta contar con Villiers y con los amoríos que tuvo con los reyes maricas. Si en el Reino Unido existiera un registro de los principales hitos históricos de la mariconería nacional, en él figuraría este Sansón.

El menor sonríe como un padre orgulloso, como si este Sansón le perteneciese a él, y Alex se siente impactado por esa misma ola de orgullo. Saca su teléfono y le hace una foto a Henry ahí de pie, desaliñado, sonriente, al lado de una de las obras de arte más exquisitas del mundo.

-¿Qué estás haciendo?

-Estoy haciéndole una foto a un hito histórico de la mariconería nacional- contesta- que también es una estatua.

Black ríe indulgente. Potter cruza el espacio que los separa, le quita la gorra de béisbol y se pone de puntillas para depositarle un beso en el borde de la frente.

-Es curioso. Yo siempre he considerado que esto era lo más imperdonable que tenía, en cambio tú actúas como si fuera uno de mis mejores rasgos.

-Oh, desde luego- responde el primer hijo-. Entre las razones por las que te quiero, la primera es tu cerebro, la segunda es tu polla y la tercera es tu inminente categoría de icono gay revolucionario. Eres, literalmente, la peor pesadilla de la reina Victoria.

-Y por eso me quieres tú.

Rojo, Blanco y Sangre Negra// JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora