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La forma en que la luz acaricia sus pómulos y esculpe un mosaico de azules y verdes.

Regulus es un ser excepcional: está medio borracho y va vestido con un traje de dos mil dólares y un kimono, y James no es capaz de apartar los ojos de él.

Hace una seña para que le traigan una cerveza. Una vez que la cosa ha arrancado, resulta imposible entender por qué la princesa es a la que convencen de salir la primera al escenario, pero saca una coronita de plástico del arcón de artículos de atrezo que hay en el entarimado y arrasa cantando una versión del Call Me de Blondie.

Todos le lanzan aullidos y vítores, y por fin los clientes del local se dan cuenta de que tienen a dos miembros de la Familia Real, a un millonario filántropo y al hijo de la presidenta de Estados Unidos todos apretujados en una de las mesas y todos luciendo kimonos de colores chillones.

Aparecen tres rondas de chupitos: una procedente de una despedida de solteras que están como cubas, otra de un grupito de lesbianas de gesto avinagrado sentadas a la barra y otro de una mesa de drag queens.

Todos levantan los vasos para brindar, y Potter se siente más aceptado que nunca, incluso más que en los actos electorales con que celebraron la victoria de su familia. De repente Evan se levanta y se pone a cantar So Emotional de Whitney Houston en un falsete tan perfecto que en cuestión de segundos tiene el bar entero a sus pies, admirando cómo entona las notas más altas.

James, mareado y asombrado, mira a Regulus, que ríe y se encoge de hombros.

-Ya te dije que no hay nada que Evan no sea capaz de hacer- grita por encima del ruido.

Remus está observando, el no puede tomar, toda la actuación con las manos en la cara y la boca abierta.

Se inclina hacia Marlene le grita con voz gangosa:

-¡Oh, no... es... está buenísimo!

-Ya lo sé, querido- responde Mars gritando también. -Me están entrando ganas de... meterle los dedos en la boca...-gime horrorizada.

Remus suelta una carcajada, afirma con la cabeza y le dice:

-Si te sirvo de algo...

La princesa, que ya lleva cinco refrescos con soda, rechaza educadamente un chupito que le han puesto delante mientras Evan tira de Barty y lo sube al escenario. El chupito se lo bebe James. La sensación de quemazón le hace sonreír y separar un poco más las piernas, y de pronto se encuentra con su teléfono en la mano, que sin darse cuenta se le acaba de salir del bolsillo. Le escribe un mensaje de Regulus por debajo de la mesa: «¿Te apetece hacer una estupidez?».

Rojo, Blanco y Sangre Negra// JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora