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[Mary polisia
JAMES, BARTY ACABA DE DECIRME QUE ESTÁS EN LONDRES

Por Dios, James. Te juro por Dios que si cometes alguna estupidez y te pillan, te mato yo misma
¡¡¡Pero has ido tú a buscarlo!!! Eso es muy de Jane Austen Cuando vuelvas, te voy a atizar un puñetazo en la jeta.

No me puedo creer que no me hayas dicho nada ¿Y qué tal ha ido? ¿¿¿Estás ahora con Regulus??? TE VOY DAR UN PUÑETAZO.]

Resulta ser que cuarenta y seis de los cuarenta y siete mensajes son de Remus, y el último es de Marlene: pregunta si alguno de los dos sabe dónde ha dejado sus zapatillas de deporte Chuck Taylor.

James le responde: «Tus zapatillas están debajo de mi cama, y Regulus te manda recuerdos».

Este mensaje apenas tiene tiempo de llegar a su destinatario, porque de pronto entra una llamada de Remus, que exige que ponga el manos libres y se lo cuente todo, él está en un hotel, a salvo de ver a su ex.

Después, en vez de enfrentarse él mismo a la cólera de Mary, convence su chico para que llame a Barty.

-¿Podrías por favor... esto... telefonear a la señora Avery y comunicarle que James se encuentra sano y salvo conmigo?

-Sí, señor ¿Quiere que prepare un coche para su invitado?

-Pues...- contesta Regulus mira a James y le pregunta moviendo los labios: «¿Te quedas?». Potter hace un gesto afirmativo con la cabeza -Sí, para mañana.

Sigue una larga pausa al otro lado de la línea, y después Barty dice: -Se lo comunicaré.

Su tono de voz implica que preferiría hacer literalmente cualquier otra cosa.

Una vez que Regulus ha colgado, James
suelta una carcajada, pero vuelve a su teléfono para escuchar el mensaje de voz que le ha dejado su madre.

El menor lo ve dudar con el dedo encima de la tecla de reproducir, sin tocarla, y le propina un leve codazo en las costillas.

-Supongo que en algún momento tendremos que afrontar las consecuencias- le dice. James  lanza un suspiro.

-Me parece que no te lo he contado, pero..., en fin, cuando me despidió me dijo que si contigo no estaba seguro al mil por cien, debía romper la relación.

Regulus le hociquea con la nariz detrás de la oreja.

-¿Al mil por cien?

-Sí, y que no se te suba a la cabeza.

Regulus le propina otro codazo, él suelta una carcajada, le agarra la cabeza, lo besa agresivamente en la mejilla y le aplasta la cara contra la almohada. Cuando por fin lo deja libre, Reg termina colorado y claramente complacido.

-Pero yo he estado reflexionando un poco acerca de eso, de la posibilidad de que el hecho de estar conmigo desbaratase tu carrera. Pensabas llegar al Congreso antes de los treinta, ¿no?

-Venga. Mira esta cara. A la gente le encanta esta cara. Lo demás ya lo iré resolviendo.- Regulus hace una mueca de profundo escepticismo, y James suspira otra vez- Mira, no lo sé. Ni siquiera sé exactamente cómo funcionaría ser un legislador si tengo como pareja a un príncipe de otro país, de modo que ya ves que habrá cosas que solucionar. Pero lo cierto es que todo el tiempo salen elegidas personas mucho peores, con problemas mucho más grandes que los míos.

El príncipe lo está perforando con esa mirada que tiene en ocasiones y que hace que él se sienta como un mosquito pinchado con una chincheta en una vitrina.

-¿De verdad no te da miedo lo que pueda ocurrir?

-No, por supuesto que me da miedo. Naturalmente, tiene que seguir siendo un secreto hasta que hayan pasado las elecciones. Y sé que va a ser complicado. Pero si conseguimos adelantarnos a la narrativa, esperar el momento adecuado y proceder como nosotros queramos, pienso que podríamos salir bien parados.

-¿Cuánto tiempo llevas pensando en esto? - pregunta Reg

-¿Conscientemente? Más o menos desde la convención. ¿Inconscientemente, en total negación? Muchísimo tiempo. Por lo menos desde que tú me besaste. Regulus lo mira fijamente desde la almohada.

-Pues resulta bastante increíble.

-¿Y tú?

-¿Yo? Por Dios, James. Todo el tiempo.

-¿Todo el tiempo?

-Desde las Olimpiadas.

-¿Desde las Olimpiadas? Pero eso fue... Eso es...

-Sí, James, el día que nos conocimos. No se te escapa nada, ¿eh? - ríe Reggie intentando recuperar la almohada qué James le robó recien-«¿Y tú?», me pregunta, como si no lo supiera...

-Cierra la boca-  se queja de sus burlas, James, sonriendo como un idiota.

Deja de pelear con Regulus por la posesión de la almohada, y en vez de eso lo sube a caballo encima de él y lo aprisiona contra si mismo para besarlo. Luego sube las mantas y ambos desaparecen bajo ellas, un batiburrillo de manos y bocas, hasta que Black, al darse la vuelta, aplasta su teléfono y aprieta sin querer el botón de los mensajes de voz.

-«Potter, eres un loco romántico que no tiene remedio» -dice la voz de la presidenta de Estados Unidos, amortiguada por la cama «Más te vale que lo suyo sea para siempre. Cuídate».

Rojo, Blanco y Sangre Negra// JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora