129

106 14 0
                                    

Han traído a Regulus desde Londres para que asista a la emisión televisiva, de acuerdo a la filtración de los correos. Estará junto a James, seguro y tranquilo, a modo de cónyuge de un político emblemático.

Potter no deja de imaginar cómo va a ser: dentro de una hora, millones y millones de televisiones de todo el país van a transmitir su rostro, su voz, el texto que ha escrito Marlene, con Regulus a su lado.

Todo el mundo va a saberlo todo. Ya lo sabe todo a estas alturas, pero no como hay que saberlo.

Dentro de una hora, todos los habitantes del país podrán mirar una pantalla y ver al Primer Hijo y a su novio.

Y, al otro lado del Atlántico, casi el mismo número de habitantes, mientras se toman una cerveza en un pub o cenan con su familia, levantarán la vista hacia un televisor y verán a su joven príncipe, el más apuesto, el Príncipe Azul.

Ya está. Ha llegado el 2 de octubre, el mundo entero lo habrá visto con sus propios ojos y la historia lo recordará.

James está esperando en el Prado Sur, teniendo a la vista los tilos de los jardines Kennedy, donde se besaron por primera vez. El helicóptero Marine Uno aterriza produciendo una fuerte cacofonía y un tremendo vendaval con sus rotores, y de él emerge Regulus vestido de Burberry de la cabeza a los pies, espectacular y azotado por el viento, igual que un héroe deslumbrante que viene a besar apasionadamente a las damiselas y a desfacer entuertos, y a James le entran ganas de reír.

—¿Qué? —le grita Regulus por encima del estruendo cuando ve la expresión que tiene en la cara.

—Que mi vida es una broma del destino y tú no eres real —le responde Potter jadeando.

—¿Qué? —chilla Black de nuevo.

—¡Qué estás impresionante!

Se escabullen para montárselo en una escalera, hasta que Mary los encuentra y se lleva a Regulus para prepararlo para las cámaras, y no tardan en ser conducidos al Salón de Recepciones Diplomáticas, porque ya ha llegado el momento.

Ha llegado el momento.

Ha transcurrido un año muy, muy largo, durante el cual James ha aprendido cómo es Reggie de arriba abajo, y también cómo es él mismo, y también se ha dado cuenta de lo mucho que aún le queda por aprender, y así, sin más, ha llegado el momento de salir ahí, subirse a una tarima y declararlo oficialmente, sin miedo.

No tiene miedo de sus sentimientos. No tiene miedo de expresarlos. Lo único que le da miedo es lo que pueda suceder cuando los exprese.

Black le toca la mano con delicadeza, dos dedos en su palma.

—Faltan cinco minutos para que comience el resto de nuestra vida —le dice con una sonrisa grave.

Potter, a su vez, le desliza un dedo en el hueco que separa las clavículas, por debajo del nudo de la corbata de seda granate, y empieza a contar sus inspiraciones.

—Tú eres —le dice—, sin ningún género de dudas, la peor idea que he tenido jamás.

Regulus dibuja lentamente una sonrisa, y James la besa.

ALOCUCIÓN DEL PRIMER HIJO ALEXANDER

POTTER-AVERY DESDE LA CASA BLANCA, 2/10/2020

-Buenos días. Soy, y siempre he sido, el primero, el último y el eterno hijo de Estados Unidos.

Ustedes me criaron. Me  crie en los pastos y las colinas de Texas, pero antes de aprender a conducir ya había visitado treinta y cuatro estados. Cuando en quinto grado agarré una gastroenteritis, mi madre mandó una nota al colegio escrita en la parte de atrás de un informe de Navidad del vicepresidente Biden. Lo siento, señor, tenemos mucha prisa y este es el único papel que he podido encontrar.

La primera vez que me dirigí a ustedes fue cuando tenía dieciocho años, en el escenario de la Convención Nacional Demócrata celebrada en Filadelfia, cuando presenté a mi madre como candidata a la presidencia. Vosotros me vitoreasteis a mí. Yo era joven y estaba lleno de esperanzas, y ustedes me dejaron  abrazar el sueño americano: que un chico que creció hablando dos idiomas, que provenía de una familia con mezcla de razas, hermosa y estable, podía llegar a tener su hogar en la Casa Blanca.

Ustedes me prendieron la banderita en la solapa y me dijeron: «Peleamos por ti». Hoy me presento ante ustedes con la esperanza de no haberlos decepcionado.

Hace unos años conocí a un príncipe. Y aunque en aquel momento no me di cuenta, a él también lo ha criado su país.

Lo cierto es que Regulus y yo estamos juntos desde comienzos de este año. Lo cierto es que, como muchos de ustedes leyeron, ambos hemos tenido muchas dificultades, todos los días, con lo que eso significa para nuestra familia, nuestro país y nuestro futuro. Lo cierto es que ambos hemos tenido que hacer concesiones que nos han quitado el sueño a fin de tener tiempo suficiente para explicar nuestra relación al mundo a nuestra propia manera.

No se nos ha concedido esa libertad.

Pero lo cierto es, también, algo muy simple: que el amor es imposible de domar. Esto es algo en lo que Estados Unidos ha creído siempre. Y, por lo tanto, no me avergüenzo de estar hoy aquí, un lugar en el que han estado presidentes, y decir que amo a Regulus igual que Jack amó a Jackie, igual que Lyndon amó a lady Bird.

Toda persona que lleve consigo un legado escoge un compañero con el cual compartir dicho legado, un compañero que el pueblo americano llevará siempre a su lado, en su corazón, en su recuerdo y en sus libros de historia. Estados Unidos:

Regulus es el compañero que escojo yo.

Al igual que otros muchos americanos, temía expresar esto en voz alta por las consecuencias que pudiera acarrear. A ustedes , concretamente, les digo que los  estoy viendo. Que soy uno de ustedes. Siempre que tenga un lugar en la Casa Blanca, vosotros también lo tendréis. Soy el Primer Hijo de Estados Unidos, y soy bisexual. La historia nos recordará.

Si puedo pedir una sola cosa al pueblo americano, es la siguiente: por favor, no permitan que mis acciones influyan en la decisión que debéis tomar en noviembre. La decisión que tomarán este año es mucho más importante que nada de lo que yo pueda decir o hacer, y determinará el destino de este país en los años venideros. 

Mi madre, su presidenta, es el guerrero y el adalid que merece cada americano para tener otros cuatro años de crecimiento, progreso y prosperidad. Por favor, no permitan que mis acciones nos hagan retroceder. Les pido a los medios de comunicación que no se concentren en Regulus ni en mí, sino en la campaña, en las políticas, en la vida y el bienestar de millones de americanos, que son las cosas que nos jugamos en estas elecciones.

Y, por último, espero que este país recuerde que sigo siendo el hijo que se crio aquí. Mi sangre aún es la sangre de Lometa, Texas, y San Siego, California, y también  Argentina y Ciudad de México. 

Aún me acuerdo de cuando oí sus voces desde aquella tarima de Filadelfia. Todas las mañanas me despierto pensando en vuestras localidades de origen, en las familias que he conocido en los mítines de Idaho, de Oregón y de Carolina del Sur. Jamás he abrigado la esperanza de ser nada más que lo que era para ustedes en aquel momento y lo que soy para ustedes ahora: el Primer Hijo, comprometido con ustedes en mis palabras y en mis actos. Y mi esperanza es que cuando llegue otra vez el Día de la Inauguración, en enero, continúe siéndolo.

Rojo, Blanco y Sangre Negra// JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora