X: Piratas

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La habitación a la que ordenaron llevarlo para, por fin, darse un baño, era espaciosa e iluminada. Había dos ventanas circulares en las paredes, la cual permitía ver el agua gris del mar, tranquilo e infinito. Un olor a especias y perfume flotaba en el aire, bastante grato a parecer de Harry a diferencia del que estuvo oliendo en la cabina donde lo mantenían preso. Sin embargo, había otro que, aunque quiso engañarse a sí mismo de no reconocer, no pudo pasar desapercibido.

Era la combinación perfecta entre roble rojo, miel y algo amargo pero dulce a la vez. A Harry le recordaba a una sustancia que su padre le trajo una vez de Valera, una de las cortes a las afueras de Nymeria. Era un trozo redondo y de color negro, de sabor intenso y dulce como el azúcar. Fue la única vez que pudo probar una delicia como aquella, y le enfermaba que aquel monarca, aquel hombre poseedor del nombre Louis, lo tuviera encima.

Tenía las manos atadas para que no lastimara a las sirvientas que lo limpiarían, pero, aunque las tuviera sueltas no les haría daño. Ellas no tenían la culpa de estar aquí cumpliendo órdenes de ese infame hombre.

Una de ellas le hizo avanzar hacia la bañera de cobre, donde el vapor del agua emanaba hacia el techo y se perdía por los rincones. Harry se preguntó cómo es que tenían agua caliente en un barco, en medio del mar, pero se abstuvo de ello por dos razones, una, dudaba de que le respondieran y dos, la mujer con orejas puntiagudas y mejillas hundidas le quitó la ropa, dejándolo completamente desnudo. La incomodes lo dejó paralizado y obligó a cubrirse la entrepierna con ambas manos.

Las mujeres comenzaron a reír y murmurar cosas entre ellas a su espalda mientras acomodaban toallas en una silla. Harry clavó los ojos en el agua cristalina donde emanaba el vapor, escuchando con atención como juzgaban el color de su piel, los músculos, el tatuaje rojo que envolvía su brazo y las cicatrices que fue recopilando en cada entrenamiento. Los ojos le ardieron, las mejillas se le enrojecieron por la vergüenza, pero aun así no derramó ninguna lágrima. No les daría el placer de verlo en un estado más vulnerable del que ya estaba.

—Entra al agua.

Durante los días que llevaba a bordo de ese enorme navío, se dio cuenta que ya comenzaba a entender mucho mejor el acento de aquella gente. Harry al principio poco entendió cuando Louis había llegado a su tierra dando órdenes y matando a todo aquel que se interpusiera en su camino, pero ahora podía comprender cada palabra y las que, por alguna razón, pronunciaban en otro idioma, el cual suponía era natal de Nymeria.

Se sentó con cuidado en la bañera, ahogando un gemido por el contraste de su piel fría y seca con el agua tibia. Llevó las piernas a su pecho y fijó sus ojos en aquella ventana donde el mar lo separaba de su familia, de sus creencias y costumbres, mientras las mujeres vertían sin cuidado el agua desde su cabeza a su cuerpo que con cada día que transcurría perdía peso.

—Es una bestia, por su culpa asesinaron a Gravill. No entiendo por qué su majestad ordenó bañarlo.

—A él y toda su gente extraña.

Las dos mujeres que lo bañaban asintieron entre sí, como si Harry no pudiera entenderlas. El corazón se le apretujó contra el pecho y la respiración se le tornó más pesada ante la vergüenza. Se consoló pensando en que ellas no sabían lo que en verdad había ocurrido allí abajo, como aquel soldado al que ahora ellas lloraban, lo sujetó del cuello para estampar sus labios contra los suyos cuando él no siguió la orden de comer sus apestosas manzanas. La manera en que, aunque esos omegas en la aldea lo juzgaban, ahora lo defendieron pateando al soldado.

Ellas no sintieron la fuerza de sus dedos enterrándose en su piel, las uñas rasguñándolo. El recuerdo de un desertor encima de él intentando hacer lo mismo. Cerró los ojos, Darko habría matado también a ese soldado, tal como creía que Louis lo había hecho. Pensarlo le hizo sentir apretado, contraído por dentro. Una quemazón le subió por la garganta e hizo suspirar al imaginar como acabó todo en cubierta. Lo había matado por él, porque lo tocó, porque lo dañó.

The king's touch (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora