LVI: Emboscada

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Louis hizo el esfuerzo por no ordenar matarlo ahora mismo. Sus manos se apretaron en las riendas hasta que los nudillos se tornaron blancos, mientras en su mente la único que hacía eco era que la visión de Niall estaba ocurriendo al pie de la letra.

—¿Dónde está tu líder? —preguntó con aspereza, destilando sus feromonas para cubrir a Harry.

Lowell pasó su dedo índice por el filo de la daga que sostenía con total despreocupación.

—Tengo dos lideres —respondió él —. A cuál de ellos necesitas.

—Viggo.

—Oh, que mal... Justo, justo, él no está aquí. —rio, lamiéndose el labio inferior con la lengua mientras sus ojos se posaban sobre Harry —. Es un gusto conocerte, cariño. Me han hablado maravillas de ti.

Harry se enderezó, alzando el mentón para demostrar que no estaba para nada asustado o intimidado. Lowell era todo lo que Louis le había descrito aquella vez en el salón y más, mucho más. Su olor era demasiado fuerte, ácido. Y la maldad que corroía sus facciones le ponían inquieto.

No, no podía, y no quería ser su pareja.

Por primera vez no respondió.

—Cierra el hocico —masculló Darko, bajando de su caballo mientras sacaba su daga —. Y trae a Viggo ahora.

—¿O qué?

—Sabes que no tendré piedad esta vez.

Lowell carcajeó alto, como si Darko hubiera dicho el mejor chiste del mundo. Louis se mantuvo firme en su frialdad mientras analizaba la postura y palabra de ese alfa. Arrogante, soberbio, necio, abusivo. Seguramente les estaba mintiendo.

—Ya les dije chicos... Viggo no está aquí.

—Tráelo —ordenó Louis, su voz sonando ronca y cargada de oscuridad —. Ahora.

—Tú no eres nadie para darme ordenes, rey brujo. Si digo que Viggo no está, es poque no está.

—¿Y dónde lo puedo encontrar?

Lowell rio otra vez, dejando caer la cabeza hacia atrás, burlesco.

—Está cazando el almuerzo.

Harry entornó sus ojos al instante y miró a Ivory, quien mantenía su rostro bajo el terror e incomodidad. Ambos conocían perfectamente a su padre como para saber que Viggo no era de los que cazaban, y si lo hacía, iban todos sin excepción alguna. El que Lowell estuviera ahí era sospechoso.

Algo andaba mal.

Carraspeó, dirigiéndose a Lowell a pesar del terror y horror que le tenía al alfa.

—Mi padre no es de los que cazan por su cuenta. Si lo hace, va con todos ¿por qué tu estas aquí?

Lowell ladeó una sonrisa, abriendo un poco sus piernas.

—Tienes una voz muy linda, cariño. Vamos, ven conmigo. Esto no tiene que acabar en una guerra. Hemos venido de muy lejos por ti. Sería egoísta que te regreses con tu secuestrador después de todo lo que tu padre hizo.

Por esta vez, solo por esta, Harry agradeció todo lo malo que Gaelen le hizo, porque de nos ser por él, jamás habría percibido la manipulación en la voz de Lowell, y hubiera acabado accediendo solo por sentirse mal. No mentiría, lo hacía. Su padre había sacrificado mucho por venir aquí por él y Ivory, pero él nunca se lo pidió y eso era una gran pieza en el tablero.

—Te hice una pregunta imbécil —reiteró, ignorando sus otras palabras —. Donde esta mi padre.

Lowell sonrió, sus ojos fijos en Harry como si fuera una gema extraña y única en el desierto.

The king's touch (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora