XLV: Camino encontrado

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Una oleada de calor interrumpió el agradable sueño que Harry estaba teniendo. Abrió los ojos de golpe, jadeando mientras sentía el sudor humedecer su piel otra vez. La nuca y la frente. Tiró las mantas que lo cubrían con las piernas, bufando del dolor e incomodidad. Escuchó la risa de los soldados a lo lejos, el olor de alguna comida ser hecha en calderos, pero... pero eso no importaba en lo absoluto. Él necesitaba...

Se giró, encontrando aquello que pedía con urgencia frente a sus ojos. Louis lo contemplaba con los ojos oscuros, cargados de hambre, preso de su instinto animal. No dijo ninguna palabra, no podía hacerlo después de experimentar lo que Louis le dio hace unas horas. La subida a la gloria y la certeza de ser amado. Así que dejó que Louis le tomara la mano y lo volviera a recostar en las mantas, apegando su fornido pecho contra su espalda. Harry quejó. Punzadas recorrían sus piernas y brazos, a la par de un vacío incómodo en su vientre bajo se abría paso.

Los brazos del rey se ciñeron a su alrededor. Dejando una de sus palmas abiertas sobre su vientre, deslizándose directamente a su pecho.

—Louis... —llamó, arqueando la espalda lo suficiente para restregar su trasero en la entrepierna dura del rey. Lo sintió asentir, tomándole una mano para besarle la palma extendida de esta —. Duele más que antes... por favor...

Louis rodeó su cuello con la mano y giró su cabeza, encontrando su boca en aquella posición. Harry aceptó el beso con regocijo, sin parar de refregarse y empapar las mantas. El beso se sintió como la primera vez. Tan suave, tan brusco, tan delirante como lo recordaba en sus sueños. Llevó su mano a la mejilla de Louis, abriendo la boca con demasiado apuro mientras acariciaba su barba. Sus respiraciones tornándose erráticas y frenticas.

La de ambos crearon una nueva sinfonía, mientras el rey comenzaba a sentir los mismos síntomas que su omega. Aquella necesidad implacable de calmar el dolor, unirse y no separarse de su lado.

Louis respiró por la nariz, separándose lo suficiente para poder hablar.

—Me encantan tus labios —Harry siguió besándolo, rasguñando sus hombros y doblando los dedos de sus pies; notando el fluido salir de su entrada otra vez. Louis deslizó su mano por su pecho, ejerciendo presión —. Y estos dos también me encantan.

Su dedo pulgar trazó caricias en su pezón, suaves, pero que de igual forma consiguieron que arqueara la espalda y pidiera más. Louis besó su mejilla y deslizó la misma mano por su abdomen para ubicarse en su entrada. Harry quería pensar, él sabía que tenían que hablar de algo importante, cosas que sin duda no podían esperar, pero... su mente solo pensaba en ser llenado, en ser tomado y marcado. Y por como Louis emanaba su propio aroma no estaba muy lejos de la misma necesidad.

Aquel que conoció cuando solo era el rey de Nymeria, un elfo melancólico, se había ido, siendo reemplazado por un alfa cargado de feromonas densas, perfecto para su omega. Harry pensó en el licor, un roble, el verano, un calor que era consolado por el viento de la playa. Una noche estrellada. Louis... Louis era todo eso ahora.

—Estas tan húmedo. —Louis mordió la piel de su cuello, comenzando a masturbarlo —, no sé qué me pasa, te necesito tanto y si me apartas... destruiré este campamento.

—Así se siente... el lazo... —explicó Harry, acariciando el cabello negro de Louis con una mano temblorosa, tragando a cuestas. Aun no era de noche, pero a juzgar por como el sol iluminaba ahora, la tarde ya estaba llegando a su fin. Había dormido todo el día, y Louis no se apartó ningún segundo —. Tu alfa reconoció a mi omega como suyo. Y ya no quiere... soltarme.

Sintió la respiración del rey chocar con su oreja, sus labios acariciarla.

—Donde estuviste todo este tiempo, por qué no llegaste antes a mi...

The king's touch (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora